Gustavo Tovar-Arroyo: La conmovedora fuga de Ledezma

Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr
Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

 

 Al borde del precipicio

Desde que el chavismo secuestró a Venezuela, los venezolanos vivimos al borde de un precipicio.





Un día asesinan a un niño porque grita “libertad” en las calles, otro día encarcelan a un líder político por trasmitir telepáticamente un mensaje de insurrección al pueblo, al siguiente torturan a una juez por dictar sentencia y liberar a un hombre inocente, luego liberan a uno de los más aguerridos opositores quien ahora pregona como pastor evangélico –con una pistola en la cabeza– que es “el tiempo del amor y la paz” y cuando menos lo sospechamos, en el momento de mayor frustración, se fuga Antonio Ledezma.

Uno no sabe si ser feliz, si sufrir, si saltar de júbilo o si sollozar.

El lado más humano de la libertad

Me conmovió –más bien, me desgarró– ver llorar a Antonio Ledezma mientras nuestra queridísima Idania Chirinos lo entrevistaba después de su cinematográfica fuga.

Observar al amigo, al compañero de lucha, al maestro quebrarse ante las cámaras, fue a un tiempo sobrecogedor y dramático, no sé si sea porque tanta desgracia nos ha hecho especialmente sensibles, no sé si la seguidilla de decepciones nos ha convertido en espíritus heridos, lo cierto es que la sensibilidad de Antonio nos mostró el lado más humano de la libertad, esa complejidad anímica que somos frente al precipicio: nuestra plenitud y vacío; nuestros corajes y miedos; nuestra serenidad y nuestra ira.

Pese a tanta estupefacción y asombro, los venezolanos milagrosamente aún somos capaces de sentir.

La antorcha sigue encendida

Con la libertad de Antonio Ledezma, la coherencia recupera la calle y la resistencia a uno de sus más lúcidos líderes. Desde que lo conocí –a Ledezma– en las primeras protestas contra Chávez en el año 2001, su fuerza moral era tan sobresaliente como su coraje y dignidad.

Nuestras conversaciones, siempre gratas, han transitado las anchuras de su vasto espíritu. Poesía, rebelión, política, libertad, historia y cultura decoran los diálogos que nutren nuestra pasión común: Venezuela. Incluso estando preso su aliento y su fuerza eran acompañadas por memorias de Bello, Gallegos o Cadenas. Pocos políticos como él.

En la oscuridad de nuestro tiempo, Antonio –ya lo he dicho– es antorcha encendida, coherencia que iluminará los senderos de la libertad. Celebro su fuga pese a que no dejo de estar consciente de que el país está al borde de un precipicio.

Con Ledezma libre, el horizonte de la liberación nacional se clarifica.

La otra esperanza

Los derroteros del diálogo y la negociación, ineficaces e inservibles como serán, abren las ventanas a un nueva tormentosa decepción.

Por una parte, unos rehenes intentan negociar –con una pistola en la cabeza– con sus verdugos los destinos de la nación; por la otra, otros rehenes se lanzan al abismo electoral para, de salir “victoriosos”, hincarle la rodilla y rendirle pleitesía al narcotráfico de la Asamblea Nacional Constituyente. Su victoria será consagrada con una corona de espinas de humillación.

La desgracia venezolana debe acabar y sólo una rebelión total, desbordada y masiva lo logrará. Con la libertad, el mejor Ledezma trabajará incansablemente por alcanzarla.

Nuestro pecho recupera la esperanza.

La conmovedora fuga de Ledezma

El vértigo, el sobresalto y la taquicardia son permanentes, no cesan. ¿Lo sientes? ¿Lo sienten? ¿Conocen el sosiego? Somos una nación no apta para cardiacos, peor aún, quizá nuestro corazón ya está roto en pedazos; lo único que nos mantiene de pie nuestro inquebrantable sueño de libertad.

La conmovedora fuga de Ledezma, su llanto y su ímpetu, son cruciales para recuperar la senda perdida de la rebelión. Mucho esfuerzo compartido nos ha permitido arrinconar a la dictadura como lo está actualmente. Falta la estocada final.

La participación de la comunidad internacional en este urgido esfuerzo la alcanzaremos con Ledezma razonando nuestra situación por el mundo. Lo verán.

Soy feliz pero no lo soy al borde del abismo, al menos la fuga de Antonio rescató en nosotros una larguísima sonrisa.

¡Viva la libertad!

   @tovarr