Esposa de Julio García: Sebin se llevó a mi esposo mientras desayunábamos

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Sobre una mesa se encontraban cuatro platos con arepas y huevos revueltos y café. Estaban a medio comer y habían perdido el calor. Eran los desayunos del presidente del Colegio de Enfermeros, Julio García y su familia. Para ellos era una mañana normal hasta que escucharon como alguien los llamaba a las a fueras de su casa. Eran funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), reseña El Carabobeño.

La hija mayor de la familia, una niña de unos 10 años, venía llorando de la calle a avisar a sus padres: “La policía se quiere llevar a papá”. Aún estaba en pijama, como todos los que habitaban la casa. El Sebin llamaba a la puerta porque tenían una supuesta citación para el presidente gremial. La tardanza de García impacientaba a los funcionarios, que no creían que el hombre estuviese buscando las llaves, por lo que procedieron a saltar el portón de la casa y entrar a la fuerza a la propiedad.





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La casa de García queda en La Trigaleña y es una vivienda anexada al patio trasero de otra de mayor tamaño. Sin mediar palabra los funcionarios, con sus trajes negros y los rostros cubiertos, pusieron esposas en las manos del enfermero y se lo llevaron. Los niños lloraban y la esposa, con su barriga de cuatro meses, no paraba de temblar ante el arbitrario allanamiento. No había orden judicial, ni citación alguna. Simplemente se lo querían llevar, expresó con tristeza Degnyz Pérez, esposa de Julio García.

Para la afectada la detención ocurrió porque su esposo es un luchador por los derechos de los enfermeros y que no ha tenido miedo en llamar a protestas pacíficas para que se les otorguen los beneficios que al gremio le corresponden, además de expresar su tendencia política, muy alejada del oficialismo.

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Pérez quedó anonadada por la cantidad de motorizados y camionetas pertenecientes al Sebin, todas con el color negro opaco que caracteriza a los vehículos de este grupo. Eran cerca de 30.

La violencia estaba presente en las amenazas de los enmascarados, quienes desvalijaron la diminuta residencia para llevarse tres celulares, uno de ellos de la menor a la que se lo arrebataron del bolsillo, documentos de vehículos, las llaves de los carros de los cuales se llevaron una camioneta Cherokee color azul y un CPU. En el suelo habían papeles, en el cuarto principal un montón de ropa regada impedía ver las baldosas de cerámica, mientras en el cuarto de la niña unos paquetes blancos que causaron sospechas en los funcionarios fueron abiertos. Eran libros de enfermería escritos por Julio García.

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Fue un episodio de terror que duró cerca de 45 minutos y que puso a los vecinos muy nerviosos. Todos observaban desde sus ventanas, mientras la mujer continuaba en un llanto desconsolado.

Su estado emocional estaba desestabilizado y sentía temor por su bebé de cuatro meses de gestación. Afirmó que sentía molestias en el vientre y eso le preocupaba.

Uno de sus mayores temores es que su marido termine como otros políticos y figuras públicas. Recordó que luego de un momento de descuido se percató de la presencia de otro funcionario quien tomaba fotos dentro de la habitación. Ella espera que no le hayan sembrado evidencias para incriminarlo.

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Al fiscal general electo por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab, le pide que recuerde que este sábado una vivienda en la que habitan dos menores de edad fue violentada y le causaron daños psicológicos a las pequeñas. Le recordó que es un derecho, que los niños vivan felices y tranquilos y alejados de ambientes hostiles.

A Nicolás Maduro, entre lágrimas y con un semblante que variaba entre molestia y dolor, le exigió que cesen las detenciones y la persecución a personas opuestas a la tendencia política gubernamental. Está cansada de vivir día a día en una permanente zozobra y crisis que parece nunca acabar. Degnyz Pérez cubrió su rostro y lloró una vez más. Ya no tenía nada que decir, lo había contado todo.