Ramón Peña: La atrocidad es su divisa

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“¡No quiero ver un guardia nacional más cometiendo una atrocidad en la calle!”. Se especula sobre los motivos reales que indujeron a Padrino López a sorprendernos con esa declaración. Pero, en todo caso, es una orden ridículamente morosa, emitida con un trágico retardo de 69 vidas segadas en las calles de todo el país. No obstante, la orden tiene el valor de llevar implícito el reconocimiento de que con balas, metras o trozos de cabilla disparados desde los fusiles, o bombas proyectadas a quemarropa, ese cuerpo, cínicamente llamado “Guardia del Pueblo”, ha sido responsable de crímenes atroces. En consecuencia, tal orden tenía que haberla acompañado de la solicitud de sometimiento a investigación de los presuntos autores de esos crímenes ante cortes marciales. Las mismas que Padrino permite, u ordena, que procesen a los civiles que ejercen su derecho a la protesta, un procedimiento judicial también atroz que ha sido reprobado por el Ministerio Público.

Si hubiese franqueza en su declaración, Padrino se habría referido también a los llamados Colectivos, esa abominable reminiscencia espectral de “La Sagrada” de Juan Vicente Gómez; bandas que Chavez ideó con reclutas del lumpen proletariat (el género de vagos desclasados que tanto despreciaba Carlos Marx) y que hoy son el núcleo duro del castromadurismo. Padrino sabe que, a la vista de todos, estos maleantes se reagrupan y se abastecen en instalaciones militares. Sabe también que, lanzan sus ataques a mansalva en tandem con la Guardia Nacional con los que igualmente comparten acciones de saqueo.





Nunca imaginó el Presidente, General en Jefe Eleazar López Contreras, en qué se convertiría ese cuerpo de vigilancia que fundó en 1937 y bautizó con un lema que ha resultado el más ultrajado de nuestra historia: “El honor es su divisa”.