Leonardo Vera: ¿Por qué en Venezuela no hay una Guerra Civil? y ¿Por qué el chavismo insiste en esa Tesis?

Leonardo Vera: ¿Por qué en Venezuela no hay una Guerra Civil? y ¿Por qué el chavismo insiste en esa Tesis?

Demonstrators clash with riot security forces while rallying against Venezuela's President Nicolas Maduro in Caracas, Venezuela, May 31, 2017. REUTERS/Christian Veron TPX IMAGES OF THE DAY
Protesta contra el golpe continuado de Maduro el 31 de mayo d e 2017 en Caracas REUTERS/Christian Veron

 

Comencemos por donde el orden argumental lo exige: Una definición austera, mínima. Las guerras civiles son conflictos armados entre grupos de un mismo territorio, con cierta paridad de fuerzas, y donde el papel protagónico de las fuerzas internas no necesariamente compromete, en un principio, a la comunidad internacional.  

Por Leonardo Vera





Las hay de secesión (separación de un estado, grupo o territorio), de carácter ideológico/étnico/religioso, revolucionarias o de un insurrección contra un poder deslegitimado, por el control de recursos (como en muchos países africanos),  e incluso casos de “beligerancia reconocida”.  A menudo estos motivos se traslapan.   

Pero más allá de las motivaciones algunas veces difusas de este tipo de conflictos, lo esencial que precisamos destacar en éste instante, es que una guerra civil requiere una movilización continuada de grupos antagónicos armados, y un cierto grado de paridad de fuerzas; pues faltando éstas condiciones, no es posible que un conflicto de este tipo de materialice.

Con el objeto de conocer mejor las motivaciones, la naturaleza e incluso posibles acciones preventivas, los conflictos armados y las guerras civiles están siendo hoy día abordados y analizados en el campo de las ciencias sociales con grandes bases de datos estadísticos. El proyecto Correlates of War (COW) es un ejemplo. De cuño más reciente es la Armed Conflict Dataset (ACD), un esfuerzo conjunto del Departamento de Investigación para la Paz y el Conflicto de la Universidad de Uppsala y en Centro para el Estudio de las Guerras Civiles de PRIO. Para construir estas bases de datos estadísticas es fundamental apelar a una precisa definición de lo que se quiere registrar y clasificar. Por ejemplo,  en la definición de guerra civil que usa la base COW, el número de muertes fatales por combate es un criterio más en la definición.     

Con todo esto queremos subrayar que cualquier conflicto no es una guerra civil. Cualquier insurrección nos es una guerra civil. Levantamientos, protestas, persecuciones, genocidios, o masacres, no califican como guerras civiles, aunque cada una de estas cosas pueden pasar en una guerra civil.

Pero al interior del chavismo, el escenario de guerra civil está siendo usado con ligereza, y en cierto modo, de forma irresponsable. Hace apenas unas horas, el Presidente Nicolás Maduro ha lanzado su última profecía: “Constituyente o Guerra”. El hombre de mayor fuerza política al interior del chavismo después de Maduro, Diosdado Cabello, ha sugerido el escenario, y Aristóbulo Istúriz, siendo aún gobernador, llegó a afirmar que la oposición desea llevar al país a una guerra civil. Hace apenas unos días, el sociólogo argentino, Atilio Borón, por varios años director de CLACSO, abierto simpatizante y activista internacional de la revolución bolivariana, escribió una carta pública dirigida al Presidente Maduro titulada “Venezuela y la Guerra Civil”, donde exhorta al gobierno de Maduro a “aplastar” a la oposición y donde sentencia: “ahora le toca hablar a las armas”.

Pero apegándonos al rigor, en Venezuela no hay ninguna guerra civil, pues no hay dos o más grupos internos armados y con cierta paridad de fuerzas bélicas. Lo que existe en Venezuela es un conflicto de baja o mediana intensidad entre un gobierno que se apoya en las fuerzas militares, grupos para-policiales, y en los órganos de seguridad del Estado para reprimir y generar temor; y una población civil desarmada, muy descontenta por los padecimientos y secuelas de la crisis, y con una gran necesidad de expresar su demanda de cambio. En el transitar de éste conflicto el gobierno de Maduro  ha puesto a un lado un conjunto de garantías democráticas y libertades ciudadanas fundamentales.  

Justamente, el escenario de una posible guerra civil es instrumental para el gobierno de Nicolás Maduro, pues desde ahí puede construir y transmitir al país una falsa pero conveniente disyuntiva: su proyecto o la guerra. El escenario de la guerra civil también le permite justificar la nueva legalidad que ha venido imponiendo ¿Cuál es esa nueva legalidad? La que viene emanando de los decretos ampliados y prorrogados de “emergencia” y “estado de excepción”, y de las sentencias increíbles de la Sala Constitucional del Tribunal Supremos de Justicia, que han dejado a los venezolanos en un estado de desamparo jurídico, sin democracia, y a merced de la represión y los tribunales militares.

El escenario de guerra civil es instrumental para el gobierno de Maduro porque desde ahí puede advertir al adversario político que está dispuesto a hacer cualquier cosa para defender su estrecha playa. Meses atrás durante un acto para la activación de la criticada explotación del Arco Minero, expresó: “Vieron lo que pasó en Turquía… Erdogan se quedará como un niño de pecho para lo que va a hacer la revolución bolivariana si la derecha pasa la frontera del golpismo otra vez”… “Estoy preparado para hacerlo y me sabe a casabe lo que diga la OEA y lo que diga el imperialismo norteamericano”. Un claro propósito en todo esto es generar temor y reducir la estamina y el entusiasmo de la protesta cívica para dejar en la calle, por un proceso de selección adversa, sólo a los opositores más radicales y violentos. Estos serían no sólo presa fácil de las fuerzas represivas, sino además su virulencia le bajaría el costo de la represión al gobierno y la convierte en un ejercicio justificable.

El escenario de guerra civil es instrumental para Maduro porque desde ahí mantiene de su lado a las fuerzas armadas y estrecha el lazo con una narrativa cuya imagen permite cambiar a conveniencia la cara del enemigo. Así, las mayorías que convergen en el otro bando son etiquetadas de “apátridas”, peligrosos aliados de un enemigo externo; un imperio sediento de sangre, de recursos y de poder que no descansa hasta violentar la soberanía. El llamado entonces es al nacionalismo adocenado, a la reivindicación del espacio vital y de la seguridad nacional. El propósito, mantener a los militares como integrantes fundamentales de un  proyecto que ya luce como un régimen estamental, sin legitimidad, despótico y fascista.

Leonardo Vera es Ph.D. en Economía en la University of East London. Actualmente es profesor de la Cátedra de Teoría Económica Avanzada y de Macroeconomía de la Escuela de Economía de la UCV, profesor de la Maestría en Teoría y Política Económica de FACES