Un país hambriento es una bomba de tiempo

(Foto EFE/MIGUEL GUTIÉRREZ)
(Foto EFE/MIGUEL GUTIÉRREZ)

Los focos de violencia para adquirir alimentos en Venezuela van en aumento. En los primeros cuatro meses del año se registraron 166 saqueos y 508 protestas por falta de comida, según cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS). Sociólogos advierten que la situación puede empeorar y que la misma no es más que el reflejo del descontento popular ante el desabastecimiento, una ansiedad generalizada por encontrar algo qué llevar a la mesa. Así lo reseña laverdad.com / Lenys Moreno

A la escasez se le suma los altos niveles de inflación, que son históricos y de enero a abril alcanzó 86,4 por ciento (cifra extraoficial). La canasta alimentaria se ubicó en abril en 184 mil 906,35 bolívares, se requieren más de 10 salarios mínimos para cubrirla, esto conforme al último informe del Cendas.

El sociólogo Rafael Uzcátegui, coordinador del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), indicó que 80 por ciento de la población piensa que el sueldo no les alcanza para alimentarse. Apuntó que la escasez es superior a 65 por ciento y que en medicinas, el desabastecimiento es de 80 por ciento.





“En los últimos días hemos visto un lamentable incremento de saqueos o intentos de saqueos. También hay alteración del orden en las colas. Si no hay respuesta del Estado, lastimosamente la ciudadanía entiende que debe tomar cualquier tipo de medidas para acceder a los bienes básicos para subsistir”, expresó Uzcátegui, quien no justificó el saqueo, pero sí recalcó que los mismos permiten interpretar la irritación popular ante la escasez.

El sociólogo Carlos Raúl Hernández, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), afirmó que la violencia es una “reacción desesperada” ante la carestía. Catalogó la situación en el país como una “explosión social de baja intensidad”.

Si no hay respuestas para disminuir la escasez, las acciones violentas en los expendios de alimentos podría incrementarse ante la incertidumbre y el desasosiego que mantiene el venezolano, insiste el coordinador de Provea. “Hay una crispación generalizada, que los sociólogos calificamos de anomia: falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de la sociedad”.

Y los CLAP

El Gobierno nacional intenta distribuir los alimentos casa por casa a través de los Comités Locales de Alimentación y Promoción (CLAP), con lo que tratan de frenar el “bachaqueo” y disminuir las colas en los supermercados que ya son cotidianas en la Venezuela del presidente Nicolás Maduro.

El plan no termina de arrancar al 100 por ciento. En Zulia, de los 913 CLAP constituidos, apenas 100 (10,9 %) han sido beneficiados con las bolsas de comida, según la cifras que ofreció el miércoles Francisco Arias Cárdenas, gobernador zuliano.

Para el profesor de la UCV, la solución no está en llevar alimentos casa por casa, sino en incrementar la producción y en un plan de integración nacional. “Urge un cambio en la política del Estado. Es lo que pide la gente”.

Qué comen ante la escasez

Luis Bracho, vendedor de cepillados. “Ahorita es un lujo comer tres veces al día. Ya no se puede. Toca comer una o dos veces y muy poco alcanza para pollo o carne. Al arroz le echamos queso. Toca como caiga”.

Glenda Villadiego, ama de casa. “Antes mi esposo y yo nos comíamos medio kilo de arroz entre los dos. Ya no. Queda estirarlo, y a veces se come solo porque no alcanza para más”.

María Villegas, ama de casa. “En mi casa comemos dos veces al día. La pasta la pasamos sola con Cheez Whiz. Cuando no hay pasta, ni arroz ni harina, toca plátano, yuca, ensalada”.

Judith Rubio, obrera. “Comemos dos veces al día. A veces en el trabajo reunimos entre todos para almorzar pan con queso. Si alguno no lleva, entre los demás le compensamos, y así nos ayudamos entre todos”.