Proyecciones políticas 2018 por @Claudiopedia

Claudio J. Sandoval @claudiopedia
Claudio J. Sandoval @claudiopedia

A comienzos del 2017 escribí una serie de análisis sobre los posibles escenarios políticos para el resto del año. Mi síntesis de entonces anticipaba que el régimen venezolano tenía alta probabilidad de mantenerse en el poder, a pesar de la crisis económica y de ser repudiado casi unánimemente por la población.

La principal razón de esa conclusión fue claramente advertida: Tanto la oposición –representada por la MUD- como la cúpula militar podían aliarse con el régimen para neutralizar insurrecciones populares. En efecto, el colaboracionismo o cooperación con el oficialismo era –y sigue siendo- la reacción más predecible de la MUD y del alto mando militar, ante el riesgo probable de ser desplazados por nuevos actores estratégicos en un eventual cambio drástico de régimen.

En esta oportunidad comparto mi percepción general sobre los retos políticos de Venezuela en este nuevo año.





¿Transición, continuidad o ruptura?

¿Es probable una transición en Venezuela? La probabilidad es muy baja. Para que ocurra una transición -es decir, un cambio de gobierno que otorga diversos privilegios a los factores de poder del gobierno saliente y del entrante- es necesario satisfacer una condición, inexistente actualmente: La voluntad del régimen de dar paso a una nueva etapa. Entre los ejemplos históricos recientes destacan la transición moldeada por Pinochet en Chile y por el Franquismo en España. Contrariamente, la élite roja, lejos de planificar su partida, está tratando de atornillarse en el poder.

Por su parte, es probable que el régimen dictatorial logre sobrevivir el 2018, si la elección presidencial pautada para este año, se desarrolla conforme a la rutina acostumbrada: fraude y ventajismo pre y poselectoral.

¿Y la ruptura? Luce improbable en el papel, si bien se encuentra latente desde el año 2014. En el caso venezolano, la elección presidencial es el principal enemigo de un proceso de ruptura política porque no están dadas las condiciones para revertir el fraude.

¿Cuáles son esas condiciones: cuándo conviene una elección presidencial en dictadura?

Hasta cierto punto es incorrecto argumentar que los dictadores no salen con elecciones. Los ejemplos de Filipinas (1986), Chile (1989), Serbia (2000) y Georgia (2003) demuestran que las elecciones pueden ser el puente para sacar al dictador. De manera que el asunto no es enfocarse en lo obvio –las dictaduras no hacen elecciones democráticas- sino crear las condiciones preelectorales y poselectorales para derrotar al tirano, luego del fraude consumado.

La salida electoral fue exitosa en el caso de los cuatro países mencionados porque concurrieron dos factores claves: En primer lugar, había una unidad opositora que contaba con un líder definido, popular, con coraje y la firme determinación de echar al dictador. En segundo lugar, el ejército, cesó su servicio de protector y sostenedor del gobierno y se colocó del lado del pueblo. En otras palabras, la actual cohabitación de la oposición oficial y del alto mando con la cúpula gobernante, indica que no habría salida electoral en 2018.

¿Cuál es el escenario más conveniente en el corto plazo?

Ni elecciones, ni transición. Es necesaria una ruptura, un cambio radical a nivel político y económico, a través de la composición de un nuevo gobierno interino. El mismo tiene que excluir, borrar del mapa político, a las actuales cúpulas del gobierno, a su oposición colaboracionista y a su alto mando militar.

Sobran los venezolanos capaces, de reconocida y comprobada trayectoria nacional e internacional, dispuestos a refundar la República. El detalle es que tales venezolanos de ruptura, entre ellos políticos y militares activos, han sido incapaces de concretar el cambio.

Sin embargo, el inestable entorno político de Venezuela seguirá presentando grandes riesgos para el gobierno y sus socios opositores, ya que cualquier chispa podría hacer estallar la bomba de tiempo. Los resultados fraudulentos de una elección presidencial pueden ser el detonante del cambio, toda vez que cierra coyunturalmente la ruta electoral como mecanismo de salida de la crisis y obliga a los factores de poder nacional e internacional a explorar alternativas extremas. En consecuencia, las propuestas del sector opositor radical podrían comenzar a tener mayor resonancia y popularidad en el 2018.