Ledezma no tomará chatos en la Gran Vía, y el final trágico de una canción, por Alfredo Maldonado

Ledezma no tomará chatos en la Gran Vía, y el final trágico de una canción, por Alfredo Maldonado

Alfredo Maldonado
Alfredo Maldonado

Se les escapó el hombre y en cosa de 24 horas estaba aterrizando en el aeropuerto Adolfo Suárez, de Madrid. Llegó amaneciendo, tras un largo viaje de Colinas de San Román a Cúcuta -también cruzó a pie el puente limítrofe, que no deja de llamar la atención-, a Bogotá y a cruzar el charco hasta Madrid, día largo y ajetreado para el dirigente opositor más importante que se le ha escapado al régimen policial y militar de Nicolás Maduro, con excepción de Carlos Ortega y Diego Arria, cada uno en lo suyo desde hace ya varios años, con eficiencia y sin alharacas.

Informó Antonio Ledezma, importante es aclararlo, que en su fuga lo habían ayudado militares descontentos, detalle que un régimen con sus asentaderas apoyadas en bayonetas debería analizar con cuidado. Sería también una preocupante (para Nicolás Maduro y el generalato revolucionario, socialista, chavista y antiimperialista) circunstancia que explicaría cómo pudo no sólo escapar de su arresto domiciliario, sino pasar numerosas alcabalas en la ruta terrestre hasta la frontera y el cruce a Colombia caminando. Y que nos llevaría a una pregunta que nos inquieta: ¿sólo militares descontentos, y la oposición qué?

En el modernizado aeropuerto madrileño fue recibido por su esposa y familia, estaba también el expresidente colombiano Andrés Pastrana, que no deja de llamar la atención. Más llama la atención que no mucho después fue recibido por el propio Presidente de España, Mariano Rajoy -amplia, habitual y groseramente insultado por Nicolás Maduro antes de este viaje- y en la edición  de este lunes del popularísimo programa Espejo Público, de Antena Tres.





En Caracas Maduro se lo tomó con risas, lo cual indica que o no entiende las consecuencias de esta espectacular fuga, o las entiende, traga ácido y simula, porque no es asunto fácil de digerir. Mucha preparación y audacia demostró Antonio Ledezma en esta fuga, o una enorme incompetencia en la vigilancia policial y militar.

Según Maduro, Ledezma se escapó a darse la gran vida en España, pero hay detalles que desconoce. Para empezar, aunque en Madrid vino se puede tomar en todas partes, no es la Gran Vía -en proceso de peatonización por iniciativa de la alcaldesa izquierdosa- el sitio habitual, el “chateo” es principalmente en viejas y populares calles del centro viejo y los alrededores de la Plaza Mayor, lo que llaman “el Madrid de los Austrias”.

Detalle a considerar es que las primeras planas de los principales diarios españoles destacaron, en tamaños diversos, la fuga de Antonio Ledezma, recibido en el aeropuerto, además, por numerosos micrófonos. No llegó a Madrid simplemente otro opositor venezolano, llegó una figura de portada.

Debería preocupar muy especialmente al Gobierno de Nicolás Maduro, en vez de la tosca humorada del vino, que España es miembro muy activo de la Unión Europea, un mercado económico, humano y de opinión, que puede parecerle lejano al madurochavismo -que no se ha caracterizado por su eficiencia en relaciones internacionales, ni tampoco en otras áreas, como conocemos en hambre y desesperación propias los venezolanos-, y que no es sólo un país de toros, cante flamenco, fútbol y chatos de vino. La España que Nicolás Maduro y el oficialismo tratan como enemiga, es la cuarta potencia económica de la Unión Europea, y su Gobierno conversa diariamente y se reúne con sus equivalentes de toda Europa.

Es decir, España es un extraordinario y muy sonoro megáfono para un político integral, experimentado y respetado como Antonio Ledezma que, además, es serio, inteligente, conocido y escuchado. Decir Madrid, es decir al mismo tiempo Paris, Berlín, Bruselas, Londres, Roma. Ésa es la gran importancia de Antonio Ledezma, que no es otro opositor contra Maduro, sino un dirigente que conoce personalmente a importantes líderes y personalidades de peso mundial, con quienes tiene acceso directo, que es escuchado por ellos con interés mucho más allá de cualquier otro opositor venezolano.

Ésta es una fuga para preocupar seriamente al régimen venezolano, y veremos resultados muy diferentes a los logrados por otros exiliados. Porque no llegó a Madrid para tomar vino, sino para hablar con quien hay que hablar con la seguridad de que están más que dispuestos a escucharlo con especial interés.

Por cierto, una información de última hora, que no tiene que ver con Antonio Ledezma sino con Nicolás Maduro, ¿Se acuerdan de aquél niño que deslumbró y emocionó cuando le cantó con un despliegue de voz al Papa Juan Pablo II en su visita a Caracas? Bueno, Adrián Guacarán acaba de morir de una enfermedad renal por no poder encontrar las medicinas que necesitaba.