Es 23 de diciembre de 2017, a un día de una de las fiestas que más emocionaba a los venezolanos y día propicio para terminar de comprar los ingredientes y acompañantes de la cena de Navidad. Sin embargo, con un año de tantas crisis, económicas, sociales y humanitarias, que en vez de solucionarse se acrecentaron, por lo que los ánimos no son de celebración.
Por: Vanessa Rodríguez / LaPatilla.com
En LaPatilla.com una de nuestras “semillitas” estuvo por un supermercado de Caracas, en los que en años anteriores ir a comprar algo era pasar largas horas, de la cantidad de personas con carritos llenos de refrescos, bebidas alcohólicas, además de la respectiva chuchería para picar mientras se esperaba la gran cena.
Los ingredientes para las hallacas, la ensalada de gallina, el panettone, las nueces y almendras, turrones, incluso hasta las uvas para la noche vieja, eran los productos más vendido y a la vista de los compraron. Este año todo cambió.
Ni las hojas para las hallacas ni la gallina ni el panetton ni los frutos secos para no hablar de las uvas, vio “la semillita” en supermercado. Los precios de los licores sorprendían a todos los que entraban a esta área, algunos se iban sin comprar ninguno.
Al continuar entre los pasillos se topó platos, vasos y enceres de plástico (algo cotidiano de comprar en las fiestas) con un “hablador”, escrito a mano, que decía “solo 2 por persona”. Por lo que su pregunta fue: ¿y es qué cada miembro de la familia tendrá que llevar sus propios platos y cubiertos, además de su propia comida?.
Analizando la situación de los exorbitantes precios, de lo poco que había en los anaqueles, también fue sorprendente la cara de las personas. Carritos de compras prácticamente vacíos con comentarios al aire de los compradores diciendo: “no puede ser”, “guao”, o más de una madre (en el pasillo de las galleas) “no me alcanza, mañana le decimos a tu papá”.
Esta situación no escapa de los demás supermercados, centros comerciales y tiendas que en otra época estaban abarrotados de personas, comprando regalos, compartiendo entre familiares y amigos y en donde nunca faltaba quien dijera “¡Feliz Navidad!”.
