Juan Guerrero: El Califato de Guayana

Juan Guerrero: El Califato de Guayana

thumbnailjuanguerreroLlegué a Puerto Ordaz a inicios de los años ‘80s. Trabajé en la Siderúrgica del Orinoco por 5 años. Después, me fui a la Universidad de Guayana, donde laboré por cerca de 23 años.

Además, me vinculé a los medios de comunicación coordinando páginas literarias y educativas, columnas literarias e iniciándome como articulista de opinión, desde 1985.

Escribimos esto en razón de conocer, desde hace más de 30 años, algunas historias urbanas de la vida guayanesa y sus moradores más importantes. Y es que Guayana siempre ha sido gobernada desde los centros de grupos de poder económicos.





Unas veces desde aquellos conformados cuando se construyeron las empresas básicas de Guayana, grupo Milano, quienes se hicieron de las presidencias de los entes públicos industriales, vicepresidencias, gerencias generales, gerencias y cuanto puesto importante se ofreciera.

Otros grupos se aprestaron a conformar los entes bancariofinancieros. Así fue posible encontrarlos al frente de las presidencias de bancos, seguros y demás instituciones financieras.

Pero también en las organizaciones sindicales se conformaron grupos de poder, alrededor de las empresas básicas, como en la poderosa industria de la construcción.

Así también en la floreciente e influyente empresa de los medios de comunicación, específicamente en la prensa. Tanto y tan importantes han sido los periódicos y el periodismo en Guayana, que por muchos años se destacó como la región que mantenía la mayor cantidad de periódicos en Venezuela.

Con los años estos grupos de poder económicofinancieros, sindicales y de los medios, han cambiado de nombre, desaparecido o fusionado.

Desde los primeros jerarcas industriales, varones y príncipes de Guayana, quienes mantenían al menos las formas, principios y seguían medianamente el modelo de desarrollo planificado, tanto de las empresas como de la región, se desembocó ahora en el llamado Califato de Guayana. Los nuevos jerarcas esperaron a que algunos viejos dueños desaparecieran mientras otros, casi en el sarcófago de la historia, con el último ejemplar de su diario de mortaja, fueron revividos por las burdas actuaciones de estos nuevos califas.

Son varios los grupos económicos conformados alrededor del Califato de Guayana. Aliados, además, como siempre ha ocurrido, con partidos políticos, militares, paramilitares y pranes; largo brazo ejecutor de las más crueles decisiones.

En lo personal no creo que nada cambie en Guayana, al menos por los siguientes 25 o 30 años del presente siglo. Y no lo digo por ser pesimista sino por la realidad que conozco. La región guayanesa, inmensamente rica y desoladamente extensa. Alejada del centro político nacional, es un excelente sitio para ocultar, para silenciar y para olvidar pecados, sean estos políticos, económicos y hasta pasionales.

Quien medianamente conozca de estas historias urbanas sabrá colocarle los nombres de pila a cuanto personaje ha sido protagonista, sea por semanas o años, en la ahora empobrecida Guayana. Y es una lástima escribir esto, siendo que este sitio y su gente, son un pueblo hermosamente solidario, amoroso y laborioso.

Quien desee investigar sobre los oscuros hechos recientes. Como por ejemplo, la última masacre (han existido otras) en Tumeremo, debe saber que en las minas no están los reales responsables. Las manos que “mecen las cunas” se encuentran en otras partes. En cómodas butacas y oficinas con buenas vistas y códigos penales. En Tumeremo y las minas lo que se encontrará será solo el dantesco espectáculo, el rumor y el “cuento chino”. Como siempre ha ocurrido y seguirá ocurriendo. El pecado de los criminales de esta masacre fue, no el ejecutar a esos mineros, sino, haber dejado vivos a otros para que contaran lo que nadie debió saber.

Triste destino el de Guayana y su gente, desde hace décadas. Donde la ley se inclina a favor de quien paga con oro, cabillas, aluminio, diamantes, coltán a algunos representantes de la justicia: policías, militares, alguaciles, fiscales y jueces. Custodios de estos nuevos califas y sus bandas y megabandas de pillos, testaferros, pranes y luceros. Verdugos de quienes osen desafiar a estos saqueadores de la telúrica región Guayana.

(*) camilodeasis@hotmail,com TW @camil