El 14 de Abril en la noche, al momento de forjar o detener la estafa electoral, los herederos bastardos del chavismo, pudieron haber asumido una derrota honrosa, con su 40% real de votantes, y dedicarse por 6 años a regenerar sus filas, infectadas de toda clase de traficantes auto-designados revolucionarios, que más bien provocan repugnancia a los propios militantes de una causa política que ellos juran y perjuran que es progresista.
Pasado el velorio, los proponentes, ya no tan altivos sino solo vociferantes altaneros de la “causa chavista”, pretendiéndose antiimperialistas e igualitaristas han terminado por remachar la entrega de este país a una tiranía extranjera, ruinosa y macabra como lo es la isla de la desgracia, generando en Venezuela la peor de las desigualdades.
La herencia de los náufragos rojos decreta una especie de ukase nazi que reza: eres o serás millonario en dólares si eres dirigente delincuente, pero solo serás un pobre de solemnidad si solo gritas apoyos cuidando a tus “misiones”, ideadas por los repartidores de miseria para imponer conformismos baratos.
Mientras esto ocurre, bajo el gobiernito de los rezanderos del “mantra del comandante eterno” , el decreto sentencia que el campo opositor padecerá la calamidad de la exclusión o en el mejor de los casos vives repelando lo que queda de este capitalismo de re-ventas infinitas de todo lo importado.
El cuadro sin embargo no estaría completo sin la bisagra política y social de toda clase de oportunistas de van desde banqueros billonarios en dólares hasta rapiñadores de favores oficiales.
La herencia embalsamada de ese país de pasados y pasivos que construyeron, al más alto costo inimaginable de un trillón de dólares, los despilfarradores en estos 14 años, al parecer ahora está pasando su pesada factura de inviabilidades, para un régimen que en escasos meses dilapidó el capital político del “comandante”, que aun siendo todo lo truculento que uno pueda imaginar, nadie le negaba su calidad de beligerante aventajado, sobre todo a la hora de someter a los opositores y condenarles solo a permanecer en el decorado de sus tramoyas. Ahora los náufragos deben lidiar con una oposición levantisca donde hasta las gallinas cantan como gallos, por fin y en horabuena.
La suma de imposturas sórdidas sobre la propia muerte del líder, las indecorosas faenas apabullantes del velatorio eternizado y sobre todo el golpe seco, tras la desaparición del caudillo, que deja el país en manos de chambones de siete suelas, que apelan al matonismo y a la vulgaridad para intentar arrinconar a una mayoría que les adversa desde hace años, configuraron de forma súbita un escenario de derrumbe de este régimen de impostores, que pasando por la fabricación de un burdo fraude electoral pretenden, apaleando diputados y generando violencias intimidatorias de provocadores por doquier, seguir usurpando un poder público para el que sencillamente ya fueron desahuciados.
Escribimos tantas veces y por años sobre este escenario final, que nos provoca solo reeditar lo que pronosticamos sobre esta suerte irremediable de un régimen basado en el abuso y la mentira.
Pero nunca imaginamos que en el camino se quedara el máximo hacedor de esta calamidad histórica y menos que dejara como albaceas a este pobre equipo de arrogantes de tan ridículas incapacidades, que no les quedó más alternativa que desnudar su abyecta sumisión a los Castro, convirtiéndose solo en procónsules de pacotilla de esa mazmorra social caribeña y de ñapa pretender que nuestro país de rebeldes, informales y libertos se transforme en misera nación de indigentes postrados, sumisos y alineados en las colas de la vergüenza como las que imperan en la tiranía cubana, con la mano extendida para recibir el irrisorio y menguante sostén del régimen.
Pero hete aquí que llegamos a un punto en que la mayoría no solo se expresó electoralmente, sino que reclamó su victoria con un amenazante protagonismo, que hasta asustó a algunos de sus propios convocantes, que por años fueron cultores de una paciencia infinita plagada de sumisiones al chavismo.
Celebremos entonces que ahora nos encontramos ante unas definiciones claras de los campos políticos, donde uno representa la democracia y legitimidad de liderazgo y el otro la usurpación, el fraude, la violencia fascista y la ya desnudada demagogia, que no puede sostenerse siquiera como régimen basado en precarios consensos y que se tentó con pasar a otro sostenido sobre el atropello, ahora visible ante la comunidad internacional que transita desde la alcahuetería para con el mecenas venezolano, a un situación de distanciamiento e incluso a ríspidas recriminaciones, que abrirán paso al desconocimiento abierto.
Mientras la oposición venezolana se mantenga en el terreno del desconocimiento al régimen usurpador no hay divergencias que no puedan y deban ser subsumidas y reducidas al mínimo, para presentarnos juntos en todas las tareas de movilización que obligarán a la salida del gobierno irrito de Maduro del escenario y que lleve al reconocimiento del verdadero presidente electo, Henrique Capriles.
La impugnación no es manipulable por el chavismo porque no espera de ellos su satisfacción, la impugnación expresa la repulsa que solo se saciará con el cambio de régimen.
Vienen tiempos muy difíciles pero inevitables, se divisan meses de cambios bruscos a pesar que su antesala solo presagie esclavismos de un manso pueblo al que estos cacos de la politiquería terminaron convirtiendo en un volcán de indignados, dispuestos a sacarlos del juego sí o sí.
Pudieron hacer todo completamente distinto pero la codicia y su naturaleza social lumpen les llevó no solo al despliegue de su máxima incompetencia, sino a pretender que nacieron como los malandros con el derecho a reventar a sus víctimas, hasta que un día todo se colma y se cumple aquello de: “no hay mal que dure 15 años ni cuerpo que lo resista”.