¿Qué hacer con un botín de diamantes robados?

¿Qué hacer con un botín de diamantes robados?

Desde que las Naciones Unidas pusieron en marcha el llamado «Proceso de Kimberley» para regular el tráfico de piedras preciosas y evitar que las guerras africanas se financiasen con el comercio de diamantes, el comercio de este tipo de gemas está estrechamente controlado por varias organizaciones de vigilancia, las más importantes radicadas en Bélgica. Según la Comisión Europea, los diamantes robados solo representan el 0,2% del mercado mundial y de acuerdo con los datos que se consideran más fiables, los 37 millones de euros del robo del lunes representan menos del 0,1% de la cifra de negocios del sector diamantífero de Amberes. El botín no constituirá un beneficio para los atracadores del aeropuerto de Bruselas hasta que no los hayan vendido, es decir, se puede dar por seguro que esas piedras volverán tarde o temprano al mercado, aunque no será nada fácil. abc.es

(foto EFE)

– Si se trata de diamantes sin tallar, lo más frecuente es que sean trasladados tranquila y discretamente —por vías indirectas— a los países productores adheridos al Proceso de Kimberley, generalmente en África, donde se puede obtener la complicidad de pequeños explotadores de yacimientos, o de intermediarios acreditados, que los compran legalmente y los vuelven a enviar a los centros mundiales de tallado. Para poder detectarlos, sería necesario un exhaustivo examen que podría determinar si la estructura mineral corresponde con el origen declarado, pero ese análisis es caro y no se suele hacer más que en el caso de piedras de cierto tamaño.

– Los diamantes tallados llevan grabada al láser una minúscula identificación en su faceta superior, visible solamente al microscopio. Su venta directa es un ejercicio arriesgado, porque siempre existe la posibilidad de que sean rastreados en un punto de la cadena de la industria de la joyería.





– Un nuevo tallado puede servir para borrar la identificación, lo que los convertiría nuevamente en legales, aunque a costa de haber perdido tamaño y, por tanto, valor. Además, debería hacerse en un centro de tallado donde los artesanos se prestasen a la maniobra.

– Existen falsificadores de certificados Kimberley que pueden servir para procurar documentación a las piedras con la que sea posible venderlas de forma dispersa.

– Los ladrones pueden venderlos en uno de los mercados que no se ha adherido al Proceso de Kimberley, entre los que figuran la mayoría de los países árabes, los africanos que no son grandes productores o en casi todos los de Iberoamérica, excepto Brasil. Venezuela, Costa de Marfil o la República del Congo (Brazaville) han perdido su condición de participantes en el proceso debido a las irregularidades detectadas, pero siguen autorizados a comerciar.

– Pueden trocearlos y venderlos para aplicaciones industriales, que constituye una importantísima fuente de demanda. El precio es menor, porque se trata de diamantes que no se usarían para la joyería, pero todavía muy atractivo. China es un mercado ideal para este tráfico.