La ladilla en peligro de extinción

La ladilla en peligro de extinción

La ladilla, ese bicho horrible cuya presencia acompaña a la humanidad desde sus orígenes, y que ha servido como material imprescindible en las historias tragicómicas de sexo, se está incorporando rápidamente a la lista de especies en peligro. La razón: la explosiva popularización de la depilación completa, también llamada brasileña, publica La Nación.

La moda habría comenzado en las playas del gigante sudamericano en una fecha indeterminada y su popularización llega en  los años 90 de mano de 7 hermanas brasileñas que tenían un salón de depilación en Manhattan, Nueva York, según un artículo de la revista Bloomberg. Se trata del negocio llamado “J Sisters”, que entre sus clientes cuenta con actrices como Sarah Jessica Parker  de la serie “Sex and The City”.

Desde entonces este tipo de depilación se la realizan más del 80% de las estudiantes universitarias de Estados Unidos y un número cada vez más creciente en los países occidentales. Uno de ellos es Australia, donde la principal clínica de salud sexual no ha encontrado una mujer con ladillas desde el año 2008, mientras que los casos de hombres con este molesto parásito han disminuido hasta en un 80%.





Cada vez más exóticas

“Antes eran muy comunes; hoy rara vez es possible ver una ladilla”, explicó el doctor Basil Donovan, del Instituto Kirby de salud sexual de la universidad de South Whales, quien además se desempeña en el instituto de Salud Sexual de Sidney.

Sin duda la depilación total, que a todas luces se ha visto favorecida por la industria del porno -donde el vello púbico ha desaparecido paulatinamente, pasando desde el “afro” setentero hasta la depilación completa actual-, ha significado una interesante manera de combatir a estos indeseables bichos, que estaban entre las más contagiosas infecciones de transmisión sexual.

Pese a que no están asociadas a la transmisión de enfermedades sexuales -son una indeseable infección en sí mismas-, durante décadas se usaron insecticidas tópicos para combatirlas, sobre todo para evitar la molesta picazón e irritación que generan. Algunos de estos insecticidas eran bastante tóxicos y su uso se masificó durante la Segunda Guerra Mundial.