La más dolorosa foto del terremoto de México y los esfuerzos de rescate (CRÓNICA)

La más dolorosa foto del terremoto de México y los esfuerzos de rescate (CRÓNICA)

A collapsed building is seen after an earthquake in Mexico City, Mexico September 19, 2017. REUTERS/Ginnette Riquelme
A collapsed building is seen after an earthquake in Mexico City, Mexico September 19, 2017. REUTERS/Ginnette Riquelme

Cae la noche y miles de uniformados trabajan a pico y pala y sin descanso en las decenas de edificios derruidos de la Ciudad de México, tras el terremoto de magnitud 7,1 en la escala de Richter que sacudió hoy el centro del país, una tragedia que suma ya más de 119 fallecidos.

Martí Quintana / EFE

En la calle Monterrey con Viaducto Miguel Alemán, una de las principales arterias de la ciudad, un edificio de al menos cuatro plantas se derrumbó por completo.





El escenario es desolador y al menos un centenar de uniformados del Ejército, bomberos y Protección Civil trabajan a contrarreloj para poder sacar a gente con vida bajo los escombros.

Lo hacen a pico y pala, y con cubos para sacar los escombros en una labor hormiga.

También hay una grúa que apenas sacó un enorme cartel publicitario que cayó encima del edificio al producirse el movimiento telúrico, pasado el mediodía de este 19 de septiembre, cuando se conmemoraba el 32 aniversario del terremoto de 1985 que dejó miles de muertos en la capital.

José Angel Quimber, un vecino de la zona, fue de los primeros en acudir al rescate.

El edificio “tenía cuatro pisos, este edificio y en lo que estuve yo, ayudamos a salir a dos persona heridas” y a dos fallecidos, lamenta.

A la mínima señal de ruido entre los escombros se hace silencio. Los expertos en rescate levantan las manos y se pone mucha atención. Incluso usan una manguera que colocan entre los escombros para detectar cualquier sonido.

Los perros, enseñados para localizar a personas bajo los escombros, hacen su labor.

Lleno de polvo, José Rangel contempla ahora las labores de rescate desde una de las esquinas de la calle. Él también fue de los primeros en llegar a este derrumbe. Hay al menos 30 edificios caídos en la ciudad.

Otros peligran, y prueba de ello es un bloque de tres plantas prácticamente pegado al lugar del derrumbe, que han desalojado con posterioridad luego de que se ladeara.

“Sacamos escombros y hacemos fila, y cuando te piden silencio te quedas callado. Si se escuchan aplausos, se abre el paso” para sacar a la persona, explica el joven.

El español Alberto Morales, residente en esta zona de la ciudad de clase media, también estuvo ayudando hasta el arribo de algunos oficiales.

“Necesitan que haya mucho silencio”, remarca desde su moto, cubierto de polvo y con las piernas llenas de rasguños.

Tras siete años en México, no recordaba un terremoto así, que se suma al fatídico sismo de magnitud 8,2 en la escala de Richter del pasado 7 de septiembre que impactó sobre todo en el sur del país y dejó 98 muertos.

Alonso, un enfermero de un hospital público, es uno de los muchos voluntarios que apoyan ante este siniestro.

Con su mochila repleta de medicamentos y productos de primeros auxilios, como vendas, sale en dirección a otro punto de la ciudad con su colegas del hospital, donde les han pedido refuerzos.

No es el único, y muchas personas, con una simple mascarilla para no aspirar el polvo, ayuda como puede. Por ejemplo, formando largas cadenas humanas que transportan material de primeros auxilios y agua.

La ciudad está en un considerable caos vial, con miles de personas transitando en vehículo hacia sus casas a paso lento y los transeúntes actuando de improvisados guardias de tráfico.

Se registran algunas compras de pánico en establecimientos comerciales, en tanto que muchas tiendas han cerrado por precaución.

Se oyen aplausos y desde un altavoz se pide silencio porque puede haber gente viva bajo los escombros de este edificio de la colonia (barrio) Narvarte.

Una grúa procede a levantar un gigante pedazo de la vivienda. Mientras, se instalan ya unos potentes reflectores frente al edificio en ruinas, pues la noche se acerca.

Tardarán horas, si no días, para sacar tantas toneladas de escombros, con el cuidado pertinente de no dañar a los posibles personas que han quedado sepultadas vivas, en la catástrofe más grave que recuerda la capital del país desde 1985. EFE