Domingo Alberto Rangel: Otro 23 de Enero

Domingo Alberto Rangel: Otro 23 de Enero

Domingo Alberto Rangel  @DomingoAlbertoR
Domingo Alberto Rangel @DomingoAlbertoR

 

En un país acostumbrado a mirar por el retrovisor no era de extrañar que este 23 de enero lo asocien al original de hace sesenta años.

Nostálgicos abundan y no solo merecen este calificativo, que es categoría, quienes pretenden establecer asociaciones entre aquella Junta Patriótica y la Mud actual, sino que también se lo han ganado quienes en vez de enfocarse en el empobrecimiento biafriano de la población… prefieren pasar el día recordando gestos, batallas y aniversarios de héroes del siglo XIX.





Dejo claro sin embargo que la sociedad venezolana de la actualidad, poco, salvo en la abismal diferencia entre ricos y pobres, tienen en común con aquella comunidad colonial que vio nacer a Simón Bolívar. Lo mismo se podría decir de aquel 23 de enero y la actualidad porque desde entonces muchas cosas cambiaron.

Comenzando por la situación económica porque si al presente vamos no es lo mismo analizar un país optimista, con pleno empleo, cuyas monedas eran de plata, al que ingresaban europeos dispuestos a trabajar en labores más bien humildes, en casas de ricos o de la clase media alta… que considerar otro, heredero de la misma historia, del mismo territorio y prácticamente del mismo nombre… pero en el cual ya es parte de la vida cotidiana ver compatriotas comiendo basura, desempleados a granel, y, soplando vidrieras y anaqueles con la triste mirada de renuncia que plasmó en sus versos Andrés Eloy Blanco… donde se encuentran ordinarieces de la cocina como un kilo de arroz o de leche en polvo.

Aquél 23 de enero se imponía, ya lo he dicho pero es necesario remachar, una agenda de cooperación entre clases sociales. No fue posible en gran parte porque las izquierdas más radicales de aquellas épocas pensaron equivocadamente que la vía al desarrollo pasaba por atizar la lucha de clases en un país donde Ernesto Che Guevara había desaconsejado las guerrillas violentas como método de lucha política.

Y la derecha sana se quedó sin quien la representara cuando Copei optó por ser un remedo de Acción Democrática… pero con dirigentes vestidos de traje y corbata en vez de la guayabera adeca.

Desde este punto de vista las cosas no han cambiado tanto como si lo ha hecho nuestra economía y la misma demografía nuestra: No obstante hoy como ayer se impone una agenda de cooperación de clases que nos evite ver cual observadores indolentes la desintegración del territorio heredado de la Colonia y de 200 años de Independencia, que es la agenda oculta de quienes tras bastidores manejan a los violentos.

Hay sin embargo inmensos obstáculos que se deben sortear antes porque dificultan cualquier acuerdo nacional en esa dirección:

Uno, el bajísimo nivel del liderato político, económico y moral, si se quiere.

Liderato que salvo poquísimas excepciones pasa los días sin exponer o discutir con sus adversarios asuntos importantes, serios, como podrían ser ideas, incluso abstractas, programas o soluciones… y en vez de esa labor didáctica se gastan en ataques a la persona, muchas veces propiciados por los periodistas que los invitan a programas donde no se sabe quien fue el que generó opinión. ¡Patético!

Otro, la interferencia excesiva y hasta grotesca que ejercen factores internacionales, en la política nuestra. Factores a los que poco o nada les importa la miseria que vive nuestra gente. Interferencia facilitada por la tesis económica de los gobiernos bolivarianos que practican, para solaz de la corrupción, la política de ampliar el diferencial, invento copeyano y adeco, entre el valor de la divisa que reciben los beneficiarios o enchufados del gobierno y la que paga la gente común.

Añada usted amigo o amiga lectora, la falta de un movimiento organizado contra la corrupción y el atraso. Movimiento donde bien tendría cabida todo venezolano que entienda la imperiosa necesidad de introducir cambios en pro de políticas de mercado, justas, dirigidas a fomentar la producción, el capitalismo y las exportaciones.

Habrá quienes leyendo este último párrafo protesten aduciendo que en un movimiento de tal especie solo puedan participar quienes hayan leído los autores liberales o los libros de la escuela austríaca de economía… ¡Esa objeción es digna de idiotas!

Otros se abstendrán de participar porque este o aquel militante fue socialista hace treinta años o dirán que es hijo o nieto de un socialista. ¡Habrá que lamentar el desconocimiento de la política, la sociología y nuestra historia por parte de estos amigos, pero en ese caso serán ellos los que se perderán la oportunidad de ser grandes y útiles!

Lo vital para equilibrar una democracia maltrecha es que el venezolano tenga opciones para elegir y no lo pongan a escoger entre sus actuales y futuros verdugos.

En caso contrario opciones descabelladas fruto de la desesperación que es mala consejera, pueden aparecer o ser consideradas. Por ejemplo el golpe de estado, hijo de la violencia como política.

Hablando claro una opción de esa naturaleza atraerá y atrae oportunistas de diversos calibres, trepadores de todos los sexos y buscadores de fortunas –por lo visto algunos exponentes de la violencia ya encontraron sus mal habidos Dorados en estos años de bolivarianismo-. Todos pájaros de mal agüero.

Esta opción por los momentos luce débil y diría afortunadamente.

Si nos atenemos a lo observado a raíz de la muerte del piloto Oscar Pérez, donde no hubo la reacción en cadena que pronosticaban y más bien parece que ese joven fue víctima de quienes le lavaron el cerebro con historias truculentas… cabe aconsejar a los apostadores que no le jueguen un quinto a la violencia.

Ante esta gente que ya sea por la desesperación causada por 18 años de pésimos gobiernos pero salidos de elecciones… o porque no tienen otra política que el odio… habiendo olvidado ideales, programas y soluciones… también habrá que dar un paso de lado a los anuncios que pronostican violencia en este primer trimestre del año.

Acompañarlos es saltar al vacío… y para eso ya tenemos con los gobiernos bolivarianos.