Gabriel Reyes: ¿Hacia dónde vamos, Venezuela?

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Pareciera que en el análisis de la situación política actual venezolana son muchas las variables que intervienen en la operacionalización de un constructo que bien podemos llamar “CRISIS ALUVIONAL”, dadas sus características y las circunstancias que la rodean.

Es por esto que este escribidor ha preferido comenzar a desglosar sus elementos más visibles sin otro interés que definir los actores y factores, para luego tratar de ofrecer alguna relación de sinergia que pueda anticipar algún escenario creíble en medio de este marasmo generalizado.





GOBIERNO: El Gobierno no ha podido implantar ninguna política que amilane la tragedia del hogar venezolano. El costo de mantener y profundizar el modelo económico anacrónico es percibido como infinito en momentos en los cuales el abastecimiento de los productos de primera necesidad luce demasiado precario para satisfacer una demanda agotada de esperar por promesas y escuchar pretextos de los reyes del locus de control externo.

Nicolás Maduro ya no transmite ningún pensamiento positivo o esperanzador en sus programas de regalos de dinero que cada día alcanzan para menos en medio de la vorágine de quienes tratan de sobrevivir con lo que encuentran en anaqueles o en manos de esos delincuentes del capitalismo salvaje mismo denominados “bachaqueros”.

El paralelo, que no baja sino que se agacha para tomar impulso, se prepara para un nuevo despegue al no cambiar las circunstancias que lo rodean y por el desinterés colectivo al nuevo DICOM, y por la ambiguedad y escepticismo del efecto del Petro en la economía doméstica. Esta situación aceleraría aún más la pérdida del poder adquisitivo del venezolano y complicaría aún más la posibilidad de importación de bienes por parte del sector privado, todavía petrificado por el operativo decembrino que remató existencias dejando a muchos sin el deseo de realizar una nueva compra, hecho que se evidencia en los anaqueles de las principales cadenas de comercialización en Caracas y el interior del país.

Honrar los compromisos del Estado es una pesadilla para un gobierno que cada vez tiene menos maniobra para cabalgar las deudas y la merma en la producción de nuestro crudo agudiza más la solvencia de un Estado obeso y voraz que mantiene a sus súbditos persiguiendo una bolsa de comida y estirando un pírrico salario.

Este cuadro de crisis económica ha producido una endemia social que se refleja en la creciente y perversa miseria que recorre todos los rincones de nuestra geografía nacional, dejando a su paso una estela de delincuencia impune, prostitución y abandono infantil, micro tráfico de estupefacientes, y otros males de las naciones en barrena.

Y ante todo este tétrico cuadro, el gobierno pretende reeditar su historia apresurando un evento electoral, sobrevenido y compulsivo, convocado por un ente carente de legitimidad de origen que usurpa las funciones del Poder Electoral ante su indiferencia cómplice, y que pretende acelerar el conteo, mientras todavía el esclavismo político que amarra el voto a la bolsa de comida tenga sentido.

Los servicios públicos colapsados, la asfixia de los servicios privados y la parálisis que produce la ausencia de libertad económica atentan contra a gobernabilidad de un país que ya no tiene ciudadanos, tan solo supervivientes.

OFICIALISMO: Este es otro vector de la ecuación que nos recuerda que ese sueño del difunto de tener un Partido Unido se ha esfumado ante es espasmódico nacimiento de un movimiento oficialista que desprende del PSUV a buena parte de su dirigencia en un cisma poco divulgado pero que debería traer consigo la fractura más profunda de quienes iniciaron este rojo periplo y quienes están montados en este momento pretendiendo reescribir la historia.

Sin lugar a dudas, esta división representa una declaración de guerra interna una vez que, según sus cálculos, Maduro haya atomizado a la oposición hasta reducirla a la insignificancia de poder enfrentar a los chavistas no maduristas y así consolidar un poder absoluto.

El tema no es quienes se van o se quedan del PSUV, renunciando al legado del “eterno”. El dilema es hacia dónde se van los hombres de verde, neo militantes de la política venezolana y tutores de este gobierno desde el momento en el que acataron la última voluntad de su pretor y comenzaron a invadir el poder civil como prebendas a la estabilidad del gendarme necesario en tiempos de conflictos civiles.

Puedo adelantar que el estamento oficialista es el primero que no le conviene el abandono de la oposición en este momento porque implotaría sus propias bases ocasionando impredecibles resultados.

OPOSICIÓN: Siempre he manifestado, en privado y en público, que en la Venezuela de los últimos 20 años, no hay oposición. Somos muchos los opositores, unos más entregados que otros a la lucha por nuestra libertad, pero “oposición” como concepto que representa una corriente de acción y pensamiento, un proyecto de país alternativo, un camino que enseñe a los millones de descontentos que los problemas del país tienen una salida diferente al simple cambio de gobernantes, eso, eso no lo tenemos.

Y no lo tenemos porque la UNIDAD, cacareado término de la retórica del mercadeo político, del argumento necesario para aglutinar masas inconformes, no ha existido, y hoy, cuando más la necesitamos, todavía contemplamos atónitos a los hegemones de los partidos políticos, esos seres despreciables que tanto han criticado al de Sabaneta, pero son sus émulos perpetuándose en el control absoluto de los “pilares” de nuestra democracia, siendo cómplices del régimen, porque la crisis ha sido su mejor pretexto para evitar la necesaria alternancia de sus organizaciones y pretendiendo venderse como los “mesías” del momento.

Esos que viajan a representar al 80% de los venezolanos, sin permiso ni autorización, ilegítimos como los otros, pero con pretensiones libertadoras y que son desconocidos por los autócratas rojos sin el menor prurito, para luego publicar imágenes de abrazos y besos de una cordialidad nauseabunda que convierte al espectador en un testigo asqueado de un mamotreto tragicómico al ritmo de un merengue sin letra, pero que no desean ser considerados ni “estúpidos”, ni “idiotas”, ni “linear pensadores” por los intelectuales que desde la distancia expresan con comodidad de televidente el accionar político local, quien sabe si recibiendo también su cuota de patria respectiva por los servicios prestados.

Hoy nos paseamos por el dilema electoral, infinito para unos, inexistente para otros, pero palpable para el ciudadano de a pie que arrastra frustración y desesperanza de un largo trecho recorrido sin más luz que al principio, pero agotados y heridos por la decepción prolongada, por la falta de eficacia política de quienes siembran esperanzas que se lleva el viento. Este dilema no será aclarado porque no hay un líder que sepa generar nuevas energías, que logre inflar el globo que nos lleve a la democracia por encima de este chiquero de cleptócratas arribistas. Muchos dirigentes, pero cada vez menos líderes con aceptación general, con el verbo fluido y la conciencia translucida, que nos inviten a una causa ciudadana, nacional y auténtica, sin el culto al ego de partiditos y sus franquiciantes, sin el odio como motor, sino el amor por esa Venezuela posible, que reclama un derrotero ante su inminente encallamiento en los cayos rocosos de la miseria si no ocurre antes un motín que nos deje en manos de los más malandros de los malandros que tripulan esta nao llamada Venezuela.

QUO VADIS, VENEZUELA?? Hacia dónde marcha el país de las infinitas riquezas naturales, del clima espectacular, de los paisajes paradisíacos, de la gente amable y solidaria, de la tierra fértil, del pasado glorioso, de la democracia de otrora vitrina del mundo, ese terruño bendito por el Creador?

Ante el análisis de los actores y factores, solo tenemos tres caminos posibles en nuestro futuro incierto.

Que el sistema, agotado y desgastado, sirva de marco para el parapeto electoral y se atornille la opción actual con una nueva oposición, ahora generada de su misma gente, para profundizar la Oligarquía y seguir nuestra ruta de la miseria a la ruina, tratando quienes puedan de acceder a su plan B, desde Maiquetía o desde una balsa falconiana.

Que el sistema colapse como consecuencia de una irreverente explosión social cuando el hambre haya superado al miedo a la represión y como consecuencia de este Estado fallido vivamos horas interminables del terror vivido por otras naciones, que superaron el desastre con un gran desastre, donde el caos reine y el sistema se reinvente sobre la marcha, alcanzando un orden, tutelado o espontáneo, pero dejando atrás un doloroso costo social que producirá profundas heridas en nuestra genética nacional.

Que los ciudadanos, esos que no nos resignamos a ser supervivientes nos organicemos, más allá de los partidos políticos, más allá de las dirigencias ocasionales, y trabajemos por el restablecimiento de nuestra moribunda democracia, con el fervor patriota de quienes entendemos que empujar un miro no es una tarea fácil, pero que ayudados entre manos y pies de todos podremos saltarlo.

Es el momento, de definir una causa ciudadana, real y aterrizada, que plantee un modelo de país con visión compartida, donde todos quepamos, pero donde la libertad sea un hecho y no un derecho enunciado, letra muerta, en textos irrespetados. Necesitamos unir nuestras fuerzas, hasta nuestro último aliento para enfrentar el presente con ojos de futuro, y hacer del pasado un arma para evitar los errores que nos trajeron a esta letanía.

Estos son los momentos más aciagos de un país revolcado por la audacia de un grupo de felones y por la indiferencia e ignorancia de quienes no sabemos como compartir desde la desgracia la salida a nuestra propia crisis.

El problema de Venezuela es de los venezolanos, pero para encontrar ese camino extraviado, debemos salir del marasmo de la apatía, de la parálisis del miedo, de la comodidad de la escasa abundancia, de la desesperanza del resignado, de la ira del histérico, del llanto del inconsolable.

Esta catarsis es individual y tal vez se haga colectiva, o tal vez es colectiva y yo solo reflejo lo que mi entorno me transmite, pero mi deseo es que fluya como agua sin canal, como hoja en el viento, y que quien pueda leer el alma de quien escribe, entienda que el tema a discutir es

Hacia dónde vamos, Venezuela??

Amanecerá y veremos…

Twitter: greyesg