Lo que se sabe de la muerte de Renny Ottolina

Lo que se sabe de la muerte de Renny Ottolina

renny-990x460

 

Nunca imaginó Renny que ceder en aquel punto sería la última cosa importante que haría en la vida. La mañana del 16 de marzo de 1978 sostenía una agria disputa con integrantes de su comando de campaña, porque sin consultarle habían pautado una actividad para esa noche en la ciudad de Porlamar, pese a que días antes les ordenó suspender todo acto político que lo sacara de Caracas, publica Crónicas del tánatos.





— Señores, — alegaba Renny con su peculiar timbre de voz – quedan poco más de dos semanas para la proclamación oficial de mi candidatura y quiero sentarme tranquilo a pulir el discurso que daré por televisión.

Sus hombres argüían que en aquella actividad estarían presentes los empresarios más importantes del estado Nueva Esparta y no podían desairarlos.

Culminaba el primer trimestre del año y la campaña electoral calentaba motores. Renny Ottolina, quien hasta ese momento sólo era conocido como animador, había decidido entrar al ruedo. El comando insistía, el candidato se negaba. Revisaron la agenda: el jueves 30 debían entregar ante el Consejo Supremo Electoral las 140.000 firmas requeridas por ley para oficializar la candidatura, amén de presentar al país las líneas maestras de su programa de gobierno. Aparte de eso, la actividad más cercana era un foro con deportistas en la sede de un conocido diario capitalino, programado para el viernes 17.

Joaquín Silveira, directivo del Movimiento de Integridad Nacional (MIN), organización creada para motorizar la candidatura insistió, el doctor Arnoldo Molina, coordinador general del Movimiento Pro-Renny tenía todo listo. Aquella noche se esperaba a Ottolina en el foro «Venezuela hoy y su futuro» organizado por la seccional Nueva Esparta de la Asociación Nacional de Ejecutivos, la actividad tendría lugar a las 8 de la noche. Al final el precandidato accedió y sus acólitos respiraron aliviados.

Acompañándolo en el fatídico viaje estarían su director de prensa Ciro Medina, el jurista César Oropeza que se desempeñaba como jefe del comando de campaña y Luis Duque quien dirigía imagen y publicidad. Elevarían vuelo en Maiquetía a las 5:15 de la tarde en la avioneta de Carlos Domingo Olavarría, primo del polémico editor Jorge Olavarría. Se esperaba que llegaran a Porlamar en poco más de una hora.

Rumbo al aeropuerto conversaron con la pasión que da la actividad política; intercambiaron opiniones y se comunicaron las más recientes noticias del acontecer nacional. Ninguno tenía dudas respecto a las posibilidades de triunfo de su amigo Renny, quien en declaración a la prensa afirmó tajante: « ¡Voy a ganar las elecciones! Eso puedo asegurarlo ya que la gente de este país, mi país, desea algo diferente, un gobierno con responsabilidades».

Ottolina, quien protagonizara una brillante carrera de más de tres décadas en la radio, el cine y la televisión sorprendió al país en octubre de 1977 cuando reveló su intención de aspirar a la presidencia de la República. El anuncio lo hizo en el programa radial «Impacto 78» que conducía el cronista taurino Rodolfo Serradas. Al salir de cabina Renny invitó a su anfitrión a unirse a la campaña como jefe de prensa, «Positivo», mote con el que se conocía al radiodifusor, prometió evaluar la oferta pero al cabo de unos días la declinó amablemente.

renny-ottolina-2

 

A la hora que abordaban la aeronave, una multitud se congregaba en Porlamar en espera del precandidato. Los cinco hombres que aguardaban en pista la autorización de posicionamiento y despegue, dejaban atrás sin saberlo toda una vida de luchas y logros. Ciro Medina había desempeñado importantes cargos en el campo de la comunicación; fue jefe de relaciones públicas del Consejo Supremo Electoral, jefe de redacción de la revista Élite y ocupó puestos directivos tanto en «Semana» como en «Bohemia». En marzo de 1978 su preocupación se centraba en registrar de manera limpia y minuciosa cada una de las actividades de Renny.

Luis Duque dirigió muchos de los espacios que tuvo Renny en la televisión. Gran parte de las innovaciones que apreciaba el público en esos programas se debían a este hombre que ahora tenía la misión de proyectar su imagen como candidato. Esa tarde al salir de casa estampó un beso en los amorosos labios de su esposa Maritza, que en vano esperaría su regreso.

Carlos Domingo Olavarría, abogado y miembro de una prominente familia caraqueña, tenía más de dos años como piloto. El día anterior cumplió con una citación del Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Penal; que lo conminó a brindar información, en el más breve plazo, sobre el paradero de su primo y afianzado Jorge Olavarría sobre quien pesaba un auto de detención por el presunto delito de difamación agravada en contra del ministro de Información y Turismo Diego Arria. El lunes 20 debía regresar al tribunal con la información solicitada, por ahora su mente estaba ocupada en llevar a feliz término aquel vuelo.

El cuarto hombre en la aeronave era César Oropeza, quien venía de laborar como gerente de comunicaciones corporativas en el grupo empresarial Mendoza. Oropeza movía los hilos centrales de la campaña, en sus manos tenía datos estadísticos que le preocupaban y que deseaba compartir con Renny. Esa misma información ya estaba siendo analizada en la casa nacional de uno de los dos partidos más importantes de la época.

Por su parte Renny Ottolina, el candidato, el showman, se veía tranquilo y confiado. Antes de salir llamó a sus hijas a Miami, ciudad en la que estaban radicadas, para anunciarles que iría a visitarlas el día domingo. Si algo movía la fibra sentimental de Renny eran las tres chicas por las que había tenido los momentos más felices y más amargos de su vida.

A la misma hora en que se preparaba el último vuelo de Ottolina tenía lugar una reunión en Caracas. Hombres de expresión adusta analizaban en detalle los números de un par de encuestas que tenían el objetivo de medir el impacto de su candidatura. En los sectores políticos tradicionales veían con inquietud la irrupción de aquel hombre en el escenario electoral, su enorme popularidad y el cansancio que ya comenzaba a experimentar la ciudadanía con relación al sistema democrático bipartidista podía dar lugar a un giro indeseado. Sin embargo y para su alivio los números no eran tan alarmantes: Renny contaba, según aquel sondeo, con las simpatías del 8,3 % del electorado, lo que representaba en números limpios, unos 500 mil votos con los que su partido, el MIN podía obtener unas 20 curules pero nunca la presidencia del país; para una candidatura que ya tenía 5 meses en la calle aquellas cifras no eran muy auspiciosas; pero aún quedaban nueve meses para los comicios y la campaña en sí misma no había comenzado, en ese tiempo cualquier cosa podía pasar así que lo mejor era mantenerse en alerta.

Más temprano aún Renny Ottolina culminaba en las instalaciones de Radio Aeropuerto la grabación de su programa «Venezuela Despierta», que debía ser emitido ese mismo jueves a las 6 de la tarde. En aquel programa, destinado a ser el último de su vida, habló de los temas que lo ocuparon siempre, clamó porque los venezolanos tuvieran por fin un gobierno responsable y se lamentó de que en nuestro país las personas honestas fueran objeto de burlas: «Yo cumplo, la ley, yo soy un bobo» – expresó con cierto sarcasmo.

Poco después de las 5 Carlos Olavarría estableció el primer contacto con la torre de control desde el hangar donde estaba la avioneta:

– Buenas tardes, superficie Maiquetía, aquí 1019P.

– Adelante 1019P.

– Solicito autorización para taxeo en cabecera de pista. Llevo plan de vuelo Maiquetía-Porlamar, con cinco personas a bordo, estimo una hora en la ruta. Combustible para seis horas y 7.500 pies.

– Ok 1019P, mantenga posición, le aviso rodar.

Los hombres esperaron a que la torre de control de superficie les indicara posición en pista, La visión hacia el mar Caribe era diáfana, pero en la cercana cordillera por donde la nave debía transitar un buen trecho según el plan de vuelo se aproximaba un frente frío con fuerte nubosidad y calina, un escenario poco propicio para pilotos sin experiencia en vuelo instrumental; por fin se oyó la voz metálica:

– 1019P, ruede hacia la pista 08. Viento 90°, 1010Mb.

Al recibir la posición de superficie, Olavarría cambió de frecuencia:

– Buenas tardes Maiquetía, aquí 1019P listo para entrar en posición y despegar cuando usted ordene.

– 1019P, autorizado para cruzar y mantener el campo – Señaló la voz de una operadora.

– Voy a cruzar y mantener el campo, señorita, agradecido.

– 1019P, autorizado su despegue, después cambie a la frecuencia 120.1… Buen viaje…

Siga leyendo en Crónicas del tánatos