Vanessa Friedman: CICPC de todos

Vanessa Friedman: CICPC de todos

Vanessa Friedman @1VAFI
Vanessa Friedman @1VAFI

 

Nada ha conmovido tanto al país como lo ocurrido este 15 de enero 2018. Como sociedad hemos llorado tantos otros muertos, pero con ninguno sufrimos la angustiosa espera de ver en tiempo real como se cometía una masacre flagrante y cruenta ante los ojos de todos. La impotencia y la indignación envolvió a cada uno de los espectadores que por las redes seguiamos los mensajes de esperanza que este joven oficial transmitía con cada acto de rebeldía, inclusive en las últimas horas de su vida.

Se que muchas personas como yo, esperaban con cada segundo que algo pasara que le salvara la vida a Oscar Perez y sus anónimos compañeros de lucha. El hecho sobre el que quiero escribir en esta oportunidad radica en el dilema que se presenta en ese preciso momento, pues aun con la disposición de salvarlo de tantos venezolanos, no teniamos la posibilidad de hacerlo. Es el sentimiento de impotencia absoluta que nos embarga y que nos deja en este estado de desasosiego. Y es sobre los factores que ocasionan este sentimiento lo que quiero desarrollar.





Solo una reacción de sus compañeros de armas, una acción de algún grupo dentro de las Fuerzas Armadas que hiciera sopesar la decisión inminente de asesinarlos hubiera cambiado el resultado de esa operación criminal, sin embargo no hicieron NADA. No pretendo redundar en los múltiples análisis que explican como y por qué estos heroicos gestos hicieron de cada uno de estos combatientes un símbolo. Quiero ir a la otra cara de la luna, distinta a la cara de las Fuerzas de Seguridad que dio Oscar Perez y su conciencia del momento histórico, de oficiales guiados por el coraje, la firmeza, la justicia, sentido del deber y sacrificio por la libertad, me refiero a la otra cara, la que quedándose en sus cuarteles y sentados en sus despachos no hicieron nada para salvarlo.

“Forjador de Libertades”, “Paladín del Espacio Soberano”, “El honor es su divisa”, “Necesario es navegar, no es necesario vivir”, sin embargo ningún forjador, ningún paladín, ningún navegante logró erigir su compromiso con el pueblo venezolano, su juramento con la Patria, con las madres que veían a sus hijos aplastados por la potencia destructiva que costare millones de dolares del erario publico invertidos en armamentos importados con el propósito ulterior y definitivo de derramar sangre venezolana y acabar con vidas de oficiales de sus mismas instituciones defensivas.

Nosotros no los dejamos morir. Los dejó morir todo aquel que teniendo la capacidad real de incidir en el acontecimiento prefirió no hacerlo. No hubo una llamada de oposición a la decisión, un llamado al respeto a la Constitución, un llamado de respeto a la vida o a los códigos militares, una manifestación de cualquier elemento dentro de las Fuerzas Armadas con capacidad en hombres y armas para poner fin a la masacre.

Llamaron a su operacion “Gedeon: en un nuevo acto de blasfemia gubernamental, un capítulo del Pentateuco de la Biblia que narra cómo D.os concede a los israelitas el milagro de vencer con solo 300 hombres a sus agresores, contados en centenares de miles, triunfan gracias a la voluntad divina, en un hecho inversamente proporcional al ocurrido.

Abraham Agostini y Jose Diaz Pimentel DGCIM, Daniel Enrique Soto Torres Periodista y los hermanos Abraham y Jairo Lugo, ex Funcionario del CONAS Guardia Nacional, Lisbeth Ramírez Mantilla Odontologa suman 6 personas algunos de los cuales civiles, para lo cual se organizo un equipo de 600 efectivos de distintos cuerpos de seguridad reportados por el mismo Oscar Perez como DGCIM, GN, SEBIN y FAES de la PNB, equipados con armas de Guerra. Entiéndase 600 efectivos armados para la Guerra contra 3 oficiales negociando su rendicion. Eso no fue la batalla que lideró Gedeon contra los madianitas, eso fue Massada. La Resistencia hasta el último respiro de un pequeño grupo de hombres, sostenidos en Fe por la convicción de su causa, pero acorralados en las alturas de una fortificación por el Imperio Romano que terminó en baño de muerte.

La desproporcionalidad de la acción habla de la inhumanidad de quienes la llevaron acabo, de su ambición, de su cobardía y su miseria. Pero la inacción de nuestros oficiales habla del deshonor que arropa nuestros cuerpos de defensa, la triste realidad que sienten todos los venezolanos es que no tenemos quien nos defienda, ni de la delincuencia, ni de la ocupación, ni de la tiranía.

Un solo cuerpo de seguridad fue excluido de participar de la operación: el CICPC. Quiero creer que la razón de esta decisión es porque no existe certeza de su desapego a la Justicia o de su lealtad a la revolución. Quiero creer que las dudas no son duda, sino certeza de que sus hombres de uniforme no estarán dispuestos a participar de esta masacre progresiva que acaba las vidas de venezolanos con hambre y con las balas que debieren usarse para defendernos. Quiero creer que si existe un componente de hombres y mujeres rectos de propósito, y así como fue capaz de formar a un oficial de la calidad y el coraje de Oscar Perez, formó en cada oficial un heroe que no se arrodillará ante la tiranía. Quiero creer que el CIPC es virtuoso y de todos los venezolanos.

Oscar, Abraham , Pimentel, Daniel, Abraham y Jairo Lugo junto a tu esposa Lisbeth Ramírez Mantilla, en cada segundo que antecedió su muerte quisimos salvarlos pero no podíamos, la fuerza la detentan unos pocos que no están en disposición de invocarla para Ustedes ni para nosotros.