El futuro promisorio de Venezuela está presente en cada palmo de territorio, en la conciencia de sus pobladores y en aquellas acciones coordinadas y audaces que puedan surgir desde cualquier frente. Aunque grupos de poder busquen seguir imponiendo un destino diferente, la implementación de medidas extraordinarias podría resultar decisiva para el país.
La referencia de “operación Sichelschnitt” o Fall Gelb que se traduce como “operación amarilla”, conocida en idioma castellano como Golpe de Hoz, sirve de paralelismo para analizar escenarios actuales, que invitan a reflexionar sobre estrategias geopolíticas que, tanto en el pasado como hoy, buscan redefinir áreas de influencia.
Se consolidan las razones para que en el continente americano, ocurra la conformación de sólidos lazos de cooperación para contrarrestar influencias desde países lejanos, precisamente las acometidas por un ejército que amenaza con extender la guerra desde el este de Europa, limitando probablemente su apoyo a naciones de América.
Este reordenamiento implicará a corto y mediano plazo, una reasignación de roles regionales, donde Venezuela deberá fortalecer su posición mediante la cooperación intracontinental exclusiva, alejada de pactos hegemónicos globales.
Si bien esa pérdida de apoyo y el debilitamiento del poder central, podría agravar la crisis socioeconómica, el compromiso de cambios puesto de manifiesto por la ciudadanía, será clave para estabilizar escenarios críticos. Aquí yace una paradoja: la misma fragilidad que expone vulnerabilidades del poder central, podría catalizar la reinvención del país como actor geopolítico central.
En Venezuela se puede estar constituyendo un epicentro en la reconfiguración geopolítica, por maniobras estratégicas entre áreas de influencias, en plena formación. El giro de los acontecimientos, coloca al liderazgo nacional (político, organizacional, ciudadano, corporativo) en la urgencia de ajustar posturas, donde América, pueda consolidarse como bloque autónomo y Venezuela como pilar necesario.