Gerver Torres: Merentes en apuros

El ministro de Finanzas de Venezuela anunció recientemente que viajará a Estados Unidos y Europa para reunirse con empresarios e inversionistas de esas regiones. ¿Cuál puede ser el propósito de ese viaje? ¿Qué puede informarles el ministro que ellos no sepan? ¿Qué puede ofrecerles? ¿Reglas de juego claras? ¿Seguridad jurídica o física? ¿Clima favorable de inversiones? ¿Gobierno aliado del sector privado? ¿Indicadores positivos de crecimiento e inflación? Por supuesto que no puede ofrecer nada de eso; y si lo hiciera  nadie le creería. Pero igual, algunos –no muchos- irán a oírlo. ¿Por qué lo harán? Lo harán por distintos motivos. Unos querrán evaluar la situación y perspectivas de la deuda externa venezolana. ¿Habrá nueva emisión de papeles? ¿Alguna oportunidad de negocios allí? ¿Cuán cerca está el país de una suspensión de pagos para deshacerse de esos papeles ya? Ministro, ¿nos puede decir cuáles son los planes de financiamiento internacional de corto y mediano plazo de su país?  Otros asistentes querrán ver cuáles son las posibilidades de sacar del país los dividendos que sus empresas mantienen represados por el control de cambio y que han sido calculados hasta en ocho millardos de dólares. Ministro, ¿cuándo podremos repatriar nuestros dividendos? Entre los asistentes habrá los que buscan  juzgar la verdadera situación y perspectivas de la producción petrolera para medir su impacto en las finanzas del país y en los mercados internaciones del crudo. Los precios del petróleo le interesan a todo el mundo. Querrán preguntarle al ministro sobre las enormes discrepancias entre las cifras de producción que ofrecen agencias internacionales y las de PDVSA. Querrán saber  más sobre el deplorable estado de la empresa estatal, su acelerado endeudamiento.  Ministro, ¿Cuánto es que realmente está produciendo la empresa estatal? Harán acto de presencia los que buscan calcular cuánto le queda de vida al régimen para estimar a su vez  las posibilidades de sobrevivencia de las filiales que operan en Venezuela.  ¿Durará ese régimen un año? ¿Llegará a la mitad del periodo? ¿Sobrevivirá los seis años del mandato? Como siempre, estarán los que quieren saber si hay  alguna oportunidad de un negocito rápido, relancino, sobre todo ahora, con tanto desabastecimiento y escasez imperando en el país. Esos le entregarán su tarjetica de negocios al ministro y en medio de un apretón de manos, le dirán que están dispuestos a ayudar al régimen, trayendo hasta papel sanitario de la India, si hace falta.  No faltará por allí algún académico buscando saber si en el horizonte se asoma algún viraje serio en el modelo económico para escribir un nuevo papel sobre el estado del estatismo en América Latina. El ministro Merentes, quien es un hombre inteligente,  sabe lo que le espera, si termina por hacer el viaje que anunció. Sabe que va a pasar pena. El único cuento que lleva es el de los esfuerzos por agilizar la entrega de divisas; pero ese es el mismo cuento de siempre; el de los “esfuerzos”, el del SICAD (¡ups!). Peor aún; si llegan a creerle que está logrando agilizar el otorgamiento de divisas, asumirán entonces que está agilizando el desastre, puesto que se sabe que muchas de esas divisas van a empresas de maletín. Ese es el drama de Merentes; que no le creerán y que si le creen es peor. Yo que él, me quedaría en casa, conversando con Maduro quien posiblemente no le pregunte ni entiende mucho; y  mandaría de viaje a Giordani, quien frente a cualquier pregunta difícil, se puede hacer el loco, cosa en la que es experto.

 

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