El difícil panorama económico que le espera al nuevo presidente

A partir del 14 de abril, el nuevo presidente de Venezuela -el candidato oficialista Nicolás Maduro o su rival Henrique Capriles- deberá afrontar un negro temporal de alto costo de la vida, brotes de desabastecimiento y deterioro generalizado de los servicios públicos.

Por Eyanir Chinea/Reuters

Durante los 14 años de Gobierno del presidente Hugo Chávez, la economía de la nación petrolera sufrió grandes transformaciones en su camino a un socialismo con firma propia.





En el país con las mayores reservas de crudo del mundo conviven un Estado con alto control de la economía y una empresa privada que se ha ido replegando ante la avanzada de las nacionalizaciones y la dependencia de las importaciones.

A continuación algunos de los retos económicos que deberá enfrentar el sucesor de Chávez:

Inflación

El nuevo mandatario deberá frenar una inflación de dos dígitos que el país soporta desde hace más de 26 años y que se ha mantenido tanto en épocas de crecimiento como en recesión.

El Gobierno intentó contener la inflación con estrictas regulaciones, que aunque lograron reducir la velocidad de los precios momentáneamente, se han convertido en una camisa de fuerza para la producción interna, generando brotes de escasez.

La devaluación de un 32 por ciento en febrero impulsó nuevamente los precios, que en algunos casos se duplicaron de un plumazo, iniciando un nuevo círculo inflacionario que en algún momento creará la necesidad de otra devaluación.

Mercados de divisas y controles 

Venezuela sufre de frecuentes sequías de dólares en medio del control de cambio vigente desde 2003, lo que reduce la disponibilidad de bienes en una economía dependiente de las importaciones e impide a las trasnacionales repatriar capitales.

Del lado de los consumidores, los venezolanos carecen de fórmulas para ahorrar o invertir en moneda extranjera y cuentan con montos limitados para estudiar y viajar al exterior.

El nuevo Gobierno deberá idear una nueva fuente de divisas constante para los demandantes y rentable para el Gobierno.

Durante su gestión interina, Maduro lanzó un sistema de subasta de divisas que en su estreno vendió dólares a un promedio de 14 bolívares, mayor al oficial de 6,3 bolívares. Aunque se espera que esto atizará la inflación, es menos pesado de mantener en términos fiscales que el dólar fijo.

Además, el mandatario entrante deberá lidiar con la escalada del dólar en el mercado paralelo, que es ilegal y ha trastocado la economía al casi cuadruplicar el precio del dólar oficial.

El Gobierno también deberá vigilar los controles de precios que fallan en la revisión constante de los costos de producción en una economía inflacionaria, lo que a menudo deriva en desabastecimiento de bienes controlados.

El tejido industrial venezolano ha perdido grosor en los últimos años y según los privados esto se debe a los controles de precio, la escasez de divisas y la inseguridad jurídica.

Si Venezuela quiere remontar su costosa dependencia de los puertos, debe crear condiciones para fundar nuevas empresas.

Petróleo

La nueva administración deberá encontrar fórmulas para que el flujo de los petrodólares a las “misiones” gubernamentales, que ambos candidatos han dicho mantendrán, no vulnere la capacidad de inversión de Pdvsa, en momentos en que le urge elevar la estancada producción de crudo.

La cuna de las mayores reservas de crudo del mundo también requiere de multimillonarias inversiones en ingeniería e infraestructura que mejoren el bombeo y la refinación para disminuir las costosas importaciones de combustibles, que han subido tras la explosión en la mayor refinería del país, Amuay, que dejó más 40 muertos y cuantiosos daños.

Petróleos de Venezuela (Pdvsa) también debe disminuir su pesada deuda con sus proveedores de servicios, mientras cumple acuerdos para vender crudo a países como China.

Eficiencia gubernamental

Chávez hizo de las nacionalizaciones una marca de su gestión, lo que pasó a manos del Estado una lista de firmas petroleras, eléctricas, siderúrgicas, bancos y telefónicas, así como industrias medianas alimenticias, papeleras y de textiles.

La ola de expropiaciones dejó una estela de más de 20 arbitrajes internacionales por montos multimillonarios que deberán ser enfrentados por el Gobierno, que además deberá velar por la eficiencia de las empresas estatales, cuestionada incluso por el propio Chávez y su candidato Maduro.

Las industrias mineras y transformadoras de minerales requieren de millonarias inversiones que las saquen de su avanzado deterioro, que las hace inviables económicamente.

Deterioro fiscal y subsidios 

Aunque la devaluación le generó al Estado unos 48.000 millones de bolívares para subsanar su déficit fiscal, Venezuela sigue arrastrando el lastre de onerosos subsidios que distorsionan sus cuentas públicas.

Pdvsa  vende la gasolina más barata del mundo y no ha revisado el precio en casi 16 años, además la electricidad y el agua están fuertemente subsidiados.

La infraestructura del país también debe ser remozada, tanto para el tránsito vehicular como en la creación y ampliación de nuevos métodos de transporte que alivien los pesados embotellamientos, especialmente en las ciudades principales.

Las millonarias transferencias de la estatal PDVSA a los proyectos sociales del Gobierno, que abarcan desde la compra de alimentos hasta la construcción de casas, también han vulnerado el flujo de caja de la petrolera, fuente de 96 de cada 100 dólares que entran al país.

* Dinamización del mercado inmobiliario 

El déficit habitacional venezolano llegó a superar 2 millones de viviendas. El Gobierno de Chávez logró reducir la brecha mediante un gran proyecto gubernamental de construcción de casas a precios subsidiados.

No obstante, el mercado inmobiliario adolece de nuevas construcciones privadas y el mercado de renta es prácticamente inexistente. Chávez intentó abordar el problema a través de la regulación de precios de venta y alquiler, así como tasas de interés hipotecarias.

Pero la cartera hipotecaria aún es insuficiente para satisfacer la demanda y los precios de las viviendas se mantienen inalcanzables para el grueso de la población.

Reuters