Leonardo Coutinho: El dictador Nicolás Maduro endurecerá su régimen

Leonardo Coutinho: El dictador Nicolás Maduro endurecerá su régimen

El dictador venezolano Nicolás Maduro ha organizado otra ceremonia de investidura para hacer parecer que Venezuela vive bajo una normalidad democrática. La ceremonia, que marcará el inicio de su tercer mandato ilegítimo, es un acto complementario al circo que realizó el pasado mes de junio, cuando llamó al pueblo a votar en un simulacro de elección.

Casi todo el mundo ya ha entendido que Maduro fingió una victoria electoral para mantenerse en el poder. Pero, mirando hacia atrás, no hizo nada diferente de lo que él y su pandilla venían haciendo.

En 2012, ya moribundo, Hugo Chávez fue elegido en unas elecciones con resultados sospechosos, con Maduro como su vicepresidente. Después de eso, Chávez desapareció. Estuvo hospitalizado en Cuba, donde falleció a consecuencia de un cáncer, sin haber asumido jamás efectivamente el cargo.





Aunque los chavistas aparecieron con un mandato firmado, nadie ha visto siquiera una fotografía del acto que habría confirmado a Chávez como presidente. Hay serios indicios de que todo estaba preparado para evitar nuevas elecciones.

Con la muerte de Chávez, Maduro asumió el poder de manera interina y organizó unas “elecciones” para justificar su presencia en el poder. Llena de denuncias de fraude y abuso, comenzó a ser cuestionada por la gente que salió a las calles.

Maduro y sus milicias aplastaron a los manifestantes en una ola de violencia sin precedentes en ese país.

En 2019, Maduro fue reinstalado en el poder luego de otra elección aún más polémica, en la que incluso la empresa que suministró las máquinas de votación electrónica denunció inconsistencias entre los resultados y los presentados por el régimen.

Maduro siempre ha utilizado elecciones simuladas para darle una apariencia democrática a su régimen, al tiempo que no sólo manipula los resultados, sino que también persigue, detiene e incluso asesina a sus opositores.

Ahora está de vuelta, haciendo lo que siempre ha hecho, y aún así mucha gente parece sorprendida.

El pueblo venezolano se prepara para salir nuevamente a las calles para exigir el regreso de la democracia.

A Maduro le importa un carajo. Llama a todos estafadores y promete enviar a la cárcel a cualquiera que insista en la “estafa”

En 2017, por ejemplo, cuando la crisis estaba en su apogeo, cientos de personas fueron arrestadas y asesinadas. Maduro no sólo reprimió sino que utilizó el argumento del golpe para endurecer el régimen.

Durante meses, se registraron protestas diarias en cientos de localidades de todo el país. ¿Pero qué pasó? Los descontentos fueron masacrados por los grupos armados del chavismo. Ya sea a través de las fuerzas oficiales o a través de los paramilitares y grupos del crimen organizado que reciben y apoyan al régimen.

Hay mucha expectativa por el fin del régimen. Muchos lo comparan con la caída repentina de Bashar al-Assad en Siria. Otros apuestan a que el estadounidense Donald Trump expulsará al dictador venezolano.

He escrito antes en este espacio que no hay una solución fácil para Venezuela. No basta con derrocar a Maduro. Con él tendrá que irse todo un régimen que tiene pilares en el crimen transnacional organizado y el apoyo de países que no están dispuestos a renunciar a sus poderes locales.

China, Rusia e Irán han construido en Venezuela una base avanzada para sus intereses en Occidente. Algo que, por ejemplo, Cuba nunca fue.

El régimen socialista de Castro sirvió de inspiración y propaganda. Pero nunca tuvo la magnitud de la Venezuela de Chávez y Maduro. El régimen incrementó el desorden regional a niveles nunca antes alcanzados, ni siquiera por guerrillas financiadas por la ex Unión Soviética y alentadas por los cubanos.

Desde Pekín y Moscú, los autócratas en jefe mueven los hilos del régimen venezolano, que ha impulsado a los cárteles de la droga en México, convertido a Centroamérica en un infierno de violencia y ampliado la capacidad de traficar cocaína a Europa y África. Además, socavaron la confianza en la democracia y desafiaron con éxito el liderazgo regional de Estados Unidos.

Nicolás Maduro no ganó ninguna elección. Me atrevo a decir que en realidad nunca ha ganado ninguna. Pero no le importó. Maduro siempre ha ganado y sigue ganando porque su juego es diferente. Sigue reglas que otros están obligados a seguir y siempre puede ignorarlas o cambiarlas.

Espero que un día Venezuela vuelva a manos de los venezolanos. Algún día.

Este artículo fue publicado originalmente en Gazeta do Povo el 9 de enero de 2025. Traducción libre del portugués por Google Translate