Pablo Pérez: La salud ya no es para todos

Pablo Pérez: La salud ya no es para todos

En una camilla de algún hospital o ambulatorio muriendo lentamente pareciera estar la salud en Venezuela. Pocos avances exhibe un Gobierno de corte socialista, pero que no se enfoca en la solución de los problemas de la gente, sino en exterminar la diversidad y pluralidad política.

No hay insumos, es la frase que acompaña al diagnóstico que dan los médicos a los pacientes que son atendidos en cualquier Sala de Emergencia de un centro de salud público. Con tanto dinero que ingresa al país y no se invierte en las reales prioridades.

En el Zulia, la situación es compleja porque además de la falta de insumos, tenemos el problema de los tercerizados a quienes despidieron días después de que el nuevo Gobierno regional tomara posesión. La salud es otro fracaso preocupante de la actual gestión.





Ante la deprimente situación de los hospitales y ambulatorios de la Gobernación me surgen varias preguntas ¿Cómo con el presupuesto reconducido durante el Gobierno de Democracia Social se pagaba y dotaban los hospitales? ¿Cómo es que esta gestión con el mismo presupuesto y menos gente no dotan los hospitales y ambulatorios? ¿Qué hacen con la plata?

Aquí lo único que hemos visto es que la salud ha sido pintada de rojo, pues en siete meses lo que han hecho es pintar de rojo rojito (como la sangre) los centros de salud. Esto me recuerda una frase que le escuché a un paciente en estos días en un ambulatorio que visité: “Antes de comprar pintura roja y poner fotos de Arias y Maduro, compren acetaminofen por lo menos”.

Se ha vuelto un viacrucis tener un familiar hospitalizado. La primera estación es la de salir a buscar dinero para comprar los insumos; mientras que la segunda estación, es ir de farmacia en farmacia a ver si hay suerte para conseguir las medicinas.

Por citar algunos ejemplos, puedo mencionar que en el Hospital Central la UCI no está en funcionamiento, no hay retén para los recién nacidos y sólo sirve una máquina para dializar.

En el Hospital General del Sur se está viviendo la peor época de su historia; en la Sala de Emergencia no funcionan los laboratorios, ni la máquina de rayos X. Además los familiares de los pacientes deben llevar cloro y detergente para lavar los pisos.

El Hospital de Cabimas ha tenido cuatro directores en siete meses, el tomógrafo está dañado, no hay agua y tampoco insumos. En las maternidades la situación parece empeorar. Ninguna tiene ambulancia, mucho menos insumos y hasta las pacientes deben llevar sus kits para que los médicos atiendan sus partos. En la Maternidad de Cuatricentenario no hay puertas y me cuentan que en estos días una gata parió en una de las salas de parto.

Tanto que criticaron el Nuevo Modelo de Gestión que atendía a los enfermos asegurando los insumos y ellos lo único que han logrado es acabar con los avances que podíamos exhibir en el sistema regional de salud. Ni siquiera han culminado las obras que dejamos con un 90% de avance.

El tema de la mortalidad materna es alarmante. El año pasado hubo 28 muertes; y en lo que va de 2013 el reporte es de 45 mujeres fallecidas. Hay desidia, desinterés y mala administración en la orientación de los recursos. Su único alegato es que no tienen dinero.

Hemos vuelto a la autogestión, en donde si no tienes dinero para comprar los insumos y medicinas, no te atienden. Ojalá estas denuncias que hoy hago, sean atendidas; y ojalá las clínicas reflexionen pues cada vez son más caras y no quieren controles.

En Venezuela los enfermos están en una encrucijada: o mueren por falta de atención e insumos en los hospitales públicos o caen en las manos de algunos mercaderes que especulan con la salud en las clínicas privadas. No es fácil la severa involución que hemos sufrido en esta área.