
El 6 de febrero de 2024, oficiales de la Policía de Denver acudieron a una vivienda en la calle Quitman, en el suroeste de la ciudad, tras recibir un aviso durante un proceso de desalojo.
Allí encontraron varias cajas con restos cremados. Lo que parecía un incidente aislado se agravó cuando descubrieron un auto fúnebre blanco estacionado en el camino lateral de la casa.
Dentro del vehículo, yacía el cadáver de Christina Rosales, de 63 años, envuelto en mantas. Según las autoridades, llevaba allí aproximadamente 18 meses.
El auto pertenecía a Miles Harford, expropietario de Apollo Funeral and Cremation Services, una funeraria ubicada en Littleton, Colorado. Las autoridades también identificaron restos humanos ocultos en otras partes de la vivienda, como el sótano, de acuerdo con información del medio local The Denver Gazette.
Engaño a familias y ocultamiento de restos
Las investigaciones revelaron que Harford había entregado a la familia de Rosales cenizas de otra persona, con la intención de hacerles creer que la mujer había sido incinerada correctamente, según informó en un comunicado la Oficina del Fiscal de Distrito de Denver.