Estudiantes universitarios se debaten entre seguir la carrera o buscar empleos

Biblioteca de la UCV, en Ciudad Universitaria de Caracas, una de las obras más importantes del arquitecto Carlos Raúl Villanueva
Biblioteca de la UCV, en Ciudad Universitaria de Caracas, una de las obras más importantes del arquitecto Carlos Raúl Villanueva

 

Ya en el tercer semestre de Sociología en la Universidad Central de Venezuela (UCV), Migdalis Pernía piensa dos veces si se inscribe o mejor busca un trabajo. Vive en San Antonio de Los Altos, estado Miranda, y todo el aporte económico que le dan sus padres es para pagar transporte público.

Por Mabel Sarmiento @mabelsarmiento / Crónica Uno.





Ni hablar de comer en la calle o de comprar un libro. Mucho menos ir de tiendas o de paseo con las amigas.

Cuando comenzó la universidad estaba muy emocionada. Pensaba en graduarme pronto y encontrar trabajo. Ahora siento frustración porque todo lo que se habla en mi casa gira en torno a la economía, que no alcanza para esto, que no tengo plata para aquello. Por eso tomé la decisión de correr un semestre y buscar un empleo”.

La opción que escogió Migdalis es algo que ya se están planteando los docentes de la UCV como un problema a futuro.

Amalio Belmonte, secretario académico de la Central, dijo que, como consecuencia de factores externos, los socioeconómicos, al estudiante universitario se le está haciendo cuesta arriba proseguir su carrera. Hasta comprar un lápiz significa un gasto que muchos no pueden sostener.

“No hay una estadística oficial, pues ahora están por terminar algunos semestres. Hay datos parciales, cerca de 15 % en Sociología, Derecho y Trabajo Social que hablan de una merma, pequeña, pero preocupante”.

Para Belmonte, esa es una tendencia en todas las universidades del país. Y en la Universidad de Los Andes (ULA), se está dando ese fenómeno, “y básicamente está condicionado porque los bachilleres no pueden mantener su rol de estudiante. Por eso muchos combinan el trabajo con las clases”.

Lo otro que está marcando un posible éxodo es la inseguridad y el hecho de que no hay ofertas de trabajo para el que logra culminar su preparación universitaria. “Todo esto termina frustrando al joven y, por tanto, prefieren emigrar a otros países”.

Otro punto que resaltó el profesor es que, en el caso de la UCV, ellos ofertan entre 9000 y 10.000 cupos (nuevos ingresos) y la realidad actual indica que la demanda ha disminuido. “Los estudiantes se sienten tempranamente excluidos precisamente por el factor económico”.

Y de hecho eso fue lo que marcó la decisión de Migdalis. Sacó más cuenta que una calculadora y no le dio la talla para continuar su preparación académica.

Pero eso no es todo. La crisis de bolsillo también apabulla la operatividad de las carreras que tienen laboratorios. Según Belmonte, el presupuesto anual de la Facultad de Farmacia, por ejemplo, es lo que cuesta una computadora. “Obviamente para esas especialidades, las que se dedican a investigar, que tienen laboratorios, trabajo de campo, es muy difícil mantenerse activas y eso influye negativamente en la demanda”, acotó.

En la cuenta de Twitter del Movimiento Estudiantil de la UCV revelan cifras la crisis que se vive en la universidad y en el país. Datos de los que Amalio Belmonte difiere, pues no se han contrastado oficialmente.