Alberto Franceschi: Se oye un ruido de botas

Ojalá pudiera expresarme con aún mayor claridad sobre el espinoso tema de la intervención de los militares en la etapa de crisis política aguda que se nos viene encima, tras el experimento efímero del cogollo chavista, pretendiendo usurpar el poder, con mañas que suponen la idiotez colectiva para aceptarlas.

Cada vez que se menciona el tema la gente supone o que uno está proponiendo un golpe militar, o que esta “dateado” sobre una conspiración de alto calibre, e inmediatamente empiezan a hacerse los “test testiculares” del caso, sobre los que se abunda muy erróneamente.

Nada más lejos del escenario previsible que una exhibición de testosterona, para que pueda controlar el poder un núcleo militar “x” de orientación política “y”.





La crisis que vengo pronosticando y que se acerca a gran velocidad, es la generada por UNA OBLIGACION DE LAS FUERZAS ARMADAS de impedir que el “vacío de poder” en ciernes se transforme en un caos generalizado, con brotes de violencia ciegos, que anarquizarían aún más la economía, las comunicaciones , el pago de salarios, la seguridad de los depósitos bancarios, la producción y refinación petrolera y que seguramente llevarán al centro de la escena una peligrosa y generalizada situación de orden público.
El gobiernito Maduro no dará la talla para evitar eso, más bien será él quien provoque ese desgobierno.

Van a multiplicarse los efectos de una crisis de confrontaciones entre fuerzas que se hacen centrifugas, es decir que tiran para cualquier lado, buscando ventajas o defendiéndose de agresiones reales o supuestas.
Frente a esa fuerzas centrifugas, propias del vacío de poder, operará INEVITABLEMENTE la convocatoria de las FFAA como única fuerza centrípeta, que asumiría hipotéticamente el centro de gravedad del Poder de Estado, si no es que también se fragmenta, estallando en sus componentes, y grupos de interés, por falta de un fuerte liderazgo que las interprete de conjunto, en su misión de salvaguardar la integridad y seguridad de la república.

Quien tenga dudas sobre la velocidad a la que van los acontecimientos y la escasísima solidez del gobiernito Maduro, que de echo puede irse al demonio cualquier madrugada de estas, déjenme recordarle que en sus últimos destellos de lucidez, antes de marcharse a su cuarta y más riesgosa operación en La Habana, Chávez dejó una especie de hoja de ruta constitucional, que fue absolutamente ignorada por el combo de la cúpula chavista, lo que nos da derecho a enjuiciar ahora la “chamboneria” de los usurpadores, que terminaron enredando tanto la vaina, que ahora ese gobiernito, corre el peligro de sucumbir en la más absoluta parálisis, o estallar.

Solo atinaran a tener como única explicación de haber generado este desgobierno, la sórdida justificación para sus respectivas huestes, en las trampas que se hacen entre las distintas fracciones en conflicto, para serrucharse el piso y las peleas para quedarse con la tajada del león del poder.

La torta de la devaluación y otras medidas económicas semeja más bien un suicidio que un plan de serios correctivos, que era necesario para evitar la marcha al abismo.

Pero además, para sobrevivir, Maduro y el chavismo ya huérfano, necesitaba una gran apertura política y en su lugar de eso decretaron una mayor sectarización y piratería, propia de aprendices en el manejo de sus relaciones con la mayoría del país.

Han llegado al colmo de creer que pueden sodomizar a esa dócil y quejumbrosa oposición electoralista, que ha hecho esfuerzos insólitos para conservar sus arepas y un lugarcito bajo el sol, pero estos ineptos del cogollo bastardo les niegan hasta el agua, desautorizándoles totalmente y eliminando de hecho el apoyo opositor a la permanencia del régimen por vía electoral, porque la masa opositora está encontrando rápidamente el camino de la venganza para desconocer el CNE, que es la joya de la corona fraudulenta.

La idiotez es tal, en este gobiernito, que es capaz de alegrarse creyendo que una abstención demoledora les otorgaría más fácilmente un poder omnímodo, producto de un escandaloso fraude, sin percatarse que este puede ser el episodio desencadenante de un desconocimiento abrupto de todo el régimen, que hace aguas por cien razones y le falta solo esta para hacer visible su ilegitimidad electoral.

Aunque digan por allí que este tema es extemporáneo tratarlo, tengo sobradas razones para creer que no hay nada más urgente que descifrar, pegando la oreja al suelo, “para donde fumea” este ruido de botas .