Cristina se aloja en el hotel más caro del mundo (Fotos)

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner arribó  a Emiratos Árabes Unidos para iniciar una gira por Asia que también incluirá visitas Indonesia y Vietnam, donde se reunirá con sus pares y empresarios de esos países.

Cristina se alojará en una de las suites de último piso del Emirates Palace, el hotel que costó tres mil millones de dólares, el más caro del mundo. Puro oro y mármol, con habitaciones que van entre los 1.400 y 17.000 dólares por noche. Sin impuestos. Consultados Presidencia y el hotel sobre quién pagaba los gastos, ninguno respondió a Clarín.





El Emirates Palace es, en realidad, un palacio que funciona como un hotel. Se intenta terminar con la discusión con sus competidores asiáticos y árabes sobre cuál hotel es el más lujoso o si merece la categoría inexistente de siete estrellas.

El Emirate Palace remite sin dudas a un palacio con su estructura dorada de 114 cúpulas: la más grande, de 74 metros. Con 1.200 cristales de Swaroski en sus lámparas colgantes, la más monumental pesa dos toneladas y media.

El hotel tiene 128 cocinas y la muestra de que el jugo es exprimido lo muestra otro récord: por año se usan 200 toneladas de naranjas.

El edificio se acomoda sobre cien kilómetros en la costa de Abu Dhabi, la capital de Emiratos Arabes Unidos, donde la Presidenta inicia hoy su gira de once días por Asia.

Cristina Fernández de Kirchner podría hacer sus habituales caminatas matutinas por los senderos que a lo largo de seis kilómetros cruzan el parque. En él hay 8.000 árboles, una excepcionalidad en el desierto de Abu Dhabi, un emirato que se mantiene siempre verde gracias a lo s mil millones de litros de agua desalinizada que por día se vierten para regar sus parques.

También podrá disfrutar de “soñadas” arenas blancas y del mar turquesa del golfo. Aunque lo debería hacer a partir de mañana: desde el viernes pasado fuertes vientos obligan a los empleados del hotel a levantar los muebles de playa por temor a que salgan volando. La playa es privada: de acceso exclusivo para los huéspedes.

Pero si el clima de afuera no ayuda, todavía queda el hotel. El hall de acceso, con adornos en oro puro, se abre en varios y enormes pasillos que desembocan en salones y pequeños ambientes. Con suma discreción aparecen cada pocos metros empleados y guardias de seguridad.

Se estima que por huésped hay seis empleados.

Pero siguiendo el recorrido y hacia la izquierda, siempre mirando al mar a través de ventanales monumentales, varios pasillos recuerdan a un museo. En las vitrinas hay piezas originales de la Antigua Grecia, China y de arte precolombino. Las cúpulas también sirven para dividir ambientes y separar locales, la mayoría joyerías.

Como oasis en un desierto de alfombras hechas a mano aparecen los bares y restaurantes. Son más de veinte. El primero es Le Café, que ofrece un té al mejor estilo británico por casi sesenta dólares.

Los sillones bajos con mesas pequeñas suelen ser los preferidas de las mujeres árabes que, con sus trajes típicos, pasan las horas de la tarde. El capuccino, otra especialidad, se sirve en una bandeja de plata con un dátil y un pequeño souflé de chocolate como acompañamiento.

El caviar

En el bar también se ofrece caviar Beluga iraní, los cien gramos cuestan mil dólares, y hay un champagne especial –Emirates Palace Luxor Gold– de 1.500 dólares. En la carta de vinos figura uno argentino: el Yacochuya, es el único del país y se ofrece por 250 dólares.

El Emirates Palace pertenece al gobierno de Emiratos Arabes Unidos, pero es administrado por la compañía alemana Kempinski. Tiene 349 habitaciones, 92 de ellas en suites, que van de los 55 a los 680 metros cuadrados. De ahí la variedad de tarifas.

Las del piso superior son las más caras y están reservadas para los miembros de las familias reales árabes y para jefes de Estados en visita al país.

En una de ellas pasará las próximas noches la Presidenta.