Diego Arria: Solo la compasión de Trump puede salvar a Maduro

Diego Arria: Solo la compasión de Trump puede salvar a Maduro

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Imponer sanciones a un país tal como lo puede hacer el Consejo de Seguridad de la ONU, o unilateralmente, como las de Estados Unidos a Irán y Rusia, es un proceso difícil. No siempre garantiza que se obtengan los fines perseguidos. Así sucedió en el caso de Irak después de la primera Guerra del Golfo cuando se tuvo que crear un fondo petrolero para asegurar que sus ingresos fueran invertidos por el régimen de Sadam Hussein en alimentos, medicinas, equipos hospitalarios etc. Conocí las deficiencias de ese proceso cuando estuve en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Otro argumento en contra es que las sanciones económicas no distinguen entre inocentes y culpables y que estos últimos, que controlan las finanzas del régimen, no sufren igual que el resto del país. Ese razonable argumento, es esgrimido, entre otros, por Moisés Naím, uno de los analistas políticos más prestigiosos, a quien tengo la fortuna de contarlo entre mis más queridos amigos. Lo hace en El País de Madrid en su columna, con un titular de fina ironía “Así podría salvar Trump a Maduro”





Naím argumenta que el presidente Trump estaría considerando un bloqueo petrolero a Venezuela, lo cual en su criterio sería “una maravillosa y oportuna tabla de salvación política para Maduro de presentar a Trump como el responsable del hambre de los venezolanos. Y concluye: “No lo haga, presidente Trump”.

Tercio en este tema porque nuestro país libra hoy una verdadera batalla y todo aquello que pueda debilitarnos o fortalecernos debe ser contemplado. Por esto creo indispensable citar lo que le respondió el secretario general de la OEA, Luis Almagro, al senador Marco Rubio el 19 de julio ante un comité del Senado de los Estados Unidos sobre las consecuencias que podrían tener para el pueblo venezolano la aplicación de sanciones económicas.

Almagro: “Con frecuencia me preguntan sobre este tema y yo quiero ser claro en afirmar que las sanciones que puedan imponerse no empeorarían para nada el sufrimiento actual de los venezolanos, porque los recursos que le pertenecen al pueblo son utilizados por el régimen para asesinar y torturarlos, y no son invertidos en su bienestar, como lo demuestran las trágicas estadísticas de mortalidad infantil y desnutrición que superan a las de Siria”.

El Secretario General ha entendido que en Venezuela, secuestrada por una tiranía narco militarizada, se libra una batalla que obliga a que se adopten todas las medidas que sean necesarias que permitan el rescate urgente de su libertad.

Los únicos ingresos en divisas que Venezuela recibe hoy son de la venta a los Estados Unidos de aproximadamente 700 mil barriles de petróleo diarios. Sin embargo, el régimen de Maduro tiene años acusando a los Estado Unidos de hacerle una guerra económica. Acusación absurda porque en todo caso, para ser coherente, la narcotiranía militarizada no debería venderle a las empresas norteamericanas.

Concluyendo: aplicar sanciones es siempre un tema controversial. Pero Venezuela está hoy bajo el control de las fuerzas armadas que con extraordinaria rapacidad adquieren medicinas y alimentos a cuatro o cinco veces su precio real, y que en adición utilizan para chantajear a la gente jugando con la desesperación de su miseria, en medio de una tragedia humanitaria sin precedente en nuestro país.

La política de confiscar bienes de jerarcas, adelantada por la administración Obama, probó que tiene sus límites. Los indiciados han salido fortalecidos pues pasaron a no tener opciones, y hoy controlan el ala dura del régimen. Por más nombres que añadan a las listas del Departamento del Tesoro, no pareciera que pase nada radicalmente distinto a lo ya visto, pero en todo caso deben seguirse aplicando sanciones individuales.

Esta realidad explica por qué el consenso de los expertos del norte se inclina por la toma de medidas sobre el flujo de fondos generados por las exportaciones de petróleo a EE.UU. ¿Qué sugiero al respecto? Que las empresas de Estados Unidos no dejen de comprar nuestro petróleo, pero que en lugar de pagarlo en divisas realicen operaciones de trueque de alimentos, medicinas y equipos hospitalarios adquiridos en el mercado a precios reales.

Y no estoy inventando nada. Hay precedente en la ideología chavista sobre el tema del trueque como puede leerse en la edición de El País de Madrid de 23 de septiembre de 2008 en un reportaje titulado “Chávez resucita el trueque”. Según el periódico español: “Esto lo hace el Gobierno revolucionario y el presidente Chávez con el mega trueque, que es darle petróleo a nuestros países hermanos para recibir a cambio maquinarias que fortalezcan la soberanía alimentaria”. Previamente, en el Diario Página 12 de Buenos Aires del 7 de marzo de 2008, Hugo Chávez declaró: “Daremos toda la energía que Argentina necesita para el siglo XXI, y Argentina exportará alimentos a Venezuela”.

Me resultan familiares las “sanciones inteligentes”. El mismo Moisés Naím, en El País de Madrid, del 17 de octubre de 2010, las definió correctamente así: “A pesar de su impopularidad, y de sus obvios defectos, las sanciones son un instrumento cada vez más utilizado en la política internacional. Y esto es una buena noticia. ¿Cómo puede serlo? Pues porque la alternativa a las sanciones es la Guerra”. Mi punto precisamente.

No tengo dudas que el dilema es cruel, pero no hacer nada equivale a subsidiar y hasta servir de cómplice al régimen lo cual seria la peor y la mas imperdonable de las opciones, e inconcebible que acepten los venezolanos que vienen dando hasta la vida en la noble y valiente batalla cívica por el rescate de nuestra libertad.

Ex embajador de Venezuela ante la ONU y ex presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, ex gobernador de Caracas.