Chávez, sembrado en el estiércol, por Gustavo Tovar-Arroyo

Chávez, sembrado en el estiércol, por Gustavo Tovar-Arroyo

Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr
Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

 

Los apestados
Las alertas mundiales contra la peste chavista –esa epidemia creadora de miseria– están encendidas. Están sucediendo cosas que no narraré por esta vía, pero que darán un giro total a los acontecimientos políticos en Venezuela. Estamos hilvanando con meticulosa paciencia los apoyos que necesitaremos para alcanzar la liberadora curación nacional.
Poco o nada será lo que aporten los diferentes factores de la Mesa de la Unidad (MUD) para el cambio, salvo contadas figuras, ya son percibidos como ineptos y en el mejor caso como secuestrados.
No será fácil lo que viene, pero ya es infalible: Venezuela ha sido tomada por un cartel de narcotraficantes (los apestados).
¿Los encarcelamos?

El teatro y la peste
Le cedo la palabra a mi amigo de la juventud y compañero de mis horas más nihilistas, el poeta maldito Antonin Artaud.
Esto dice en su El teatro y la peste: “Cuando la peste se establece en una ciudad, las formas regulares se derrumban. Nadie cuida los caminos; no hay ejército, ni policía, ni gobiernos municipales; las piras para quemar a los muertos se encienden al azar… El hedor sube en el aire como una llama… Entonces las casas se abren y los pestíferos delirantes van aullando por las calles con el peso de visiones espantosas. Otros apestados, sin bubones, sin delirios, sin dolores, sin erupciones, se miran orgullosamente en los espejos, sintiendo que revientan de salud, y caen muertos con las bacías (recipientes) en la mano, llenos de desprecio por las otras víctimas.”
No es teatro, maestro, es Venezuela.





Adoptemos un chavista
Otro apreciado amigo –pero de la actualidad– me asegura, con la nobleza que tanto lo caracteriza, que nuestra reconciliación nacional pasa por adoptar un chavista.
Yo, que como sabemos no soy tan santo, que en mi juventud leí con entusiasmo a Artaud, lo vi con algo de duda y le respondí: a menos que sea como mascota, no veo muy claro qué voy a hacer con uno de esos. Claro, no lo niego, me encantaría pasearlos con su collar y cadena gateando por las calles y mostrarlos tal como son, a rastras, pero lo dudo, la sociedad protectora de cosas de esas me multaría.
Aunque pensándolo bien podría tener un cerdito como mascota chavista, lo llamaría Diosdi. Atizarlo para hacerlo chillar sin que la sociedad protectora de esas cosas se entere.
¿Sería inocente?

La pocilga pisoteada
Aunque no lo sintamos así, frente a la historia, hemos vencido. A pesar de nuestras heridas y tristezas, hemos vencido. Hemos logrado sembrar a Chávez en el estiércol de la memoria venezolana. Es una pocilga pisoteada.
No hemos logrado liberarnos de la dictadura, no hemos logrado alcanzar la anhelada libertad, pero hemos aniquilado al mito. Algún día los venezolanos tirarán los restos del tirano por las escalinatas de El Calvario. Lo merece.
Son el asco.

Sembrado en el estiércol
Peor que estar muerto es causar repugnancia, y Chávez, el chavismo y los chavistas la causan. Están marcados por la peste. Nosotros estamos mal, pero ellos están peor. Nadie los quiere. Nadie se les acerca, no saben dónde esconderse, su fatalidad es que hieden. Esa ha sido nuestra verdadera victoria cultural y tarde o temprano llegará la política.
El costo humano, político y económico de nuestra lucha –que no ha terminado– ha sido monumental, pero hay que entender que extirpando al chavismo frente a la cultura y la historia extirpamos lo peor de Venezuela: la trampa, la delincuencia, el crimen organizado, la corrupción y el cinismo. Hay que seguir. La peste está identificada y sancionada mundialmente. Lo estamos logrando.
Hemos sembrado a Chávez en el estiércol
Yo sigo…

@tovarr