16 de julio… una consulta vital, por José Luís Méndez La Fuente

La consulta popular del domingo 16 de julio no puede verse, meramente, como un acto político de la oposición. Interpretarlo así sería quitarle la importancia que tiene y simplificar su naturaleza y alcance al de una reacción más de la MUD, los partidos políticos o la Asamblea Nacional, frente a la convocatoria de una Constituyente, a todas luces fraudulenta, para el 30 de julio próximo.

Habría que tener la cortedad de miras y de ideas, propia del fanatismo ideológico, de la ignorancia o del conformismo, para seguir pensando que en Venezuela todo se reduce a una lucha entre dos bandos, dentro de una sociedad polarizada. O simplemente ser chavista, o simpatizante, como ocurre con los gobiernos de Bolivia, Nicaragua, Cuba, Ecuador o los dirigentes socialistas de PODEMOS en España, etc., para ver en la oposición venezolana a una impaciente e intransigente caterva de políticos que conduce a la masa que los sigue a utilizar la violencia contra un gobierno legítimo, constitucional y democrático.

Pero hace ya un buen rato que la población venezolana, en general, sobrepasó a su dirigencia y tomó vida propia, desarrollando su particular dinámica. La consulta popular convocada por la Asamblea Nacional dentro de las atribuciones que le otorga el Art. 71 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, no es un acto cualquiera, desesperado o irracional, que responde únicamente a una estrategia política de los partidos políticos opositores al régimen de Maduro. Se trata de un referéndum con sabor popular, sencillamente querido y deseado por la población venezolana que sufre aún entre las colas y sinsabores del día a día, las carencias de bienes y servicios básicos, que más allá de la incompetencia del gobierno, son consecuencia igualmente de su indolencia. Una indolencia planificada al mejor estilo cubano-castrista.





Por lo tanto, el referéndum en cuestión, tiene un sentido profundamente democrático, pues fue iniciado por un poder legislativo, representado en una Asamblea Nacional, electa en diciembre del año 2015, por más de catorce millones de venezolanos, de los cuales un 56% votó por los candidatos no chavistas.

Representa además dicho referéndum, en una de sus preguntas, la primera, la consulta al pueblo que sobre la realización o no de una constituyente debió haber hecho Nicolás Maduro, al iniciar un proceso constituyente como el que inició, pero en el cual se pagó y dio el vuelto, prescindiendo del pueblo, del que no le importó su parecer, y formulando a su antojo, sin la participación de ningún otro poder u opinión, las regulaciones y condiciones a las cuales quedaría sujeta la elección de los miembros de esa Asamblea Constituyente.

Las otras dos cuestiones que se tratan en el referéndum son igualmente importantes, pues permitirán también al pueblo expresarse sobre dos asuntos que están en el tapete y que conforman algunas de las interrogantes que se hacen a diario los venezolanos en la calle y que merecen una respuesta sincera y honesta de toda la sociedad, incluidas las fuerzas armadas y los poderes públicos. Esto es, si demandamos como votantes y ciudadanos que se respeten y respalden las decisiones de la Asamblea Nacional, tal como el gobierno lo pide para el resto de las funciones públicas. Y esto debe ser así, porque deben valer lo mismo los votos que eligieron a la oposición en la Asamblea Nacional, en el 2015, como los que contó el CNE cuando declaró ganador de la Presidencia de la Republica, en abril del 2013, a Nicolás Maduro.

El último tema sobre el que se pide el parecer del pueblo, es quizás el más importante y significativo de todos dado su alcance. Decidir si se quieren unas elecciones libres por medio de las cuales se renueven los poderes públicos, poder legislativo y ejecutivo, incluidos, como el medio democrático que permita a través de un nuevo gobierno, restituir el orden constitucional.

Frente a un proceso constituyente falsificado y anticonstitucional, que solo pretende sustituir a la Asamblea Nacional con una Asamblea Constituyente que legisle, mientras Maduro sigue de presidente, pues ese es el verdadero objetivo que se persigue, para después sin obstáculos de ningún tipo, hacer lo que le venga en gana al gobierno, la votación del domingo 16 de julio es vital, pues pudiera ser la última que veamos en mucho tiempo en Venezuela; al menos de manera libre, espontanea y democrática.

@xlmlf