Jesús Simancas: ¡No hay que torcer la fe!

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Muchos, pero muchos en Venezuela estamos sumergidos además de en la obvia y agobiante crisis económica, en un gran mar de incertidumbre lo cual está mezclado al mismo tiempo con cualquier cantidad de malos sentimientos que atentan con la tranquilidad y armonía mental que tanto anhelamos. Esto que vivimos día a día es más que una lucha política, es más que una lucha de supervivencia, es también sin duda alguna una lucha espiritual.

Digo que es espiritual, ya que somos gobernados por una cuerda de personas que pareciera no tuviesen absolutamente ningún buen sentimiento en sus corazones; estamos siendo gobernados por personas que a leguas se les ve la maldad, se les ve las malas intenciones, se les ve que nada creen ni mucho menos practican la democracia. Esas personas que tanto se jactaban y se llenaban la boca al hablar de la democracia participativa y protagónica, hoy día le tienen pánico a medirse en las urnas en cualquier escenario electoral.





Insisto en que no tienen ningún tipo de buenas intenciones para con el país, debido a que todos los días y desde cualquier punto de vista se ven violaciones a los derechos humanos por parte de esas personas. Ustedes, yo mismo, todos nosotros, sabemos perfectamente quienes son esas personas, demás está nombrarlas. Esas personas representan el mal, y es que decir por ejemplo que los niños de nuestro país se mueren de hambre a propósito; o decir que nuestro país tiene para alimentar a tres países más demuestra claramente la maldad que les comento. Nosotros, los que creemos y practicamos la democracia, representamos el bien aun cuando seamos imperfectos en esta lucha que como ya dije es espiritual.

Uno de los apóstoles más fieles que tuvo Jesucristo, fue San Pablo, quien después de la muerte y resurrección de nuestro Salvador empezó a misionar sin parar, predicando las buenas nuevas. En una carta que le escribió al pueblo de Los Hebreos a mediados del primer siglo de ésta era, les explicaba de forma muy sencilla y concisa que es la FE lo cual se resume en lo siguiente: “Es, pues, la FE la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Nuevo Testamento, Hebreos 11:1). Esas palabras a pesar de que datan de casi dos mil años, tienen más vigencia que nunca; en esta lucha que es dispareja en donde nuestro enemigo no es nada convencional no debemos bajo ninguna circunstancia torcer la FE, todos los venezolanos creemos en Dios, independientemente de la religión que podamos tener o pregonar, creemos en Él, razón por la cual no debemos perder la brújula por muy agobiados que estemos, esta lucha es dura, nadie debe salirse de este barco el cual está navegando en aguas turbulentas pero pronto llegará a puerto seguro. Son muchos los puestos de lucha, desde aquellos que dirigen las políticas opositoras en contra del régimen que nos gobierna, hasta aquel compañero (a) que reparte un panfleto en una toma de esquina llevando un mensaje preñado de esperanza y cambio. Tareas por hacer para salir de esta pesadilla sobran, tenemos que ser ingeniosos y para ello debemos sacar de nuestras mentes y corazones cualquier mal sentimiento, llámese tristeza, odio, frustración, incertidumbre, entre otros. No debe haber cabida para posiciones dudosas, o somos o no somos, o estamos o no estamos; así de sencillo. La realidad de este país nos golpea a todos, incluso a aquellos conciudadanos que decidieron emigrar y que se lamentan a diario por lo mucho que sufren sus familiares y personas allegadas que aún siguen en suelo patrio.

Nosotros, los venezolanos demócratas debemos, estamos en la obligación de tener la certeza de esperar un cambio positivo para nuestro país y al mismo tiempo la convicción de que dicho cambio ocurrirá pronto. Ahora bien, esa certeza y convicción no es estar sentados mirando al techo o peor aún tecleando para destruir lo que con mucho esfuerzo se ha construido (UNIDAD), no señor, esa no es la lucha. La lucha es cuerpo a cuerpo, todos los días hay algo que hacer en pro del rescate de Venezuela, cada quien está en la obligación histórica de asumir su respectivo puesto de lucha con la FE suficiente de que va a hacerlo bien. No es fácil, así como no lo fue para el Libertador y demás próceres darnos nuestra independencia en el siglo XIX, así como también no fue fácil para la Generación de 1928 conquistar el Poder y clavar la bandera de la democracia por primera vez en Venezuela. De manera que, tenemos dos opciones: O tiramos la toalla y dejamos que esas personas nos sigan mal gobernando o asumimos realmente nuestro puesto de lucha, sea cual fuere el mismo; yo particularmente me inclino por la segunda opción.

Estamos transitando el camino más duro, el más dificultoso, el que tiene más trabas; y es precisamente porque es el camino del bien. No me cabe la menor duda que vamos a ganar esta lucha, sí y solo si cada quien asume su rol, ya que no sólo los que hacemos vida política estamos en la obligación de echarle ganas a esto. Es tarea de todos, de cada uno de los venezolanos, estemos donde estemos, dentro o fuera del país, sin importar cuales sean nuestras creencias, sin importar cuales sean nuestras posiciones u opiniones políticas y es que hay algo que nos une, y ese algo es nuestra nacionalidad, nuestro patriotismo, nuestro origen de haber nacido, crecido y vivido en Venezuela.

Termino estas humildes líneas, diciéndoles que tenemos que seguir luchando, cueste lo que cueste. En el futuro le diremos a nuestros hijos y nietos: “Lo logramos, fue difícil pero lo hicimos”. Y como comenzó éste articulo, así termina: NO HAY QUE TORCER LA FE…

Politólogo Jesús Simancas
Dirigente del partido Un Nuevo Tiempo (UNT) @JesusSimancas