Luis Alberto Buttó: Liberen a la Simón

Luis Alberto Buttó: Liberen a la Simón

Luis Alberto Buttó @luisbutto3
Luis Alberto Buttó @luisbutto3

 

Es obvio que no me conoces. No has tenido tiempo para ello. Estás afanado en otros menesteres, ciertamente deplorables, vergonzosos e infames. Así pues, te contaré quién soy. Te ruego aceptes mi consejo: sería bueno que, de ahora en adelante, no olvides la explicación que pretendo. Es torpeza gigantesca ignorar lo que no se puede desprestigiar, lo que no se puede doblegar, lo que no se puede ocultar con nubes de gas lacrimógeno. Si tuvieses tiempo, a qué dudarlo, en vano esfuerzo intentarías una y mil veces quebrarme, pero el caso es que no puedes. Tus horas son menguadas. Transparentas la desesperación.

Mi color es el amarillo. Simboliza la luz. La luz producto del trabajo de la inteligencia; la luz nacida cuando se cultiva el intelecto; la luz esparcida sobre pueblos y hombres cuando se genera y difunde conocimiento. Por eso, al ondear cada día, orgullosa y esperanzadora sobre plácidos y cuidados jardines, o al marchar en calles, avenidas y autopistas hombro a hombro con el pueblo al cual me debo por convicción irrenunciable, mi bandera ha de recordarte que el sol más caluroso y protector es aquel que preside la galaxia donde la conciencia se templa al ser moldeada por la ciencia, cuyo único objetivo es la búsqueda de la verdad. Lo siento, no me viene bien tu rojo. Tu rojo que no es el de las rosas ofrendadas por enamorados (mancillas la palabra amor cuando la tartajeas) sino el rojo de la sangre derramada por el odio que mal te alimenta las entrañas.





No sé si entiendes de logos y esas cosas. En cualquier caso, permíteme explicarte que el mío, ése llamado «cebolla» cariñosamente y en familia por quienes por años se cobijan bajo mis brazos amorosos, representa la conjunción de las puertas por las cuales se entra gustoso, decidido y confiado al futuro, al comprender que el porvenir luminoso se construye con estudio, dedicación y disciplina, no con trampas, dobleces y corruptelas. Siempre he sido generosa. Me gustaría sobremanera que tú también cruzaras esas puertas. Todos los hijos de esta tierra tienen derecho a hacerlo. El punto es que por ideologías y/o intereses te empeñas en anclarte en el pasado inicuo, equivocado, fracasado, que sólo acarrea tragedias y pretende persistir con fiereza, hiriendo el presente.

Al cumplir mi tarea he honrado el nombre que me dieron mis padres fundadores. Nombre inspirado en el prócer que al pensar la patria mientras cabalgaba, amén de fundar Congresos y redactar Constituciones, se tomó el tiempo necesario para dejar en claro que sin universidad no existe república y que aquélla sin autonomía es una entelequia. Prócer que amó tanto mi esencia que no dudó un ápice en donar al fortalecimiento de mi concepto imperecedero buena parte de sus bienes más preciados. Deberías avergonzarte. Al contrario de lo que hago desde que nací, tu mancillas el nombre del Libertador al perseguir, humillar, maltratar y encarcelar mis estudiantes. Estoy convencida que te comportas así porque, en verdad, no eres más que un inmenso y solitario desierto, mientras que yo no soy un valle, sino dos. Uno otea el horizonte desde templadas montañas, el otro lo hace erguido frente al mar.

No importa si todavía no logras descifrar quién soy. Al fin y al cabo, lo entenderás. En las últimas horas, el país, al unísono, te lo ha gritado sin cesar. Escucha: #LiberenALaSimón.

Historiador

Universidad Simón Bolívar

@luisbutto3