País en quiebra, régimen podrido y oposición entreguista: un triángulo de la muerte Por Gustavo Coronel

Gustavo Coronel
Gustavo Coronel

 

Los dos primeros lados de este triángulo fatídico no requieren mucha explicación. El país está al borde de la cesación de pagos y la población está inerme frente al desabastecimiento, sufriendo las mayores privaciones de su historia desde la emigración a Oriente en 1814. El régimen está integrado por ladrones, traficantes de drogas, militares traidores a su misión, lavadores de dinero y, en general, por burócratas ineptos y rapaces. Calificarlo de podrido no es una exageración.

Es el tercer componente del triángulo el que merece algunos comentarios, ya que su naturaleza ha ido cambiando en el tiempo, desde una oposición aguerrida, contundente, a lo que es hoy un verdadero carnaval de entregas, traiciones y mediocridad.  Con la honrosa excepción de  Antonio Ledezma y María Corina Machado, respetando el silencio forzoso de Leopoldo López y admirando a los líderes estudiantiles mayoritariamente leales  a sus principios, una creciente tropa de lo que solía ser la oposición organizada en la MUD está actuando como los mejores amigos del régimen.  Algunos ejemplos recientes: la entrega ante la ilegal Asamblea Nacional Constituyente  de los gobernadores de Acción Democrática electos; las convocatorias a votar en las llamadas elecciones municipales que hacen políticos en retiro como Claudio Fermín y Eduardo Fernández; la candidatura de Manuel Rosales a la gobernación del Zulia, traicionando así al verdadero ganador en esas elecciones; la precandidatura presidencial de Henri Falcón aupada por el “encuestador” y constituyentista Oscar Schemel (Dios los cría y ellos se juntan), el anuncio de la precandidatura presidencial de Andrés Velásquez, la candidatura de Yon Goicochea a una alcaldía en representación del grupo político de Henri Falcón, a escasas horas de haber sido liberado por el régimen; las absurdas maromas de Henry Ramos Allup.; las candidaturas a alcaldes de Pedro Pablo Fernández y de Enrique Mendoza. Parecería que estos y otros líderes han sido inyectados de una droga maldita que les lleva a abandonar su posición principista para adoptar un pragmatismo exagerado que se confunde con la entrega. En mi libro esta gente no tiene excusas para la gran bajada de calzones que están promoviendo.





El colmo de  esta posición oportunista ha sido el regreso a lo que el diputado Luis Florido y Julio Borges llaman a veces un diálogo, otras veces una negociación, algunas veces una facilitación con el narco-régimen, la cual llega en un momento en el cual la presión externa sobre el régimen se incrementa. Se da, de nuevo, el paradójico caso de unos países más duros contra el narco-régimen que “nuestra” oposición. Ya Canadá, USA y la Unión Europea han sancionado a más de 65 criminales, miembros del cogollo del régimen, incluyendo aquellos con quienes nuestra gelatinosa oposición se va a sentar a  “dialogar”. Esto me parece intolerable y una indicación trágica de que mucha de la llamada oposición no era más que un grupo de mercenarios al servicio de la obtención de beneficios políticos personales, con sacrificio de la dignidad de la Nación.

Se requiere urgentemente la rebelión ciudadana, de los venezolanos dignos en contra de este arroz con mango moral que estamos presenciando.