Navidades devaluadas, por Michele Vielleville

Navidades devaluadas, por Michele Vielleville

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El mes de Diciembre siempre ha sido una de las épocas más esperadas por los venezolanos. Tradicionalmente ha sido el tiempo para compartir en familia y con los amigos. Una temporada de alegría, regalos, decoraciones y abundantes comidas, donde es muy común que los gastos también abunden. Pero esa no es precisamente la época que hoy nos ha tocado vivir.

Por @MichViellevile





La devaluación del bolívar ha hecho imposible la obtención de productos básicos y mucho menos de aquellos que ahora son accesibles, cuyos precios superan las posibilidades de quienes perciben un ingreso mínimo. Hoy los venezolanos sobrevivimos en medio de un sistema económico completamente distorsionado, caracterizado por la paralización de la producción nacional, altos índices de escasez y con la tasa de inflación más alta del mundo, con un alza del dólar que parece indetenible, como consecuencia de los controles y la aplicación de formulas económicas, que siempre han tenido el mismo resultado en los lugares donde han sido implementadas: pobreza y miseria. Y en este momento es mayor la incertidumbre que impera en los hogares venezolanos, porque aún no se sabe a ciencia cierta hasta dónde puede continuar la escalada de la crisis; sobre todo cuando la gran mayoría de los pronósticos advierten que la situación podría empeorar todavía más.

Mientras el temor se apodera de los ciudadanos, el gobierno permanece anclado en su discurso necio, que atribuye las causas del colapso de la nación a los efectos de una supuesta “guerra no convencional”, “conspiración”, “ataques cibernéticos” orquestados desde el exterior. Pero no se da cuenta que al reafirmar esa teoría demuestra, primero, cuán débil es su capacidad de gobierno, al no poder ser capaz de derrotar esa “guerra” o “ataques” dirigidos en su contra; y segundo, exterioriza cuán separado está de la realidad que vive el país.

Especialmente hoy cuando la situación es riesgosa, y un momento de mayor complejidad, pudiera ser el detonante para que el gobierno tomase conciencia de la gravedad y de su responsabilidad en la crisis. Lamentablemente, una crisis que no sólo se limita al ámbito nacional, sino que también se manifiesta internacionalmente con la reciente suspensión de Venezuela en el MERCOSUR.

Los ciudadanos sabemos que el cambio económico sólo puede ser consumado a partir del cambio político. Una modificación en el proceso de toma de decisiones es lo único que puede tener un efecto sustancial en la dinámica del sistema económico del país a corto, mediano y largo plazo, que pudiera traducirse en estabilidad, progreso, mayor bienestar social y mejoras en la calidad de vida de los venezolanos. Este cambio ha sido el principal objetivo de la Mesa de la Unidad Democrática y de sus líderes: toda su lucha y estrategia ha estado focalizada en la adquisición de esa meta. Pero el gobierno, empecinado, ha colocado todos los obstáculos para impedirlo y su razón únicamente le ha sugerido tener que garantizar su subsistencia a cualquier costo, para asegurar su dominio; de ahí que sea el principal responsable del debacle económico en el cual nos encontramos.

Hoy la devaluación no sólo es un fenómeno exclusivamente económico, porque también ha invadido otras dimensiones con consecuencias inminentemente políticas. Así, algunos sectores hablan de la devaluación del diálogo, refiriéndose con ello al agotamiento definitivo de ese mecanismo, tras el incumplimiento de los acuerdos por parte del gobierno. Desde la oposición hubo toda la disposición para construir un espacio para el entendimiento, la intención era que ese camino político generara resultados concretos, pero el proceso no más dejó en evidencia la falta de voluntad para dialogar de un gobierno acorralado. El mismo Vaticano solicitó a Nicolás Maduro respondiera a las fundamentales exigencias: apertura al canal humanitario, acordar una solución electoral, respeto a la Asamblea, y libertad a los presos políticos. Pero ello sólo provocó la cólera de una clase política gobernante, cuyas intenciones, al menos, han quedado al descubierto, y que han invitado a repensar, desde la MUD, nuevos caminos para forzar el cumplimiento de los objetivos, para contrarrestar los efectos desmotivadores y salvar al país.

También la devaluación es social y cultural, cuando el deterioro se manifiesta en las relaciones sociales, en la debilidad de las instituciones y en la pérdida de los valores fundamentales. Noticias que involucran a funcionarios del ejército de la nación en casos de desapariciones físicas, en asuntos de corrupción, la especulación desmedida, el irrespeto a la ley y la separación entre la constitución escrita y la constitución real, son algunas de las cuestiones que reflejan íntegramente quienes nos gobiernan, por ser ellos los principales responsables de modelar conductas en los ciudadanos. En razón de todo lo anterior, entonces, es que se hace cada vez más necesario impulsar un proceso de cambio, que permita rescatar aquella época gloriosa de la república, para reanimar la economía y mejorar su cultura política. De modo que ahora toda la atención estará puesta en la MUD y sus próximos pasos a seguir: deberá actuar con apremio, y en unidad (por ser éste su recurso más preciado) para cumplir con los objetivos finales. Pues, de lo contrario, será presa del adversario político y quedará paralizada, como en el pasado, en sus acciones.