Ruleteo de pacientes, la vida al filo de la muerte

Pacientes aguardan el momento de ser atendidos en los pasillos y salas de espera del Hospital Universitario de Caracas (Juan Forero/The Wall Street Journal) -ARCHIVO
Juan Forero/The Wall Street Journal -ARCHIVO

 

Lo que el venezolano conoce como ruleteo inició con el rechazo de los heridos por armas de fuego. Los médicos impedían el ingreso de los tiroteados por miedo a que los delincuentes siguieran a la persona hasta el hospital para evitar que sobreviviera, publica El Nacional.

Por Daniela León / El Nacional





A casi 30 kilómetros de Caracas, en medio de la carretera Panamericana (estado Miranda), está una de las instituciones que se ocupa de los traslados médicos en Los Teques.

Entre las 6:00 pm y 7:00 pm, justo antes del anochecer, los paramédicos se preparan para el cambio de turno. Revisan la ambulancia y corroboran el inventario de insumos.

En la oficina principal de Protección Civil, su director, Víctor Lira, describe que en los últimos cuatro años aumentó significativamente el fenómeno del “ruleteo”, porque los hospitales no cuentan con los insumos suficientes, camas o especialistas para atender una emergencia, por lo que firman una orden de traslado hacia otro centro.

“A veces remiten a un paciente que viene de Pronto Socorro en Higuerote, lo trasladan hasta El Llanito en Caracas, pero ahí no lo pueden atender y lo transfieren hasta el Hospital Universitario de Caracas, donde por fin puede ser examinado. Muchas veces la ambulancia ruletea por varios centros hasta que lo envían al centro asistencial de origen”, explicó Lira.

La primera causa de traslados son los accidentes de tránsito; la segunda, emergencias de otros orígenes y la tercera son los traslados programados de pacientes de un hospital a sus casas o viceversa.

“El venezolano es muy folclórico y le gusta mucho ir de fiesta y beber alcohol los fines de semana. Es muy común que las personas regresen de Caracas a los Altos Mirandinos, a altas horas de la noche y alcoholizados, por lo que pueden sufrir accidentes en la vía”, detalló el funcionario.

Lira dijo que los traslados que realiza Protección Civil Miranda rara vez son resueltos en el mismo estado, debido a la falta de insumos y atención médica: 80% de los pacientes que salen de Miranda son remitidos a Caracas.

“Aquí en Los Teques tenemos el Hospital Central Victorino Santaella, pero en pocas ocasiones podemos resolver el traslado en este centro. Se pueden dar diferentes situaciones: primero, que el paciente no sea ingresado al centro asistencial porque no tiene los insumos o un especialista. El segundo escenario es que lo acepten e intenten atenderlo, pero si les falta algo solicitan nuevamente un traslado a un hospital de Caracas”, indicó.

Esta institución realiza en cada sede un promedio diario de cinco traslados por día, lo que equivale a 150 por mes en una sola ambulancia.

Agregó que la sede principal de Protección Civil Miranda, en los Altos Mirandinos, cubre tres municipios: Carrizal, Guaicaipuro y Los Salias. En 2016, la única ambulancia que trabajaba allí hizo 2.432 traslados a centros hospitalarios.

La atención

En el estacionamiento de Protección Civil hay cuatro vehículos: dos autos de apoyo, un camión con herramientas y la ambulancia.

Gastón Ibarra, paramédico de Protección Civil Miranda, aborda la ambulancia y relata cómo atiende a los heridos antes y durante el traslado a los centros de salud. Coincidió con Lira en que la demanda del servicio de ambulancia incrementó considerablemente en los últimos años.

“Este trabajo es una lotería. A veces hay mucho movimiento, como hay días en los que los traslados son pocos. He visto de todo un poco. Trabajé hace años en Petare y allí los traslados de heridos por armas de fuego son recurrentes. Aquí en los Altos Mirandinos atendemos más accidentes de tránsito”, explicó.

Ibarra afirmó que su trabajo es muy difícil. A pesar de que se ha adaptado luego de tantos años de servicio, dijo que se ha quebrado un par de veces.

“Una vez atendí un accidente en el que un camión se había llevado la mitad de un carro particular. Solo hubo una sobreviviente, una pequeña niña. Le vendé los ojos porque le había caído vidrio y no quería que se le raspara la córnea. La niña me preguntaba por sus papás y sus abuelos (que iban en el auto) y no fui capaz de decirle la verdad. Al final la entregué en el Hospital Universitario de Caracas (HUC). Los médicos que la recibieron se pusieron a llorar cuando les expliqué su caso”, narró.