Pedro Vicente Castro Guillen: Las elecciones como salida

Pedro Vicente Castro Guillen: Las elecciones como salida

Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog
Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog

 

Las elecciones como una salida de regímenes autoritarios tiene en Venezuela un largo linaje, hemos visto que se argumentó hasta hace muy poco como salida privilegiada de la presente situación apelando a la experiencia histórica de la Polonia del fin del comunismo, o el fin de la dictadura chilena. Sin embargo, es en nuestra propia historia donde el sufragio adquiere su verdadera validación como forma de transición hacia la democracia.

En 1936 cuando se inicia la transición hacia la democracia en Venezuela, los demócratas venezolanos agrupados en el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE), deciden la vía electoral enunciada por Rómulo Betancourt con la famosa frase “con el pañuelo en la nariz”, aceptan la reunión del Congreso gomecista para la elección como Presidente del Gral. López Contreras, decisión que para muchos de ellos significaría la expatriación entre estos el autor de la frase. Pero esto no terminaría la política; Betancourt la ratifica cuando regresa del exilio promueve la candidatura simbólica de Don Rómulo Gallegos, aun sabiendo que el mismo Congreso gomecista elegiría otro General como Presidente.





Esta política sería una constante en la transición hacia la democracia, en 1952, cuando la Junta de Gobierno convoca las elecciones para la constituyente y la elección de un Presidente provisional los partidos democráticos encabezados por URD asisten a la elección  y la ganan, a Pérez Jiménez dictador en ciernes no le queda más remedio que perseguir a los miembros del organismo electoral de la época, declarar la dictadura y enviar al exilio a los líderes políticos, entre ellos a Jovito Villalba que condujo el victorioso proceso iniciando así la   persecución y asesinato de la disidencia. Y en 1957 cuando se convoca el plebiscito en franca violación a la Constitución Nacional de 1953, la oposición vuelve a asistir al proceso electoral –sin garantías- obligando al régimen al fraude y a su salida definitiva en 1958, cuando Venezuela entraría en democracia.

De acuerdo con lo anterior, los venezolanos  aprendimos la vía electoral mucho antes que otras naciones y nos abrimos a las vicisitudes de una democracia moderna. Y cada vez que se asistió a las elecciones en los regímenes autoritarios nunca hubo garantías. La oposición fue víctima de la trampa y sufrió: exilio, persecución y muerte. Y esto no fue porque los demócratas agrupados en los partidos eran ingenuos sino que era la única política posible –cuando se presentaron otras posibilidades se tomaron-. Durante el periodo de transición democrática de 1936 a 1958, hubo elecciones democráticas en 1947con todas las garantías constitucionales, pero la dictadura había sido derrotada al menos temporalmente.

Hoy las fuerzas democráticas se inclina por la no participación electoral después del resultado de las elecciones a gobernadores, donde la falta absoluta de garantías electorales y de respeto al voto produjeron un resultado contrario a la correlación de las fuerzas políticas y sociales que son francamente favorable a la oposición. Los partidos opositores se decantan por solicitar para la participación el restablecimiento de los derechos al sufragio de los ciudadanos, es decir, que existan verdaderas garantía   que resguarden la libertad del voto y su consecuencia que es el derecho a elegir.

Pero, se pasa por alto, que en regímenes autoritarios la conquista de condiciones electorales justas supone ya la derrota del régimen, como el caso de las elecciones de 1947. Estas son elecciones libres porque se da el Golpe de Estado en 1945, se elige la Asamblea Constituyente de 1946, que establece derechos democráticos plenos para los venezolanos. No hay nada como primero voto democráticamente y después derroto a la dictadura, eso es un error lógico e histórico.

Las elecciones constituyen una política para la derrota del régimen, más aún cuando estamos frente a regímenes que usan las elecciones de manera perversa para consolidar su poder. Dejar el campo al oficialismo en las elecciones es deslegitimar el voto y despojarnos de nuestra arma más poderosa y eficiente hasta ahora para dar de baja al castro-chavismo-madurismo y reconquistar la democracia.

Pedro Vicente Castro Guillen                     @pedrovcastrog