
Hablemos de vivir un sueño. Eric Arthur tenía 62 años, estaba jubilado, gozaba de estabilidad económica y, durante los últimos cuatro años, navegaba sin preocupaciones por el Mediterráneo en su buque.
Por Kejal Vyas y Patricia Garip / The Wall Street Journal
En diciembre, este veterano marinero que creció en Los Ángeles se embarcó en lo que se convirtió en su mayor aventura. Comenzó con una travesía del Atlántico. Había comprado su barco de 48 pies en Grecia y le había dado su propio apodo, “el Tambo”, una mezcla de los personajes de las películas de los años 80 Terminator y Rambo.
Arthur, descrito por sus amigos como un afable buscador de emociones, completó su viaje transatlántico y celebró las vacaciones de Año Nuevo en Barbados. Luego partió hacia el clima templado y las impresionantes playas de Venezuela, que en su mente tal vez era un lugar atractivo para establecerse.

Años de navegación tranquila por el sur de Europa y el norte de África lo habían cegado ante los riesgos. “No me di cuenta de que era tan malo”, dijo Arthur, sin pensar en desembarcar en el régimen de Nicolás Maduro, quien ha gobernado Venezuela con mano de hierro durante 12 años.
La guardia costera de Venezuela detuvo a Arthur en aguas venezolanas y 12 oficiales abordaron su embarcación con perros detectores de drogas, dijo. Más tarde ese día, le dijeron que regresara, rechazando sus súplicas de descansar durante la noche. Agotado, Arthur se quedó dormido al timón.
Aproximadamente a las 11:30 p.m. del 6 de enero, su embarcación se estrelló contra las rocas y se hundió en cuestión de minutos. Arthur subió a una balsa salvavidas con una radio, agua fresca y una computadora portátil, y quedó a la deriva en la inmensidad, lejos de la tierra. Se acurrucó bajo la lona naranja de la balsa y envió mensajes de socorro por radio cada hora.
Después de tres días, Arthur fue rescatado por pescadores que atendieron sus llamadas de socorro. Los hombres lo llevaron a una base militar venezolana en una isla remota. Los oficiales navales le prestaron un colchón para su primera noche de sueño.
A la mañana siguiente, los oficiales filmaron a Arthur desayunando y caminando. Más tarde, le pidieron que leyera una declaración a la cámara, agradeciendo a Maduro por rescatarlo.
Arthur se negó. “Querían hacer propaganda. Querían que dijera lo grandioso que era el presidente”, dijo.
Para leer la nota completa ingrese AQUÍ