Industria de la sábila llega desde Venezuela a Norte de Santander

El problema es que la falta de condiciones básicas en los servicios públicos (luz y agua) ha evitado que se puedan instalar y funcionar. / Foto: Cortesía
El problema es que la falta de condiciones básicas en los servicios públicos (luz y agua) ha evitado que se puedan instalar y funcionar. / Foto: Cortesía

 

Tras el deterioro de las condiciones económicas, productivas y comerciales en Venezuela, los empresarios dejaron la empresa en su país y liderados por José Ignacio Socorro, quieren convertir la sábila en el producto estrella de Norte de Santander, publica La Opinión.

Amparados en el marco legal que ofrece el programa ‘Colombia Sostenible’ y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) –en cuanto a la generación de proyectos que atiendan los lineamientos de sostenibilidad que necesita la humanidad–, el proyecto está diseñado para trabajar de forma mancomunada con la comunidad: dos mil productores del Catatumbo que tendrán la posibilidad de sustituir sus cultivos, sembrando dos hectáreas cada uno.





La consecución de este objetivo no es fácil, pero tampoco está lejos. Hasta el momento, con una inversión privada de 800 millones de pesos, aproximadamente, en la estructuración del proyecto, Socorro y su equipo de trabajo están terminando la caracterización de las familias, que va desde estudios de suelos hasta impulsar la titulación de los mismos.

“Queremos dar una nueva visibilidad al campo del departamento”, dijo Socorro, sabiendo de ante mano que cuenta con la materia prima necesaria para lograr este desarrollo que, además, servirá como punta de lanza en el progreso y desarrollo del nivel de vida de las familias participantes de la iniciativa.

 

Un grupo de empresarios venezolanos buscan darle una nueva identidad al campo de Norte de Santander.
Un grupo de empresarios venezolanos buscan darle una nueva identidad al campo de Norte de Santander.

 

El proyecto incluye 17 pasos en donde los productores tendrán vinculación de forma directa. A la productividad de la cosecha, que estará lista 18 meses después de la siembra, las familias le sumarán ser socios de la planta generadora de abonos y la transformadora de la sábila.

“Uno de los principales problemas que tienen los productores de cultivos ilícitos es que no tienen la forma de acceder a un cultivo lícito que sea rentable”, expresó el líder del proyecto, explicando además que las familias serán certificadas internacionalmente en cultivos de sábila ecológica.

La posibilidad de producir la materia prima no es lo único que vieron los empresarios venezolanos en Norte de Santander. La ubicación de Cúcuta, los beneficios que ofrece la zona franca y la posibilidad de tener acceso fácil, cercano y rápido a un aeropuerto internacional, también son indicadores que motivaron la inversión, que al final cerrará en 2 millones de dólares, aproximadamente.

La meta es lograr producir sábila, que será procesada en la zona franca de forma industrial y transformada en gel estabilizado de sábila, que será enviada hacia Alemania y París, de donde ya hay pedidos y clientes confirmados. El producto que deja el proceso de transformación de la penca de la sábila se utilizará como base para la producción de productos estéticos y farmacéuticos, como productos para las quemaduras.

“Podremos decir que Norte de Santander ingresará a la industria farmacéutica y estética”, dice con orgullo Socorro.

Palos en la rueda

Hasta ahora, el proyecto de sábila en Norte de Santander ha avanzado con el impulso solitario de la inversión privada.

La maquinaria especializada para transformar la planta ya se importó desde Venezuela, donde prácticamente los empresarias desmontaron su empresa y tuvieron que dejar los cultivos abandonados. La capacidad de producción será de 30.000 toneladas diarias.

Las máquinas, dijo Socorro, ya están en la zona franca de Cúcuta, donde la empresa hace presencia hace 10 meses. El problema es que la falta de condiciones básicas en los servicios públicos (luz y agua) ha evitado que se puedan instalar y funcionar.

“Tenemos 10 meses pagando arrendamiento sin haber podido arrancar, 10 meses pagando personal que tiene que cumplir con los reglamentos del régimen franco. Si tuviéramos todas las condiciones solo sería ensamblar y eso lo hacemos en 45 días”, agregó.

Esto ha generado sobrecostos y trámites administrativos extras al proyecto, que tiene plazo máximo para empezar a funcionar antes de mitad de año, para no perder el régimen franco.

El otro palo en la rueda es el incumplimiento de Bancóldex en la apertura de una línea de crédito especial para las empresas de la zona franca, prometida por el presidente Juan Manuel Santos desde hace un año.

Mientras las demoras continúan y arranca la siembra de sábila en el Catatumbo, especialmente en Tibú y La Gabarra, la empresa importará la materia prima de países como México.

Jorge Andrés Ríos Tangua
[email protected]
Periodista económico del diario La Opinión