Culpas, por Dulce María Tosta 

Culpas, por Dulce María Tosta 

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No recuerdo a ciencia cierta si fue John Kennedy quien habló de la orfandad de las derrotas y de la paternidad plural de las victorias. Pero independientemente de quien haya sido el constructor de esta gran verdad, la debacle producida por los resultados prácticos de las votaciones el 15 de octubre, han puesto a los jefes de la MUD a buscar -desesperadamente- un padre para la criatura, dado que no la pueden convertir en hijo expósito.  





La decisión del partido Acción Democrática de Ramos Allup (para diferenciarlo del de Alberto Carnevali y Leonardo Ruiz Pineda), de ordenar a los gobernadores adecos electos por los pueblos de Táchira, Mérida, Anzoátegui y Nueva Esparta de que se juramentaran ante la espuria Asamblea Nacional Constituyente, les puso más que brillante la calva de la ocasión. En lo sucesivo, llamarán traidor al líder y al partido de los adecos y echaran al saco del olvido que la traición primigenia fue haber concurrido a unas votaciones dirigidas, claramente, a dar un barniz de democracia a un régimen tiránico y un poco de legitimidad política a la ANC.  

Ya empezaron los operadores cibernéticos de la MUD a lanzar pestes contra Ramos Allup y sus gobernadores acólitos y a resaltar la digna actitud del maracucho Guanipa (PJ), quien al parecer fue el único que entendió que el mundo no se acaba mañana y que una conducta asociada a la traición lo podía convertir en un eunuco político.  

El 10 de octubre, cinco días antes de las malhadadas votaciones, tuve la oportunidad de leer un twitt que decía así: «Hoy nos piden el voto para ganar espacios y mañana se arrodillarán ante la ANC para no perderlos.». Usando menos de 140 letras, este compatriota resaltó el antes y el después del 15O; hizo notorio que no habían planteamientos ideológicos ni ofertas de obras públicas o mejoras sociales, que todo lo que se deseaba era que la gente mostrara una vez más su rechazo al régimen, cuidándose muy bien de comentar que la moneda tenía otra cara: el beneficio directo y personal de los caciques de la MUD y de los antidemocráticos partidos que dirigen.  

En sus afanes burocráticos, la MUD tuvo la desfachatez de convocar al pueblo a lograr una victoria imposible; señalo como imposible esa victoria prometida, por cuanto no hay victoria sin dignidad, independientemente del terreno en que se plantee la batalla. Imposible vencer cuando reiteradamente hemos sido sometidos a la humillación de esperar la sacrosanta decisión de Tibisay Lucena para saber si el voto que depositó el elector llegó al destino deseado o fue negociado entre gallos y medianoche.  

El 15 de octubre me hizo recordar las proféticas palabras de Churchill ante la conducta timorata de Chamberlain ante Hitler: «han perdido el honor y ahora tendrán la guerra».  

La búsqueda de culpables por parte de la MUD es incansable; su docena de cagatintas que nos fatigan con sus sandeces en las redes sociales, no cesan de repartir culpas ni de inventar excusas. La primera, sostenida durante varios días, fue que la derrota era culpa de los abstencionistas, pero cuando Henry Ramos se quitó el disfraz y ordenó a sus conmilitones que concurrieran a juramentarse ante la ANC, cambiaron radicalmente el discurso y, con él, las víctimas de sus denuestos, demostrando que para ellos poco importa la verdad, la cual siempre tienen arrodillada en el altar de sus conveniencias.  

Ramos Allup es culpable, quizás el más culpable de haber traicionado la confianza popular, pero señalarlo como el único culpable de la debacle ética de la MUD, es falso, interesado y absurdo. Cuando él sorprendió a Venezuela entera anunciando su participación en unas votaciones que a todas luces fueron convocadas para dar visos de legitimidad a la ANC, los demás líderes han debido negarse rotundamente y haberlo castigado por su dislate político; en vez hacer tal cosa, se embarcaron en la misma canoa que los conduciría a la catarata de la ira popular.  

La MUD debe desaparecer, pero no para renacer con otras siglas y las mismas caras; es hora de constituir una nueva oposición dispuesta, sin titubeos ni diálogos mezquinos, a restaurar la libertad y la prosperidad perdidas. Que Dios nos ayude. 

[email protected] 

@DulceMTostaR 

http://dulcemariatosta.com