Donald Trump fue electo nuevo presidente de Estados Unidos tras ganar los comicios frente a Kamala Harris, asegurando así su segundo mandato en la Casa Blanca. Este resultado electoral tiene significativas implicaciones para la política exterior estadounidense, especialmente en relación con Venezuela.
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Para entender mejor las posibles direcciones de la política de Trump, la revista Semana conversó con Jaime Flórez, asesor del presidente electo.
En cuanto a la postura de la nueva administración sobre Venezuela, Flórez fue claro en que “muchas de esas cosas no se han anunciado y no se anunciarán hasta que comience la administración y se nombren las personas que tienen a cargo ese tipo de asuntos”. Sin embargo, ofreció un contexto basado en las acciones anteriores de Trump. Recordó que “durante esa administración hubo un reconocimiento del Gobierno de Estados Unidos al presidente Juan Guaidó como presidente legítimo de los venezolanos, esto desató el reconocimiento inmediato de más de 50 países a Juan Guaidó”.
Trump, en su primer mandato, no solo sancionó a Venezuela sino también a Cuba, país al cual Flórez se refiere como el que “maneja el libreto por el que se rigen otras supuestas democracias y países socialistas del siglo XXI.” Esta política de presión económica y diplomática se alineaba con la defensa de la democracia y el derecho a la libertad, según el asesor.
La administración Trump, a lo largo de su primer gobierno, había insistido en que las dictaduras deben “liberar inmediatamente a todos sus presos políticos y llamar a elecciones libres y transparentes, con opción de observación internacional y con participación de distintos partidos lo más rápidamente posible”. Esta posición, aunque no confirmada para el próximo mandato, podría sugerir una continuidad en las políticas de presión y apoyo a procesos democráticos en Venezuela.
La reelección de Trump plantea interrogantes sobre cómo se manejarán las relaciones con Venezuela y el resto de América Latina. Mientras que algunas naciones esperan cambios, otras temen una continuidad de las sanciones y la diplomacia de confrontación.