Ramón Peña: Navidad sombría

Ramón Peña: Navidad sombría

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La alegría navideña de los venezolanos se suma a la lista de víctimas de este régimen. Pareciera que para estos herederos de la centenaria revolución bolchevique, no basta el control de la vida material de los ciudadanos, debe agregarse también la regulación de sus estados de ánimo. Así ocurría en la Rusia soviética, donde el desestímulo para mejorar las condiciones de vida se expresaba en las caras de resignación y conformismo que exhibían sus ciudadanos.





Nunca antes, en un mes de diciembre, el desconsuelo se había adueñado de tantos hogares en nuestro país. Una navidad donde la zozobra ha sustituido a la alegría. Una fiesta tradicional de epifanía cristiana hundida y para muchas familias rebajada hasta su desaparición. La elaboración de las hallacas, ancestral motivo de regocijo, es hoy causa de angustia por lo inalcanzable de sus ingredientes. Los juguetes de los niños, los regalos y la ropa de estreno, otras tradiciones frustradas por una voraz hiperinflación, reforzada por la imposición brutal de controles de precios que han provocado el cierre de fábricas y comercios y empeorado la disponibilidad de esos bienes.

El reencuentro navideño de familias dispersas en la geografía nacional, es también fuente de incertidumbre; apenas se cuenta con el treinta por ciento de la flota nacional de aviones y de medios de transporte público interurbano. Como alternativa, queda desplazarse por carreteras maltrechas, un verdadero reto a la inseguridad, sujeto a la anuencia de decenas de alcabalas temidas como si fuesen emboscadas.

Es el colofón de un año infausto, de hambre, violencia, muerte, luto y represión que se despide y cede paso a un nuevo año carente de promesas. Serán muy contados los hogares que en la medianoche del 31/12, hagan coro con aquel jocoso porro colombiano que popularizara el mexicano Tony Camargo: ‘Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas…’