Orlando Viera-Blanco: No hay tiempo…

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“Hoy declaro que no tengo derecho a denigrar impunemente…a menos que vea a mi madre sufrir tanto como la de Leopoldo, Goicoechea, Simonovis o las madres de jóvenes torturados o abatidos en la lucha por la libertad”   

Ha sido designada la nueva directiva de la AN. No han faltado los sembradores de espinas sobre caminos aun sin andar. Estando convencido que los tiempos de Dios NO son perfectos, porque Dios está demasiado ocupado ordenando el universo (JJ Rendón Dixit), somos nosotros quienes debemos pisar tierra y resolver, como no lo hemos sabido hacer en esta arrebatada historia reciente de anarquía y absolutez.





Quedan pocos meses para salir de este drama. O procuramos un desenlace político inteligente por disciplinado, alineado y coherente o la barbarie cómo pocas veces, se impondrá. Quien escribe ha sido crítico en su momento de Borges, PJ y de la capitulación de Capriles. Todavía me tocan la tecla y salto. Pero al constatar que los tiempos se acortan y largos 18 años se nos han ido en una insulsa, penosa e ineficiente diatriba, el miedo de vernos atrapados en un “corral de cerdos taciturnos”, me inhibe del ego sabelotodo, para castrar el peligro cerdil de terminar en el cadalso.

Comprendo a las Nitu, Petit, Tovar-Arroyo, Barrera, Martini, Salazar, Urdaneta, Sánchez García y una larga lista de colegas columnistas que lanzan sus sablazos a la MUD. Y los comprendo porque igual lo he hecho. Pero seguir en eso sin construir una alternativa, no es una actitud comunicacional ni políticamente correcta, aunque lo sea en términos ciudadanos o convencionales. El punto es que no vivimos en democracia. No estamos es una dinámica de competencia justa, censitaria, electoral, legalista o civilista. Es un desafío profundamente contestatario, grupal, movilizador, que requiere la unión de los partidos y de la gente, y de éstos con las reservas institucionales de las FFAA. Por eso fue atinado el discurso de Borges. Porque ve claro que sin la intervención vigilada de ellas [FFAA] y sin una custodia política que tutele la transición, lograr el rescate democrático es una quimera.

Yo entiendo que la gente está frustrada y que ha perdido la fe. Es cierto que logros muy meritorios y sudados de la disidencia, quedaron apaciguados por la mano divina del papa y su diálogo redentor. Pero no es posible que un evento adverso, coloque a algunos en el terreno de la pureza y la impolutez, donde los culpables son aquellos y la víctima soy yo. Los venezolanos tenemos que buscarle el origen a toda esta pesada etapa de violencia y desquites. Y sin duda buena parte de esa causalidad, está en nuestra intemperancia, matizada de indiferencia y rebeldía encausada. Hemos sido indolentes frente a la pobreza y rapaces bebiendo y exprimiendo los manjares de la corrupción. Soy insolente, contestatario, malcriado y yoísta. Invadido de carencias en un país donde ha faltado una mejor educación, tanto de principios liberales y urbanos, como de responsabilidad social compartida. Hasta la poesía ha venido en gotas. Desde esas carencias no nos duele el país, porque desde que nacemos sentimos que el país nos agrede. Es una nefasta simbiosis de amor y dolor patrio, donde Chávez se posó en lo segundo: en nuestros sufrimientos, en nuestros odios latentes y en nuestros desprecios. Me duele ver como todos queremos ser más asertivos, más sabiondos, más bravos, más ofensivos y más lúcidos, por desdecirnos más, denigrar y desvalorarnos más. ¿Qué logramos? ¿Acaso esas duras verdades nos recomponen, nos unen, nos devuelven nuestros deudos o nos llevan al camino de la recuperación de la justicia la paz o la democracia? Si no revisamos esa insana disposición a la cizaña y a participar olímpicamente de la generalización destructiva, seguiremos como el bolero: sin pena ni gloria.

Si Capriles, Borges, Ramos o Falcón no acertaron, y por ello les doy la espalda, pues nada, aprovechemos y al voltear apaguemos la luz. Pero eso sí, saquemos nuestros coroticos y emprendamos un nuevo movimiento… Estamos a meses de enrostrar el evento que nos pueda llevar al cambio deseado, al fin de una era. Pero sí perdemos este tiempo valioso sumidos en un chalequeo quejoso y babieco, portador de derrotas, no quedará más que comprar fustas y látigos para dedicarnos a un bacanal sodomita, de esquizoide flagelación.

Hemos sido muy injustos, duros y torpes con nosotros mismos. Alguien me comentó que decir esto era una expresión de prepotencia. Y respondí que lamentablemente sí lo era, porque es la respuesta de igual o mayor arrogancia, como muchos hemos actuado, censurando de pronto lo que es menester, pero sin ir más allá de querer obtener un like o un leído. Hoy declaro (perdonen la arrogancia) que no tengo más derecho a denigrar impunemente a menos que me ponga al frente de otro “pelotón” o que vea a mi madre sufrir tanto como la de Leopoldo, Goicoechea, Simonovis o las madres de jóvenes torturados o abatidos en la lucha por la libertad (y que muchos olvidamos). Esa actitud de indómito socratismo valeriano, dejémosla para los clásicos fundadores de los ideales de la democracia espartana.

A contra vía de Voltaire, a aquellos que insisten con la crítica diluyente, les expreso mi indisposición de defender su derecho a expresarlo. Por lo que sí daría la vida, es por mi deber de dejarle a vuestros hijos y a los míos otra Venezuela libre. No hay tiempo…

@ovierablanco