Franklin Piccone Sanabria: Aproximación a las elecciones del 15 de octubre de 2017

Franklin Piccone Sanabria: Aproximación a las elecciones del 15 de octubre de 2017

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Los cómputos electorales de las elecciones regionales han dejado a todos boquiabiertos. Nadie, ni sirios ni troyanos, esperaban lo ocurrido. ¿Qué sucedió? ¿Qué lectura debe darse a la luz estrictamente de los hechos? No hay duda, hay que realizar una evaluación al detalle, alejada de las opiniones ya ubicadas dentro del espectro político y que, por su parcialidad, puedan teñir de acuerdo a sus intereses los juicios de lo vivido en la contienda. En ese inventario electoral que ha dejado como corolario una gran polémica, hay puntos que tienen que ser abordados uno a uno, a fin de esclarecer las incertidumbres y las frustraciones de unas elecciones que amenazan con crispar aún más el controvertido debate político de la nación. Este breve análisis procurará responder en consecuencia las interrogantes más destacadas en la opinión pública.

1- ¿Son realmente esos los resultados?
Sí. La oposición contó con testigos electorales en todas las mesas y con técnicos que presenciaron las diversas auditorías del evento comicial y no hubo reclamos sino hasta conocerse los números finales. De hecho, la oposición aseguró en medio de la campaña que su presencia evitaría un posible fraude.
¡Ah!, ¿que los candidatos del gobierno utilizaron el erario para el financiamiento de la campaña sin ningún tipo de controles estatales?, ¿que el ente encargado de la materia electoral mostró un atropello y una parcialidad al cambiar los centros de votación para reducir los sufragios adversos?, ¿que coaccionaron, de nuevo, la participación ciudadana con la continuidad o no de los beneficios otorgados por el Ejecutivo en materia social? Pues sí. ¿Representa un claro atropello al ejercicio de la libertad de opinión, de conciencia y al derecho a elegir? Desde luego, pero ¿por qué no se protestó ese ventajismo que incidiría en los comicios regionales antes o durante el proceso? Por favor, hacerlo luego y cantar fraude es un déjà vu que raya en la idiotez.
Digamos la verdad con entera responsabilidad y honestidad: Se subestimó el impacto de esos eventos en los resultados finales. ¿Quién falló? El equipo electoral y político de la MUD que no advirtió y reclamó a tiempo tales eventos.





2- ¿Se trató de elecciones nacionales?
No. ¿Las 17 gobernaciones ganadas por el oficialismo representan una aprobación de la gestión de Nicolás Maduro? No. Su rechazo en las calles es incuestionable. Estas elecciones no fueron un plebiscito ni nada que se le parezca. No hubo de parte y parte una campaña nacional paraguas. Todas fueron muy particulares en sus propuestas. Los distintos candidatos realizaron un contenido propio para ganar la aceptación de los ciudadanos en sus estados. Basta poner el ejemplo de lo hecho durante la contienda por los candidatos electos Rafael Lavaca y Héctor Rodriguez, o bien Laidy Gómez y Juan Pablo Guanipa. Cada una muy distinta.
Ahora bien, en el campo opositor, se debe ponderar la incidencia en los comicios de lo que algunos llaman la “incoherencia política” de la oposición, luego de cambiar abruptamente la vía insurreccional con costo lamentable de vidas humanas por una salida electoral cuya narrativa no convenció del todo a un porcentaje de la disidencia.
¿La abstención de los que así opinaron fue determinante en los resultados? Claro que estuvo presente en estas elecciones, pero no es el elemento que justifica per se las derrotas obtenidas. ¿Cómo entonces algunos candidatos de la oposición sí lograron con éxito las gobernaciones?
Todo lo contrario, a pesar de la abstención (que siempre en elecciones regionales está alrededor del 40%), una importante mayoría de las personas que protestaron salieron a votar. Entendieron el mensaje de la lucha en todos los terrenos y en todos los frentes. Los elementos de la derrota entonces hay que buscarlos en la actuación del candidato y en el desarrollo de su estrategia electoral.

3- ¿Cuál es la lectura de estos sufragios estatales?
Ni más ni menos, estrictamente eso: son resultados regionales, circunscritos a una realidad y a una intención de voto muy específica. ¿Divorciados enteramente del debate nacional? No, pero tampoco influenciados en extremo por la polarización del país. Los ciudadanos votaron en razón de sus regiones.
Aquí hay que evaluar tanto el candidato como el éxito de la campaña realizada en función de los resultados obtenidos. Buscar los tres pies al gato cantando fraude no es lo más razonable desde el punto de vista político.
Veamos en detalle, por ejemplo, lo ocurrido en Miranda y en la Guaira. La campaña de Carlos Ocariz fue anodina. No generó entusiasmo ni mayor encanto más allá de su base electoral. Hizo lo mínimo para ganar. Tal vez por la confianza que expresaban los sondeos de opinión. Nunca procuró revertir el mal concepto de su gestión como alcalde donde la basura, la inseguridad y los bajos salarios de los docentes lo han puesto en la picota. Por el contrario, el gobernador electo Héctor Rodríguez, se alejó de un mensaje ideológico y parcializado para abarcar un espectro político mayor al de sus votos naturales. Logró interpelar a sectores descontentos de las gestiones salientes de la región y ahí están los resultados. ¿Quién perdió? Carlos Ocariz; no la oposición. Esa es la cruda verdad.
En el caso de la Guaira, se desestimó la percepción positiva por los varguenses de la gestión del gobernador Jorge Luis García Carneiro; así como su estructura clientelar iniciada en la regionales 2008 y luego ratificada en el 2012. Dos elementos que fueron claramente determinantes. En la construcción de la propuesta política y la publicidad, las fortalezas y las debilidades del adversario debieron ser pulsadas con la intención de capitalizar los descontentos reales.

4- ¿Qué toca luego de este revés electoral por parte de la oposición?
Revisar en detalle centro por centro, parroquia por parroquia y municipio por municipio, a fin de determinar cuáles fueron los cambios en los comportamientos electorales que resultaron decisivos. Por supuesto, con el objeto de corregir y fortalecer la movilización y la organización en aquellos sitios donde mermó la participación opositora.
Advertir para las próximas elecciones que la polarización no protege a los malos candidatos del cuestionamiento ciudadano. No siempre los electores deciden por automatismo político. Ejercen más de las veces la crítica y la censura. El caso de Miranda es ilustrativo.
No está demás destacar la robustez de un candidato surgido de unas primarias en contraposición con aquellos que parten de una negociación política como cuota partidista. Cierto, el consenso y la negociación son herramientas de la política que no debe obviarse, pero cuando se hace un uso excesivo de ello y de espalda a los intereses colectivos de los ciudadanos, los resultados no suelen ser los esperados.
Finalmente, entender lo sucedido exclusivamente como un revés electoral y trabajar en consecuencia.

Franklin Piccone Sanabria

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