Angélica Alvaray: Fe de vida

El mes de enero tiene sus rutinas incorporadas, eso de hacer el balance, los planes para el año que comienza, los exámenes de control, arranque de presupuestos y cierre de años fiscales. Para muchos, es también el momento de presentar la fe de vida, un requisito insalvable para los que están jubilados y reciben algún tipo de pensión.

Esa fe de vida, que para algunos es solo entrar en una oficina, saludar a las secretarias y quizá llevarles algún recuerdito, pasar al mesón donde está el cuaderno y firmar, para otros puede ser un via crucis. Sé de profesores que han tenido que ir aún cuando en ese momento estaban hospitalizados, con tapaboca y enfermera al lado, para firmar el cuaderno, con el objeto de no faltar a los plazos. No firmar es siempre un costo mayor, es entrar en una burocracia más allá de la institución que te otorga la pensión, caer en las garras del Estado que niega tu existencia aún cuando seas tú mismo quien te presentas a hacer todos los trámites.

Hay sin embargo una fe de vida que nadie pide, pero que se está tragando nuestra sociedad en una espera tensa, en un impasse que es aprovechado por el gobierno de continuismo para seguir con sus desmanes.





Hay un trámite que cumplir y que el gobierno no ha cumplido, está en falta. ¿Será mucho pedir que de el ejemplo? ¿Qué se cumpla con la ley? ¿Que no se comporten como los secuestradores de las FARC cuando niegan pruebas de vida del secuestrado a sus familiares? ¿Será que nosotros como sociedad no tenemos derecho a saber dónde estamos parados? ¿Será que vamos a quedarnos de brazos cruzados esperando, a ver hasta dónde estiran la cuerda antes de que se rompa?