Freddy Marcano: Autoritarismo o dictadura competitiva

 

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Hay autores que distinguen entre sociedad política y sociedad civil para precisar la esencia y el papel que juegan los partidos políticos. Éstos tienen por vocación, el ejercicio directo del poder, tratando de realizar los  intereses comunes, mientras que las entidades de la sociedad civil carecen de esa vocación y pujan por sus propios y legítimos intereses. De modo que no hay oportunidad para la confusión.





Si fuere el caso, los partidos forman parte de la sociedad civil que se especializa en los asuntos políticos y, tomando distancia, cuando ejercen la dirección del Estado, adquieren características muy propias. Sin embargo, la discusión teórico es, a todas luces, inútil, porque esta dictadura del siglo XXI, incompatible con el pluralismo político, ideológico y social, tiene por principal propósito acabar al mismo tiempo con esa sociedad política y civil, a favor del Estado. Fuera de éste, nada ha de existir.

Casi veinte años de un mismo gobierno, nos aleccionan. La tripartita es un remoto recuerdo, porque en las relaciones laborales, por esenciales que sean, decide únicamente el gobierno que combate a los gremios empresariales y sindicales simultáneamente. Después de los comicios regionales y quizá antes que los municipales y los presidenciales, nos espera la “validación”, semejante a la de los partidos, de todo el universo de las organizaciones de la sociedad civil que, incluso, antes detestaron a los partidos que las fundaron o facilitaron, como ahora necesitan de su consistencia y maquinaria para sobrevivir. Pero esa “validación” no será tan fácil, porque – intervención  directa aparte – llamarán a las elecciones de sus directivas nacionales y locales, de los rectores y decanos de las universidades públicas y quién sabe si privadas, y de todo lo que se les ocurra dislocar, bajo las enteras y consabidas condiciones del CNE que cumplirá con el mandato de la tal constituyente.

No habrá asociación estudiantil, empresarial u obrera que escape al mandato de dislocación de la dictadura, ni colegio profesional que se mantenga en pie. Las universidades, tarde o temprano, tendrán que medirse, porque el régimen necesita ya controlarlas y ahogarlas, excepto se trate de mantener la excelencia de una Universidad Metropolitana, donde estudian los hijos de los grandes enchufados, por lo menos, hasta que tengan que irse voluntaria o involuntariamente del país para disfrutar de los reales “ahorrados”.  Quién deseé saber de esas condiciones que impondrá y perfeccionará el gobierno, puede leer las sentencias del TSJ que han impedido la renovación de las autoridades ucevistas y del Colegio de Abogados de Caracas.

Quien escribe, no tiene ni aspira a tener dotes de adivino. La lógica nos encamina hacia esa gran posibilidad que la dictadura, como ninguna otra en la historia venezolana, tiene con las elecciones que convoca bajo su total y absoluto control. A nadie sorprenda, pues, que, después de los comicios regionales, entremos en la espiral de una anarquía electoral impuesta por esta autocracia competitiva, como bien la llamó una vez el politólogo Javier Corrales.

Todo este análisis, nada favorable, pero apegado a la realidad, nos lleva a pensar cuál será el camino que tomaremos, cerrar la puerta y tirar la llave, o seguir luchando en cualquiera de los escenarios que se nos presente, por muy difícil y cuesta arriba lo veamos. Allí debe prevalecer nuestro objetivo principal, cambiar este modelo político, que ha demostrado ser fatídico en nuestro país.

@freddyamarcano