La última trampa, por Julio César Moreno

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El régimen monta la última trampa en la que pretende aprisionar de manera definitiva a la sociedad venezolana. Con la farsa electoral convocada para el próximo mes de mayo se intenta consagrar la mentirosa legitimidad de un régimen totalitario que domeñe por la fuerza el malestar colectivo, y que imponga un modelo político y social de represión permanente.

Necesitaba la dictadura compañeros de viaje para ejecutar su proyecto, y los ha conseguido. Reclutó a los personajes y se propone ahora desarrollar el libreto.





Desea vender la falsa idea de una elección democrática con votos escrutados, abultados y repartidos caprichosamente por las rectoras del PSUV.

Henri Falcón es el candidato que participará en esas votaciones presidenciales de mayo con las reglas electorales de Nicolás Maduro. Es el mismo ex gobernador que raudo y veloz reconoció como limpia la victoria de la oficialista Carmen Meléndez en su intento por ser reelecto gobernador de Lara.

De acuerdo con aquellos resultados Meléndez sacó 57% y Falcón 43%. Sin embargo las encuestas Ratio UCAB, Datanálisis y Venebarómetro, daban semanas antes ganador por amplísimo margen a Falcón, quien ostentaba una jefatura fuertemente consolidada en la región larense.

El ex mandatario fue derrotado por un personaje desangelado y sin raíces políticas en ese estado. Por ello, si el triunfo de la almirante fue limpio, valdría la pena preguntarse qué factores influyeron en ese sorpresivo cambio de preferencias en un electorado considerado irreductiblemente opositor.

Igualmente es necesario que se explique qué pasó con la evaluación de las gestiones que desempeñó Falcón, tanto en la alcaldía de Barquisimeto como en la gobernación. Gestiones que siempre fueron reflejadas como positivas en todas las mediciones de opinión.

Ciertamente, luego del fraude constituyente denunciado por Smarmatic el pasado 31 de julio, la participación de los partidos opositores en las votaciones montadas por el gobierno pasó a ser objetivo indispensable para simular el marco jurídico de una dictadura con popularidad pulverizada, y además sumida en el repudio y la condena de la comunidad internacional. Por ello, mirando lo que pasó después de la tramposa creación de la Asamblea Constituyente, comprendemos por qué se instauró el desánimo luego de aquellas heroicas jornadas de la población civil en rechazo a ese bodrio concebido en La Habana.

Los argumentos esgrimidos por los partidos para justificar la participación en los comicios regionales, sin siquiera referirse al fraude perpetrado y olvidando el luto de la nación ante su muertos y perseguidos, quebraron la mística de la población y quebrantaron a las propias maquinarias partidistas que fueron quedando aisladas del entusiasmo ciudadano.

Si Falcón fue derrotado verdaderamente, como él mismo aseguró al otro día de la elección, nunca lo sabremos a ciencia cierta. Probablemente su actitud calculadora y balbuceante frente a la criminal acción represiva, y su progresivo distanciamiento de las luchas opositoras pudo haber influido en el enfriamiento, la indiferencia y el rechazo de sus antiguos votantes.

Lo cierto fue que la MUD incluyó a Lara entre las regiones afectadas por graves irregularidades que alteraron los verdaderos resultados de esos comicios. Sin embargo, ninguna objeción pudo hacerse a la victoria oficialista que Tibisay Lucena proclamó luego de una jornada de trampas, abusos de poder, injerencias vergonzosas de los militares en el Plan República, y otras tantas tropelías.

No hubo reclamos pues el señor Falcón presuroso reconoció su derrota. Ocurre que nunca pasó por su mente cuestionar un CNE con el que ahora participa jugando al muñeco en la nueva farsa que prepara el gobierno. Esto a pesar de ser Lara el estado grande con los peores resultados para la oposición, de acuerdo con los números anunciados por las rectoras en aquella ilegítima jornada. Por eso y por muchas otras razones no resultará fácil convencer en torno a esa presunta aspiración presidencial que carga a cuestas una pesada derrota legitimada por el mismo candidato.

Simplemente, si la almiranta le derrotó en Lara, con las mismas reglas viciadas del CNE Maduro podrá proclamarse victorioso, en la seguridad de que el antiguo “chavista light” reconocerá ese triunfo, con la intención de convertirse en el líder de una oposición sumisa que la dictadura tolerará hasta que le convenga.

Así, lidiando con esa realidad, el país asiste a la prueba más crucial de su historia republicana al enfrentar a una tiranía que intenta subir el peldaño final en la consolidación de un perverso totalitarismo copiado del corrupto comunismo cubano.

Se trata entonces de lograr la derrota definitiva de esa tiranía sostenida por la represión y el abuso de poder, y asistida ahora por la complicidad de colaboracionistas que intentan confundir al país participando en una descarada comparsa electoral.

Por ello, la abstención masiva, cívica, protestataria y militante es el arma democrática para desmontar esta última engañosa trampa del gobierno. La comunidad internacional, los pueblos y naciones libres del mundo denuncian y desconocen ese proceso fraudulento. Y las últimas bases de sustentación de la tiranía se resquebrajan ante la evidencia de un caos que marca el final inevitable del funesto régimen.