Mireya Rodríguez: ¿Qué esconde la sonrisa de Jorge Rodríguez?

Mireya Rodríguez: ¿Qué esconde la sonrisa de Jorge Rodríguez?

El reciente encuentro entre las autoridades el régimen en Venezuela y el emisario de la administración estadounidense ha dejado una imagen que, por su teatralidad, merece un análisis detenido. En ella, destaca Jorge Rodríguez, posando con una sonrisa desmesurada, expresión que resulta inusual y forzada. Rodríguez no es un político de gestos espontáneos; su historial lo define como un operador frío, de verbo incendiario y de calculada manipulación. Entonces, ¿qué significa esta sonrisa?

Como mínimo, su expresión admite tres interpretaciones, cada una de ellas reveladora del complejo juego político que atraviesa Venezuela en este momento.

1. La sonrisa como puesta en escena





Rodríguez domina el poder de la imagen y la narrativa. Su desbordante sonrisa podría ser un esfuerzo deliberado de proyectar normalidad y legitimidad, tanto dentro como fuera de Venezuela. Tras unas elecciones marcadas por irregularidades- en las que el régimen fue derrotado abrumadoramente el 28 de julio- Maduro ignoró los resultados y renovó ilegalmente su mandato el 10 de enero, quedando desconocido por la mayoría de las democracias occidentales. Frente a este aislamiento diplomático, el régimen necesita desmontar su ilegitimidad. Mostrar a sus líderes sonrientes y en diálogo con la mayor potencia mundial busca enviar un mensaje claro: “somos un gobierno estable y reconocido, no una tiranía aislada”.

No sería la primera vez que Rodríguez apela a la manipulación simbólica. En otras negociaciones, ha jugado a ofrecer concesiones que luego revierte, presentándose ante la comunidad internacional como un interlocutor confiable mientras endurece la represión interna. En este caso, la sonrisa podría ser parte de ese libreto: el intento de proyectar estabilidad donde solo hay crisis y represión.

2. El pragmatismo compartido

Otra posible lectura de esta escena radica en el pragmatismo extremo de ambas partes. Rodríguez podría haber sonreído con alivio al constatar que el enviado estadounidense —representante de un país que durante años impuso sanciones y denunció al chavismo— está dispuesto a sentarse con ellos. En otras palabras, en su mente podría haber pasado la idea de que “el pragmatismo también gobierna en Washington y vamos a entendernos”.

Este enfoque no es descabellado si se considera el historial de la política exterior estadounidense con Venezuela. A pesar de las sanciones y declaraciones públicas contra Maduro, Washington ha buscado acuerdos cuando lo ha considerado conveniente, especialmente en materia petrolera. La sonrisa de Rodríguez podría reflejar la confianza de que, más allá de los discursos, hay margen para negociar.

3. ¿Miedo disfrazado de confianza?

Sin embargo, hay un detalle en el lenguaje corporal de Rodríguez que contradice su amplia sonrisa: sus manos entrelazadas frente a su cuerpo y su postura ligeramente contraída. Esta incongruencia sugiere que, lejos de un momento de triunfo, estaba enfrentando un alto nivel de tensión.

Si esta interpretación es correcta, su sonrisa oculta una inquietud: la incertidumbre sobre lo que significa el triunfal regreso de Donald Trump a la Casa Blanca con Marco Rubio ocupando el Departamento de Estado, lo cual podria implicar un cambio radical en la política de Washington hacia Venezuela, con el regreso de presiones más agresivas y el endurecimiento de sanciones. En este escenario, la sonrisa de Rodríguez sería un intento de disimular el miedo ante esta gran posibilidad. 

De la narrativa antiimperialista al cálculo político:

Sea cual sea la verdadera motivación detrás de la sonrisa de Jorge Rodríguez, resulta interesante dilucidar qué hay detrás de esa sonrisa, sobre todo tratándose de un régimen que ha mantenido durante un cuarto de siglo una retórica y una actitud claramente antiimperialista. Durante décadas, el chavismo ha construido su identidad política en torno a la oposición frontal a Estados Unidos, denunciándolo como el enemigo histórico de Venezuela y responsable de todos sus males.

Sin embargo, la imagen de Jorge Rodríguez, con una sonrisa desbordante frente al emisario de Washington, representa un giro que nos hace preguntar: ¿es este el reconocimiento implícito de que, al final, el pragmatismo geopolítico se impondrá sobre el discurso ideológico? ¿O se trata de un intento desesperado de garantizar la supervivencia de un régimen que, pese a su control total del poder, siente que sus pilares se están desmoronando?

Lo que es seguro es que, en Política, las sonrisas pueden ser más reveladoras que las palabras. Y para los políticos, una lección clave: el cuerpo no miente, siempre delata lo que queremos esconder.