Gustavo Tovar Arroyo: Disparo a la cabeza de Venezuela

Gustavo Tovar Arroyo: Disparo a la cabeza de Venezuela

thumbnailgustavotovararroyoEl disparo en la cabeza

La gente se pregunta el porqué tiendo a escribir entre turbaciones y gritos, por qué agarro por el cuello al chavismo en mis escritos, le escupo mis rabias y les miento la madre sin ningún tipo de estupor ni pena.
Es fácil: le están disparando en la cabeza a Venezuela, quieren asesinar nuestras ideas y sueños, hacer trizas con sus balas el bello rostro de nuestro pueblo, cegar nuestra razón nacional, ultimar nuestra libertad: simplemente decapitarnos.
¿No les parece razón suficiente?
¿Cómo permanecer impávido, insensatamente “dialogante” y neutral ante semejante realidad? ¿Cómo -coño de madre- puede cualquier venezolano decente preservar la imperturbabilidad y la compostura frente a un crimen público y reiterado de tal envergadura?
Sí, ¿cómo?
No soy un cínico, no consumo drogas psiquiátricas ni me fumo un cacho de marihuana -como hacen las doñas académicas en sus colinas- cuando escribo. Como lo he dicho y lo seguiré diciendo: soy un venezolano que siente, que se conmueve y sufre ante el asesinato de los nuestros y el desgarrador dolor que éste produce.
Así sea un solo lector el que conozca de mis irritaciones sentidas y públicas, ese es el lector imprescindible porque no finge, porque es un venezolano apasionado y puro.
Un venezolano como tú y como yo.
Al ritmo de los latidos de nuestro corazón
No todo puede ser ecuanimidad, lucidez, estadística o fumadas reflexiones académicas, también éstas son cínicas si no son cónsonas con el sentimiento del momento.
Por ejemplo, si los ilegítimos y usurpadores del poder, de manera ilegal e injusta, están persiguiendo, encarcelando, torturando, hiriendo y matando (con certeros disparos en la cabeza) a nuestros hijos, ¿cómo carajo podemos hablar de falta de azúcar, aceite o papel higiénico? ¿Cómo coño un encuestador intenta distraer la atención de la sociedad con sus cifras económicas? ¿De qué habla? ¿Para quién trabaja?
Bajo la premisa estúpida de que al “pueblo” lo que le interesa es la economía y sus problemas domésticos, los sesudos encuestadores -¿sesudos o comprados?- y sus enanos acólitos políticos, no hacen si no mostrar diagramas y láminas que tabulan su estupidez. Es insólito que no se den cuenta, que no se percaten, de que a todo ser humano, a todo hombre o mujer, a todo padre o madre, lo que más le interesa es su vida y la vida de sus hijos.
Principio fundamental de la civilización: la vida. No la desprecien.
Por eso me resisto y me resistiré siempre a través de mis escritos. Yo soy de los que siente, de los muchos o pocos que les duele el país y no lo ocultan, y lo vociferan, y lo escriben, y lo gritan, y, como no sabemos disparar (ni dispararíamos), nos pronunciamos a insultos o empujones, pero nos pronunciamos carajo. Somos venezolanos de carne y hueso. Sentimos.
¿Habrá algún político aparte de María Corina, Leopoldo y Antonio que se atreva a sentir? ¿O todos estarán alucinando números, cifras, a veces constantes y sonantes, para pronunciar sin “cálculo” lo que les dice su corazón?
No le doy la mano al asesino de mi país ni le hinco la rodilla a sus fechorías, le miento la madre viéndolo a los ojos (al menos hasta que se haga justicia) con el temple que llevó en los cromosomas de mi patria. Ni arredro ni negocio mi genuina ira, que lo hagan los sinvergüenzas e indolentes como Henry Falcón, claro él fue chavista y militar, él no se conmueve ante el asesinato a mansalva, ante el disparo en la cabeza de la juventud. Como Didalco, William Ojeda, Perucho Fernández, Ricardo Sánchez o David de Lima, pide “diálogo”, Judas besa la mejilla del pueblo que dice amar, mientras tiritan en su bolsillo las monedas.
Tiritan porque además son pocas…
Disparan a la libertad y al futuro
Quien le dispara en la cabeza a un joven o a un estudiante intenta acabar con el futuro de una nación, intenta asesinar las ideas de un país, intenta encarcelar su sueño de libertad.
Quien le dispara en la cabeza a un joven, como el despiadado chavismo ha hecho desde el primer día, aspira esclavizar a Venezuela.
Hugo Chávez lo sabía y lo practicaba, lo conversaba con el círculo más íntimo de su ferocidad asesina: Diosdado Cabello, Ameliach, Rodríguez Torres, Rodríguez Chacín, Alcalá Cordones, entre otros. Disparar en la frente de la libertad y del futuro fue su signo de combate.
Lo descubrí el 11 de abril de 2002 cuando asesinaron con una certera bala en el centro de la frente a mi amigo Jesús Mohamed Capote. Lo corroboré cuando investigué sobre las muertes del 4 de febrero de 1992 (muchos de los asesinados cayeron con disparos en sus cabezas, sobre todo los que defendieron Miraflores -Chávez- y La Casona -Rodríguez Torres-). Y trágicamente lo he confirmado estos días. Trágicamente.
No es una ficción, tampoco es una suposición, es la realidad de la bochornosa metodología del chavismo para hacerse y conservar el poder: su signo. Centenares de nombres lo certifican, muchísima sangre derramada lo confirma, nuestro dolor, nuestro grito seco, nuestra estupefacción y nuestras lágrimas lo ratifican.
Los muertos civiles y militares del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992; Jesús Capote, Juan David Querales, Jhonnie Palencia, Alexis Bordones, Jorge Tortosa, Jesús Orlando Arellano, entre otros, el 11 de abril de 1992; y Bassil Da Costa, Roberto Redman, Juan Carlos Montoya, Génesis Carmona, Geraldine Moreno, Willmer Carballo, Antonio Valbuena, Joan Quintero, Giovanni Pantoja, Giselle Rubilar, Jesús Eduardo Acosta, entre otros, asesinados con certeras e implacables balas en sus cabezas en la aurora moral de 2014, son la prueba ineludible del signo que Hugo Chávez -y sus esbirros que permanecen en el poder- le han impuesto a nuestro tiempo.
No me pidan indiferencia ni indolencia, no le pidan al pueblo que cese su llanto ni que dialogue su rabia genuina. No sean…, no seamos cómplices de quienes intentan encarcelar nuestro futuro o asesinar nuestras ideas y sueños. Sean…, seamos coherentes con nuestro dolor y nuestro llanto, reivindiquemos, como el líder moral de este tiempo, Leopoldo López, nuestra dignidad y nuestro coraje…, no vacilemos, resistamos, luchemos.
Luchemos unidos, que nuestra valentía y bravura sea el infalible casco que proteja la cabeza de Venezuela.
Es ahora, eres tú, soy yo, es nuestro sueño de libertad.
No nos rindamos…