El miedo contra la razón, por @maxsuarezd

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En Venezuela iniciamos el año 2018 con una serie de dramáticos eventos, de entre los cuales, ciertamente, resaltó la masacre del Junquito, no sólo por la manera en que el Gobierno decidió cometer los crímenes de guerra, sino por el tamaño del despliegue logístico, propagandístico y por su impacto en la opinión pública. Lo que nos podría llevar a preguntarnos ¿Por qué el Gobierno se arriesgó a violar los DDHH del grupo insurgente de una forma tan evidente? Lamentablemente, la respuesta obvia, pudiera ser: Para producir miedo; y no cualquier tipo de miedo, debía producir un miedo paralizante, aleccionador, un miedo capaz de desesperanzar cualquier discurso que se nos pudiera presentar como una alternativa, producir pánico. Si eso fuera de ese modo, muy probablemente encontraríamos que, los otros eventos transformadores de nuestra calidad de vida, también habrían sido provocados por el gobierno y responderían al mismo objetivo o a uno muy similar.





¿Por qué el Gobierno quisiera producir miedo en nuestra sociedad? El miedo, responde directamente a un instinto y suele ser esencial para la supervivencia del ser humano, pero, también suele ser disipado en cuanto usamos la razón. Sin embargo, hay momentos en que el miedo se apodera de la razón, y puede que, en uno u otro caso, no ocurra nada grave a partir de ello, es más, hasta nos podría salvar la vida. Pero, cuando se trata de la sociedad, que el miedo desplace a la razón, suele ser muy peligroso, porque allana el camino de odios y divisiones irracionales, permitiendo que la demagogia se apodere de nuestros destinos.

Y sí, he allí la palabra clave del diseño estratégico de la política del gobierno, demagogia. A modo general, se trata del proceso en el cual, mediante la retorica y propaganda, intentan transformarnos en un público, para que sólo podamos ser espectadores de lo que ellos dispongan, luego nos convertirían en masas, moldeadas según sus intereses y finalmente pasaríamos a ser muchedumbre, esclavos absolutos de sus disposiciones. Por tanto, si queremos resistirnos y recuperar la razón de nuestra sociedad, nos corresponde ser ciudadanos conscientes de sus intereses, saber quiénes y por qué, intentan vendernos el miedo, pero también, entender de qué se trata la demagogia.

Ya que, tanto el político como el demagogo, utilizan la retorica como herramienta de su ejercicio, a los venezolanos nos conviene identificar, en sus discursos, las formas de la demagogia: 1) Cuando mienten, para manipular la esperanza del pueblo 2) Cuando evitan, hablando de otros temas que no implica la resolución de los principales problemas 3) Cuando demonizan, agrediendo a los demás actores políticos y sus acciones y 4) Cuando son empáticos, y se apalancan en un liderazgo carismático. Pero, vayamos más allá, en Venezuela, la tradición política reciente ha deformado el ejercicio de la política, a tal punto, que los principales actores políticos, y me refiero a todos los actores políticos, han hecho de la demagogia un sistema que no añora a la democracia.

Ya que en nuestra realidad: El miedo desplaza a la razón, la demagogia sustituye a la democracia, al ciudadano lo convierten en muchedumbre y el demagogo deforma al político. Por ello, nos corresponde, a los ciudadanos que queremos cambio, tomar por asalto la razón e insurgir contra su sistema de miedo: Motivar el cambio y buscar soluciones en vez de comprarles miedo, asistir a la razón de las instituciones en vez de complacer los caprichos del demagogo, desplazar a quienes se hacen llamar políticos atendiendo a la solución de los problemas, pero sobre todo, negándonos a ser esclavos del miedo.