La familia que lo perdió todo y que Netflix rescató

“Y ahora, la historia de una familia rica que lo perdió todo, y el hijo que no tuvo otra opción que mantenerlos a flote”. Ésa era la premisa de Arrested Development, una extraordinaria serie que descubrí haciendo zapping en los tiempos prehistóricos en los que no sacaba prácticamente todo mi entretenimiento de internet, publica el portal gatopardo.com.
Texto e ilustración por Mario Flores
Me enamoré de la historia de los Bluth, una familia de ricos mimados que nunca había tenido que trabajar gracias a la fortuna de George Sr., el patriarca adicto al sexo que, junto a la alcohólica Lucille, había criado a los insensatos, desubicados, excéntricos y lunáticos Gob, Buster y Lindsay. Michael, el hijo responsable de en medio, el cuerdo, el razonable, no tuvo otra opción más que sacarlos adelante cuando se descubrió que la fortuna de George Sr. era poco menos que legal y todos tuvieron que trabajar, o algo parecido.
Su creador, Mitch Hurwitz, nos dio tres temporadas de risas basadas en el círculo vicioso de la familia de donde no podían escapar Michael (Jason Bateman, quien ha reciclado su personaje en toda su carrera subsecuente) ni su hijo George Michael (interpretado por un mocosísimo Michael Cera, antes de que se volviera el poster child del chavo dork adorable). Este circuito cerrado estaba empacado con humor elaborado, inteligente, y chistes para nerds dedicados.
Sin embargo, el público gringo no le dio los ratings que necesitaba para saciar a los hambrientos ejecutivos de Fox —quienes, es bien sabido, cuentan con cuatro hileras de dientes—, que decidieron cancelarla para mejor ponerse a hacer más temporadas de esa luminaria del drama moderno, The O.C. (ay, los años dos mil).
El programa se volvió de culto. El mundo siguió su marcha. Se crearon series que no hubieran sido posibles sin el trabajo pionero de Arrested Development, como Community. A Gaz Alazraki se le “ocurrió” la idea de una familia de ricos que se tenían que poner a trabajar y filmó Nosotros los nobles, “la película mexicana más taquillera de la historia”. Y, lo más importante, internet se volvió más fuerte, común y corriente. La gente comenzó a dejar de lado los grandes canales de televisión y a tener capacidad de decisión sobre lo que veía: YouTube, AppleTV, Cuevana y Netflix se volvieron opciones reales para el entretenimiento.
En este caldo de cultivo pasó el milagro: el hada de los nerds se apiadó de las masas hambrientas por más Arrested Development (es decir, tres fans y su gato); reunió a los creadores con los ejecutivos de Netflix y juntos realizaron la cuarta temporada de la serie, cuyos 15 episodios se lanzaron en exclusiva por este servicio de televisión on demand, todos de golpe. Desde el 26 de mayo están ahí para verse de jalón o uno por semana, a la antigüita.
Los 15 episodios cubren aproximadamente el mismo periodo, desde la perspectiva de cada uno de los personajes. Me está maravillando cómo se va hilando todo; no puedo esperar para terminar la temporada y… volver a verla. Porque eso es lo que provoca Arrested Development.
¿Y qué guarda el futuro para la serie? Por lo pronto, Mitch Hurwitz, su creador, confirmó que tiene en miras hacer una película y que lo llena de ilusión ver pósters de la misma en los pasillos de las salas cinematográficas.
Pónganle a Netflix y no me pasen llamadas, porque en este círculo vicioso no hay comerciales. Y eso está muy bien.