Guido Sosola: Mendacium

Guido Sosola: Mendacium

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Se dirá de un pecado venial, pero las mentiras, por muy pequeñas que sean, en una época de crisis, tienen la fuerza de una bomba atómica. Incorregible defecto de las relaciones políticas, refiriéndonos a las llamadas “blancas” o “blandas”, producto de alguna travesura de circunstancias, no pueden excederse cuando todos tenemos el agua al cuello, porque le restan la mínima y necesaria confianza y certeza a un juego, por lo demás, demasiado humano, como es el que tiene que ver con el poder y las expectativas que genera sólo el buscarlo o el mantenerlo.

Algún día se escribirá sobre lo que ha transcurrido respecto al siglo XXI venezolano, aunque tardará mucho la revelación de los detalles, de las vicisitudes, de las incidencias que, en un primer intento, no cabrán en la versión demoledora de los vencedores, los que – precisamente – suelen escribir la historia. Todos y cada uno de los diálogos e intentos de diálogo, entre gobierno y oposición, están repletos de detalles, de supuestas menudencias que explican la pobreza y la grandeza espiritual de los actores, fuesen primarios o secundarios, añadidos los terciarios o cuaternarios que tanto agradecen el doradísimo exilio de estos años.





Convengamos en la dificultad de desterrar la mentira de la política, como también aceptemos los límites que se imponen. Los partidos dominantes de la oposición decidieron dialogar con el régimen y, utilizando para ello la Asamblea Nacional, pivotearse para legitimar el esfuerzo, salvo un error: uno de los voceros del G-4, quien inmediatamente después de la gran torta de las regionales anunció una gira internacional que se limitó a República Dominicana, aseguró que el partido de María Corina Machado, no otro sino el partido de María Corina, estaba de acuerdo con ese diálogo. Sin embargo, todos los diputados de Vente Venezuela saltaron inmediatamente y lo desmintieron, considerando que apenas tuvieron con el espléndido negociador una conversación cordial de pasillo.

Si hubiese sido con otro partido, no habría problema, pues la cosa pasa por debajo de la mesa, pero ocurrió justamente con los diputados que apoyan a María, con características muy propias: por lo general, disienten de la línea parlamentaria de la MUD, hacen propuestas diferentes dentro o fuera de la cámara, salvan su voto cuando lo creen necesario, argumentan cosas muy de fondo en sus discursos, resultan ácidos y frontales en su labor parlamentaria y tienen un buen record de asistencia. Si por ahí es la cosa, es más que evidente que no cuadraron con el G-4 y, más grave todavía, innecesariamente subestimados, creyeron que se quedarían paralizados como unos pendejos ante la mentira.

No imaginamos a los miembros de la Junta Patriótica de 1956 en adelante, a ver si se entiende mejor, metiéndose coba entre ellos, metiéndole coba al país y, después, pidiéndole perdón a la gente por sus metidas de pata que en verdad son naturales, aunque repetidas mil veces ya nos pone en el terreno de la estupidez. Como árbol torcido que nunca sus ramas endereza, hubiesen pedido perdón por ese pelón del plebiscito de Pérez Jiménez, pero se sentarían de nuevo a esperar a la otra consulta plebiscitaria con el mismo Consejo Supremo Electoral y hasta Pablo Salas Castillo, presidiéndolo.

@SosolaGuido